¿Debe Ayuso separarse de su novio?

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Yo vivía en Chamberí, enfrente de Ayuso, y un día la conocí por la calle, de la manera más insospechada. Paseaba a mis bellos perros que siempre producen revuelos y reacciones de amor entre las mujeres y los niños, cuando una señora se arrojó (casi) al suelo para acariciarlos:

_¿Son cavaliers?_Preguntó

_Sí, son cavaliers. Pero ¿tú eres Isabel?_Respondí

_Sí_Contestó con absoluta naturalidad sin dejar sus carantoñas a los canes. Su guardaespaldas a escasos pasos y yo nos miramos.

_Verás, soy columnista, escribo de ti cada semana, para mí esto es como para otras encontrarse con Shakira.

_Jajajajajaja_Se echó a reír muy simpática y nos hicimos una bonita foto.

Y me ganó, la verdad, por su ternura con los animales (no todo el mundo la tiene) y su espontaneidad.

_Una persona encantadora_ pensé.

Desde entonces, la he seguido como periodista, pero con truco, teniendo un poquito más de información (soy muy intuitiva y certera cuando se trata de radiografiar a las personas, cuando las tengo delante). Y la he seguido, atenta a las pasiones que esta mujer atractivísima genera por doquier, como mis cavaliers, aunque ellos no generan fobias. Hay que decir en su descargo, que ellos no son los presidentes de la Comunidad de Madrid. Aún.

"Me hubiera gustado haber vivido una historia de cuento con uno para toda la vida, pero no vino así"_ Ayuso no ha tenido suerte (la suerte del cuentito) en el amor_ en alguna ocasión llegó a decirlo. Como casi nadie, amiga, la mayoría de las parejas están llamadas a finalizar y de las que continúan habría que ver en cuántos casos se trata de amor, pasión y complicidad, y en cuántos se trata de miedo, dependencia o distintos principios empresariales que me parecen muy respetables porque cada uno hace lo que quiere o lo que buenamente puede.

Sin embargo, en la figura de Alberto González, una relación de la que apenas hay imágenes públicas, la presidenta parecía haber encontrado (no sé si por mucho tiempo) su pareja. Se conocieron a finales de 2020; él, técnico sanitario y padre de tres hijos, con el que alcanzó un embarazo “muy deseado” que después perdieron. Un tipo atractivo, joven, divorciado como ella, con el que incluso se afana (imagino que con gozo) en la campaña de convertirse en padres. Una bonita casa en el barrio donde ella creció (y donde la mayoría votan por ella), una familia y hasta un perro. Estabilidad …¡La dicha!.

Lo ha tenido todo, Isabel Díaz Ayuso, el referente más poderoso de la oposición, quizá el único, la esperanza del centro derecha y de los liberales: Salud, dinero y amor. Al menos hasta hace unos días.

Incluso ha dado la batalla insistiendo en que el Gobierno de Sánchez participa en una operación de desprestigio constante con el único objeto de dañar su imagen. Y no se lo vamos a cuestionar porque tenemos claro que es verdad. Como también tenemos claro que Ayuso es el calvario de Sánchez y el objetivo a derribar.

Ahora bien, lo de su compañero sentimental (y de piso), que ya mantenía una relación de yunta con Ayuso cuando presuntamente tuvieron lugar las presuntas trácalas, parece que también es verdad.

Quizá, en el fondo, la verdadera pregunta no es si Ayuso debe separarse de su novio, sino cómo cada uno de nosotros enfrenta las tempestades de nuestras propias vidas, eligiendo entre el amor y la pérdida, la lealtad y la libertad, con la esperanza de encontrar, al final, la dicha, en medio de las sombras. Por: Carla De La lá [La Razón]