Atentos a los descontentos

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¿Cuánto de lo que está pasando y ha pasado en Francia puede repetirse aquí? ¿Cuántos votos puede sumar la extrema derecha en España? Es la pregunta que muchos se hacen tras las elecciones francesas. Saben que lo que ocurre a nuestros vecinos puede ser un espejo de lo que puede ocurrir aquí. Le Pen ha ganado terreno, ha convencido a más de 13 millones de franceses para que le votaran, han elegido sus políticas para dirigir Francia.

13 millones de personas, ojo. Y la eligieron sabiendo perfectamente lo que proponía. Su discurso es de sobra conocido, lo lleva repitiendo años y es lo que más preocupa y sorprende de lo que ocurrió el domingo: que a pesar de ese discurso muchos decidieran votarle. Pensaron que era la mejor opción para sus intereses y los de Francia. ¿Por qué?

Se ha hablado mucho del descontento, del enfado, de la desconexión de la política de los problemas de la gente, incluso de la ira de esos votantes con lo que está pasando. Se trata de una generación y de un colectivo que se ha quedado atrás, que se ha sentido estafada por un sistema que les ha dejado crisis tras crisis en el cajón de las promesas. Promesas que nunca llegan y que les empobrecen y frustran cada vez más. 

mucho de eso, está pasando aquí también. Por mucho que no lo queramos ver, por mucho que algunos se empeñen en ignorarlo. Hay una generación de jóvenes que se vieron obligados a marcharse con la crisis de 2008. Acababan de salir al mercado laboral y tras haber hecho todo lo que les dijeron que había que hacer para conseguir un futuro, esas promesas se desvanecieron. 

Así que se fueron a buscar ese futuro prometido a otro país, lejos de casa, con todo lo que eso supone. Al poco tiempo se dieron cuenta de que irse fuera no era tan romántico como los programas de televisión nos hacían ver con esos "X por el mundo…". Vivir fuera de casa es sentirte muchas veces solo, desarraigado, con un sentimiento de orfandad profundo: no eres ni de allí ni de aquí.

Algunos, cuando las cosas empezaron a mejorar mínimamente volvieron. Y entonces llegó otra crisis, ésta más profunda, más incierta y grave: la de la pandemia. Y aquí estamos de nuevo. En el punto crucial de todo este asunto. Lo que se haga ahora será clave para determinar si generamos la misma masa de votantes enfadados y cabreados con los políticos como los de Francia y que acaban comprando el ideario de quienes les da igual defender A o B con tal de llegar al poder. 

Partidos que promueven la desaparición de las autonomías, pero presionan por acabar teniendo despacho y puesto. O partidos que se erigen como los defensores del campo español y luego se van a París para hacerse la foto con quien pide penalizar las exportaciones de los agricultores españoles. La pura contradicción. Contradicción que sigue sumando votos. Ojo con los descontentos porque, si son mayoría, pueden decidir el futuro. Por: Helena Resano [20minutos]