Si dejamos a un lado las posibilidades electoralistas del oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM) y nos enfocamos en las propias del presidente reeleccionista por mandato constitucional, Luis Abinader y caemos en cuenta de su trajinar diario de uno a otro confín del territorio nacional, más su acercamiento permanente con amplios círculos poblacionales.
Necesariamente que tendríamos que entender y de la manera más objetiva posible, que mientras su oposición todavía está tratando de ver cómo es que deberá enfrentarle y tan pronto llegue la campaña electoral, se está frente a un potencial candidato presidencial oficial, que por más cuentas falsas, bosts o cuentas trolls que sus aliados dispongan a su favor o sus adversarios utilicen en su contra, es innegable que la calidad y pujanza del presidente-candidato, es una que trasciende hasta sobre el propio peso de su nivel como primer mandatario y por un hecho determinante: Abinader es un gobernante y político con una muy propia aureola de candidato casi sin rechazo de ninguna índole, que si continua manejándose con el cuidado debido, bien que sería posible que triunfara con su reelección, por lo menos y si no hay sorpresas, arrancaría con una ventaja no menor al 30 por ciento de aceptación real sobre cualquier otro candidato.
A todo esto, lo más interesante, parecería, que para la oposición y hablamos del PLD, FP, PRD, PRSC y los demás , la única carta que entienden vencedora es la de llevar a un tres veces expresidente Leonel Fernández, que para los tiempos actuales, es lo más parecido a una figura que tuvo su etapa de poder y la que ahora luce totalmente fuera de tiempo y como el anciano que tantos entienden que ahora es y en un país de juventudes, en el que políticos y candidatos de cero a 57 años, parecería, que en estos momentos son la opción de futuro inmediato con mayores probabilidades de conectar con la gente.
Para empezar y si se recuerda, Fernández fue presidente entre el 2004 al 2012 y antes, con un cuatrienio a partir del 1996. Es decir, y si contamos el último año, hace 26 años que llegó por primera vez al solio presidencial y tiene 10 años de su última presidencia y lo que, frente a un Abinader con apenas un periodo presidencial y 55 años en la actualidad, solo la marrulla propia de todo anciano de parte de Fernández podría hacerle la diferencia en materia de ventaja comparativa y nada más.
Veamos al personaje en contexto, habría que decir, que cuando POR EL OJO DE LA CERRADURA nació el 19 de marzo de 1972, el actual presidente apenas tenía 5 años, en tanto Fernández y para la misma fecha, era un adolescente de 19 años, criado en Nueva York y lo que quiere decir, que de esa edad a cuando llegó a presidente gracias a la maquinaria de su partido, solo le tomó un lapso de 24 años para formarse como intelectual, presentarse como aspirante presidencial y ser presidente.
Ahora bien, ¿podría Fernández desbancar a Abinader de aquí al 2024 y cuando es Abinader quien tiene el ejercicio del poder e innovándose continuamente, mientras al expresidente solo le queda hablar de lo que hizo y como tarjeta de presentación para que se le considere una opción más o menos aceptable?
Por supuesto y sin desmerecer las reales condiciones, óptimas por demás, del doctor Fernández como experimentado político e intelectual, tampoco es asunto como para que sus partidarios asuman, que el licenciado Abinader no sea un prospecto político e intelectual lo suficientemente preparado como para lograr retener el poder y máxime, cuando por su diestro manejo de la pandemia y la mucho mayor destreza mostrada en el manejo económico y por lo que cada día es un reto mucho mayor que requiere de decisiones rápidas, que como se ha visto, Abinader se nos ha revelado de pleno como el auténtico y experimentado ministro de Hacienda en la sombra, que hasta ahora a logrado, que pese a la crisis económica provocada desde el exterior y enfrentando también una ola inflacionaria nada común, haya podido mantener a pie firme la nave del Estado.
En este sentido, es obvio que las dotes de Abinader como presidente para este tiempo, son mucho más superiores a todo lo que pudiera hacer Fernández en base a marulla y experiencia sobre asuntos ya pasados y que no se corresponden a las situaciones tan peculiares de estos tiempos.
Véase por ejemplo, que en apenas dos años y comparativamente, Abinader ha tenido que manejar recursos superiores a aquellos que Fernández manejó en situaciones normales y lo más importante, sabiéndolos utilizar, manejarlos diestramente y aun así, mantener un multimillonario fondo de contingencia, que ahora mismo indica, que es la mejor salvaguarda para el caso de que la economía se fracturara en razón del efecto inflacionario importado ocasionado por la guerra Rusia-Ucrania y su paralela de la guerra económica y financiera que EEUU le presenta a la acosada economía rusa.
Esa situación y para efectos de los intereses permanentes dominicanos, es mucho mejor opción de futuro, que aquello que pudiera inventar o crear el expresidente Fernández y en el hipotético caso, de que para el 2024, su sueño de retornar al poder y por sí mismo, no por su partido, pudiera facilitar la sorpresa de que ganara los comicios.
Entonces, esta retrospectiva breve, lo único que nos dice, es que la experiencia nueva que Abinader acumula en el manejo exitoso de una crisis económica y pandémica que a otros presidentes o primeros ministros a puesto a tambalear, es la mejor garantía que los electores y los dominicanos tenemos y en cuanto a que el presidente y si finalmente hace caso al mandato constitucional establecido en el artículo 124 de ir en procura de su reelección, de hecho tiene las mejores condiciones para salir adelante y ganarle a un viejo zorro de la política como lo es Leonel Fernández, dándose de este modo, el paso seguro, para la República, de que con Abinader la nación no perderá su norte y que podrá salir adelante respecto a los tiempos borrascosos que se viven.
Pero también hay una situación que habría que advertirle a Abinader, que, si cometiera la torpeza de dormirse en sus laureles, podría confrontar y de pronto, a un Fernández, quien, sin notarlo, le podría sacar la alfombra de sus pies.
Todo lo anterior y, en conclusión, tiene un solo y terrible mensaje, que algunos y tercamente no lo recuerdan, pero en el 2020, el PLD, Danilo y aliados no perdieron por la corrupción y sí porque se dividieron. Es decir, no se pierde porque se robe sino porque se sea estúpido o ruin y que se conozca, ninguna de esas dos negatividades identifica al presidente-candidato. (DAG)