¿A quién le importa que en un matrimonio haya una desavenencia tan lamentable, que las apariencias indiquen, que marido y mujer se traicionan sexualmente a sí mismos?
¿Quién ha dicho que porque un empresario esté experimentando una situación de crisis matrimonial grave, ello, haya que dilucidarlo en los lupanares mediáticos en las redes sociales y como un modo de hacer un profundo daño moral y herir susceptibilidades?
Ayer, el evidente enemigo de un joven empresario en Punta Cana, arremetió desconsideradamente en contra de ese alto ejecutivo y pretendiéndolo linchar moralmente, al tiempo que el sujeto emitía una serie de improperios, como si con los mismos quisiera herir más que moralmente a quien entiende su enemigo.
El joven empresario afectado, cuyos aportes a la comunidad como a la sociedad le hacen una pieza inestimable a favor de la sana convivencia, no debe dejarse arrastrar por el rencor y simplemente, entender que la miseria de algunos humanos se esparce como el veneno propio de quienes nunca van a trascender. (DAG-OJO)





