Adultos y menores

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Un profesor y una estudiante de 16 años. A falta del resultado de la autopsia que determine las causas de la muerte de la menor Esmeralda Richiez, las características de esta “relación” deben pensarse en todas sus aristas.

Una relación claramente desigual, de poder. La diferencia de edad, no solo de roles. Relaciones sexuales con menores (están por probar, pero por el testimonio de familiares y amigas parecen un hecho). La anomalía de que un profesor socialice con sus alumnas menores de edad y que las familias lo acepten. La iniciación temprana en el sexo. La falta de educación sexual en las escuelas y en la familia. La falta de acceso a métodos anticonceptivos de jóvenes sexualmente activas.

La adolescente, ha relatado su familia, fue llevada a un centro médico, pero no quiso quedarse. Ya sangraba y ni el centro ni sus acompañantes la retuvieron. Su familia no entendió el alcance de su gravedad porque desconocía los antecedentes.

Todo el que tuvo algo que ver, unos por desconocimiento y otros por complicidad, actuó incorrectamente.

Las relaciones sexuales de adultos con menores están, lamentablemente, más presentes en la sociedad lo que se quiere admitir. Las leyes contra el matrimonio infantil o contra la trata de personas, las campañas de organizaciones que trabajan por la niñez intentan atajar un problema de raíces profundas.

Las tasas de embarazo adolescente, escandalosamente altas en el país, las uniones “consensuadas” de niñas de 12 y 13 años con adultos, la mortalidad materno infantil… son los datos que recogen estas realidades muy ligadas a la pobreza, pero no solo a ella. Esmeralda vivía en una familia estructurada de clase media que la cuidaba. Estudiaba y tenía amigos. No bastó. Por: Inés Aizpún [Diario Libre]