Bosch y el golpe de Estado

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El 25 de septiembre pasado fue el 58 aniversario del golpe de Estado cívico-militar que derrocó al gobierno que presidía Juan Bosch. Primer gobierno democráticamente elegido que, según registra la historia, fue favorecido con la mayor cantidad de votos en el siglo XX: 59% de los sufragios en las elecciones del 20 de diciembre de 1962.

Al calor del acontecimiento, Bosch hizo llegar al Listín Diario una suerte de declaración de principios que enarbolará durante toda su extensa militancia política. Sin embargo, al margen de su famosa “Carta desde el confinamiento” (Listín Diario, 28/09/63, p.7); de “La gramática parda del golpismo” (Life en español, 11/11/63, pp.14-17); y en 1981 dos artículos: “La historia secreta del golpe de Estado de 1963” y “La intervención yanqui en el golpe de 1963” en Listín Diario del 25 y 29 respectivamente (septiembre 1981), en los que observamos la evolución del análisis que ya venía insinuando en charlas radiales y entrevistas escritas: la responsabilidad foránea en el golpe de fuerza que depuso su gobierno.

En “La gramática parda del golpismo”, por ejemplo, responsabiliza a un grupo de militares y al derrotado candidato de la UCN en las elecciones de diciembre de 1962, aunque en este excelente relato de la madrugada del 25 de septiembre insinúe que los militares vacilaban como si temieran no actuar como querían los que, tras bastidores, dirigían el putsch. Su opinión cambió luego de la intervención militar norteamericana el 28 de abril de 1965 para impedir su retorno a la presidencia de la República. Se trataba pues, de un análisis personal de los acontecimientos al tiempo que, como expone en su carta de prisionero, dejaba trazada lo que sería su conducta política hasta el último día de su vida: “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura”.

Su relato, “La gramática parda del golpismo”, es desconocido en República Dominicana. En noviembre de 1963 la censura impedía que la prensa dominicana se hiciera eco de este extraordinario relato de la madrugada del 25 de septiembre de 1963. Un relato digno de los maravillosos cuentos de ficción de Bosch, pero con la agravante de que no sólo era verosímil lo que el conocido escritor narraba sino fatalmente verídico.

Un acto de irresponsabilidad política que menos de dos años después costaría tanta sangre al pueblo dominicano: “Yo sabía”, escribe Bosch, “que la resistencia hubiera costado algunos cientos de vidas y que iba a desatar el terror sobre un pueblo indefenso. El odio irracional de la alta clase media dominicana hacia ese pueblo es verdaderamente sobrecogedor, difícil de explicar y aún de admitir […] esa alta clase media, encabezada por los líderes de algunos pequeños partidos, por los líderes de los industriales y de los comerciantes, era precisamente la instigadora y la directora política del golpe”.

Para Bosch, el 25 de septiembre de 1963 fue la culminación de por lo menos cinco intentos, uno de los cuales data de antes de su toma de posesión y los demás en marzo, abril, junio y julio. En un párrafo limpio y sencillo, Juan Bosch describe las razones dominicanas y a los irresponsables dominicanos que actuaron aquella madrugada de hace 58 años en que su gobierno fue derrocado y responsabiliza a militares y civiles: “Al poner pie en tierra dominicana el general Atila Luna, a quien le había rechazado la compra de aviones de guerra comenzó a decir que había vuelto de México convencido de que yo era comunista.” Y agrega: “El doctor Fiallo cargará toda su vida con la mayor responsabilidad de este golpe; él fue el organizador de una maquinaria de propaganda verdaderamente infame, de la cual salían sin cesar las mentiras más patentes.”

La crónica de Bosch de los acontecimientos de la madrugada del 25 de septiembre publicada en Life en español en noviembre de 1963 es la única narrada por un testigo de esa aciaga noche. Ni Viñas Román ni Wessin escribieron sobre esa noche; tampoco Antonio Guzmán que estaba junto a Bosch esa madrugada y cuya esposa, cuñada de Viñas Román, sacó la carta de Bosch que publicó el Listín Diario en septiembre del 63; tampoco Viriato Fiallo se defendió de la responsabilidad en el putsch que le atribuye el depuesto presidente.

“La gramática parda…” es una crónica. No un análisis como los artículos “La historia secreta del golpe de Estado de 1963” y “La intervención yanqui en el golpe de 1963” en los que la participación de Estados Unidos en el derrocamiento de su gobierno se precipitó porque Bosch había decidido denunciar que el gobierno de Kennedy apoyaba a los grupos guerrilleros contra Duvalier que se entrenaban en República Dominicana. “Como se pensó que al estudiar los hechos”, escribe Bosch, “la OEA iba a decir la verdad sobre el lugar de donde salían las guerrillas de Cantave que atacaban Haití, se ordenó la desaparición inmediata del gobierno que yo presidía para que la OEA no se viera obligada a hacer la investigación que se le había solicitado el día 24 de ese mes de septiembre de 1963. Es más, el gobierno que había pedido esa investigación desapareció antes aun de que los funcionarios de la OEA tuvieran tiempo de conocer el cable del ministro de Relaciones Exteriores, doctor Héctor García-Godoy”. Por: Guillermo Piña-Contreras [Diario Libre]