El observatorio

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Estoy de acuerdo con todo lo que tenga que ver con la protección ambiental, porque al cuidar el medio ambiente nos cuidamos todos, aseguramos que las próximas generaciones disfruten de las maravillas naturales que nosotros hemos podido presenciar y les damos a ellas la posibilidad de alejar los riesgos del cambio climático.

Así que me parece bien que el gobierno haya pactado con los principales dirigentes ambientalistas un mecanismo de colaboración mediante el Observatorio de Políticas Ambientales y Áreas Protegidas. El acuerdo para establecer el organismo fue firmado ayer en el Palacio Nacional por el presidente Luis Abinader y los dirigentes de la Coalición para la Defensa de las Áreas Protegidas.

El alcance de la colaboración es ambicioso y desafiante para ambos sectores. Para el gobierno porque deberá ponerles mollero a las recomendaciones del Observatorio, que, a su vez, tiene que hacer su espacio para no convertirse en un sello de goma o en otro grupo inoperante.

Tengo que decir que dentro de todo temo que esta idea al final sea una treta política, mediante la cual el gobierno, que busca la reelección, se haya comprado a un chivo expiatorio al cual pueda tirarle toda la candela y culparlo de lo que ocurra en el ámbito ambiental. También, es el candidato perfecto para librarse de las presiones típicas de la campaña, pues a todo el que quiera un permiso ambiental a cambio de donar a la causa, lo enviará al Observatorio para que sean ellos lo que digan sí o no, y así es fácil lavarse las manos y evitar conflictos.

Los integrantes del Observatorio son gente seria y ante ese hecho deben cuidarse de no ser un crítico más y evitar verse como un obstáculo al desarrollo del país. ¿Cómo reaccionarán cuando tengan que tratar un proyecto minero? ¿O un desarrollo hotelero en una zona colindante con humedales? ¿O al manejo del agua en Pedernales?

Si bien es una buena idea que todos los sectores se sienten en la misma mesa, convido a los ambientalistas a tener cuidado y mucho ojo al pillo, no sea que hayan caído en una encerrona y acaben siendo parte del problema. Por: Benjamín Morales Meléndez [Diario Libre]