17 de agosto de 2023. ¿Tiro de salida o de repliegue?

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Si realmente al presidente Luis Abinader, en la actualidad “le salieran” los números favorables a su reelección constitucional, no es verdad que estaría demorando su decisión con aquello de que está esperando el plazo legal que corresponde para anunciar una decisión de tal naturaleza.

En consecuencia y por más simpatías que el político despierte, parecería que por las razones que fuere, el presidente no se siente seguro de dar el paso y en este aspecto habría que preguntarse, qué es lo que le demora o quien el factor político interno que no domina y que le hace dudar y en consecuencia actuar más como táctico que como estratega.

Al entender esta situación y si se busca a su alrededor, salvo el expresidente Hipólito Mejía y más como factor determinante para influir en terceros, que, porque realmente fuera un capital político electoral válido por sí, Abinader no tiene a nadie más que pudiera serle una especie de piedra en el zapato, si al final se decidiera ir por su reelección.

Por lo tanto, si el asunto está en que el expresidente es su verdadero opositor interno, necesariamente habría que buscar la inquietud presidencial, analizando la correlación de fuerzas, que Mejía tiene, es decir, su real peso político dentro del aparato burocrático gubernamental.

De este modo se descubre, que el expresidente controla directamente la cartera militar, la de agricultura, el Banco Agrícola, el Instituto Agrario y no menos de siete viceministerios y direcciones generales y ni hablar de su control directísimo de la alcaldía distrital. Lo que, de suyo, es un poder fáctico para tener muy en cuenta.

Desde luego, de cara a las galerías, parecería que entre el expresidente y el presidente de la República no hay desacuerdos ni desencuentros probables, pero como la política es una cosa que el Diablo domina y mucho más, cuando se trata de un político rebelde consigo mismo y  como lo es Mejía, que no puede dejarse al descuido, dado que sorpresivamente al expresidente le entre uno de esos arranques emocionales suyos tan agudos como contradictorios y de pronto entienda que Abinader ya no es todo lo confiable que entendía.

Y es, que nadie duda, de que si Mejía notara que Abinader y como santiaguero que es y al igual que Mejía, quisiera jugarle una “cucaramacara”, nadie dudaría que en algún momento lo tendría de frente.

Entonces y si la deducción es correcta, Abinader debe inclinarse más por reagrupar fuerzas, hacer valer que el PRM es de su propiedad y si se recuerda, que si él no cede su partido familiar de la Alianza Social Demócrata (ASD) que fundara su padre, hoy no habría PRM y tampoco ese partido sería parte del poder.

¿En qué hay que fundamentar el criterio? que, en este país, la política es sobre personalidades, no sobre idearios, ni planes de gobierno ni perspectivas de tener a mano fuerzas electorales confiables a la nación e independientes a los liderazgos que las banderías políticas arrastren y porque todo se trata de las torcidas alianzas grupales de oposición ciega que solo busca lo que cree suyo.

Es decir, el alma dominicana no ha evolucionado políticamente y lo suficiente como para dejar de ser una, estancada en el conservadurismo más rancio y alentando siempre el perfil del caudillismo, por lo que si Abinader quiere que se le vea como un político candidato de cariz independiente y con criterio propio, debe y tiene que amoldarse a esa realidad y aprovechándola al máximo, moldeando a toda una opinión pública atrapada, que por su propia circunstancia conservadora, él podría reconstruir como así quisiera o desee.

Algo de esto se está viendo y cuando se analiza el giro personalizado que ha tomado la propaganda gubernamental, en la que resalta que todo gira en torno a la personalidad de Abinader como la primera figura del Estado y cuyo mayor testimonio se tiene, en la “obsequiosidad y devoción” que muestran los presidentes del Senado como de Diputados.

El primero, casado con una prima de Mejía y archi conocido por aquel lema suyo del “rompe precios”. Mientras que el cabeza de los diputados. En principio, fuerte tiguere de barrio, en todos estos años ha sabido nadar y guardar la ropa, por lo menos, a partir de que precisamente en la presidencia de Mejía (2000-2004) tuvo que irse a tiros dentro del hemiciclo de la cámara baja y debido a que el consultor jurídico de Mejía, decidió y de acuerdo con instrucciones dadas, “pellizcarle lo suficiente y hasta ver si se larga” y de ese modo se le hacía fracasar, que no ocurrió, para que no fuera reelecto en aquella cámara.

Con semejantes antecedentes, era correcto que ambos se unieran a Abinader y como contrapeso a la posible influencia de Mejía dentro del aparato gubernamental e inteligente ha sido el presidente, que en todo momento ha sabido actuar, haciendo que nadie dude de que esos dos importantes políticos, son los alfiles de su ajedrez electoral.

Lo que entonces arroja el resultado, de que Mejía, ya sabe en qué javilla es que el puerco se rasca y con una cautela, que no es propia de su temperamento repentista. Por supuesto, tampoco es que el expresidente sea adversario político del presidente, pero no lo es menos, que, conociéndole sus mañas, se pudiera dar la debilidad de no estarse alerta con todos y cada uno de sus pasos y lo que Abinader sabe.

Menos se puede ignorar, que Mejía y como padre y ya que logró imponer uno de sus vástagos en la alcaldía distrital, no quiera hacer lo imposible por imponerle su hija a Abinader y como compañera de la boleta presidencial “y como ella le quiere tanto”. Pero cuando se sabe, que Abinader fue el titiritero que movió los hilos para que uno de sus ministros atacara a uno de sus allegados más representativo y periodista él, pero, sobre todo, diestro manejador de situaciones y alianzas tras bastidores, nadie debe dudar del carácter maquiavélico y a un nivel muy desarrollado, que tiene el presidente.

En consecuencia, no dudamos, que al final y salvo que el factor geopolítico se metiera por el medio, que Abinader y en su momento se decida por ir a su reelección constitucional, mientras ahora deja en dudas a todo el mundo y agitando los sentimientos de tantos y en particular empleados y funcionarios públicos y allegados o amigos encuadrados en la etiqueta de suplidores del Estado y por el momento, dejando en suspenso a sus aliados circunstanciales de la alta burguesía a los que tiene bien acomodados en su gobierno plutocrático.

Mientras tanto, Abinader debe atar cabos e hilos. Cumplirle a algunos factores fácticos y ser consecuente con sus nuevos aliados y quienes como quien escribe, gusta ver los acontecimientos de lejos y por la lección máxima de que en política las circunstancias imponen: “Que del jefe como del mulo, mientras más lejos, más seguro” y es de esta manera que ya se está en el preaviso del tiro de salida de la carrera electoral y al puntualizar: 17 de agosto de 2023. ¿Tiro de salida o de repliegue? (DAG) 07.06.2023