Comercio medico salvaje. Es el origen de la profusión de cesáreas en vez del parto natural o el comercio clandestino de órganos humanos o los abortos a gran escala

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Son muchas las actividades de profesionales o técnicos criollos a los que muchos de ellos aplican un feroz muestreo de capitalismo a ultranza y que es la razón del por qué esta sociedad es extraordinariamente tan injusta. Solo hay que ver y entender determinados aspectos.

Para empezar, el periodismo. En donde si se es amigo o relacionado de un director, jefe de redacción, analista político o comentarista social y también en la radio y la televisión en donde la norma es el abuso de poder entre los sicarios mediáticos, automáticamente se tiene el billete del privilegio y al extremo,  de que basta que a uno de ellos se les acerque un conocido y le plantea lo que quiere y sin importar que lo pedido sea una afectación de derechos en contra de alguien, para que de inmediato el medio de que se trate o el conjunto de medios que se asocian con ese propósito, la emprendan contra la persona, funcionario público o ejecutivo privado y en unos términos tan hirientes, que lo que se procura es su destrucción moral y material. ¿muestra?, los llamados e infames juicios mediáticos paralelos, en los que la reputación mejor ganada en años, es destruida inmisericordemente y con absoluta impunidad.

A más, se tiene los equipos de agrimensores, midiendo terrenos afectando a vecinos o lo más paradigmático, de ese afán de lucros de médicos, cirujanos y cuerpo de auxiliares de la enfermería  y en materia de partos, en el que se privilegia la operación por cesárea (entre 30 y 60 mil pesos) en vez del parto natural que no cuesta ni siquiera 10 mil pesos o lo otro, de ese mercado medico tan detestable  e inmoral, de las ventas clandestinas de órganos humanos producto de accidentados o muertos por el tránsito vehicular y que los galenos y auxiliares ejecutan en el mismo instante de quien fallece y muchas veces en las ambulancias que les trasladan y ni hablar de uno de los crímenes más terribles:  Los abortos a gran escala, que por el orden de los 100 mil son practicados cada año entre médicos y clínicas de “renombre” y sin importar que las leyes los prohíben.

Todo el mundo conoce de todos estos ilícitos y todo el mundo mira hacia el otro lado y calla abusivamente y ni hablar de la autoridad pública en los tres estamentos del Estado y aun así, políticos, lideres de opinión o referentes sociales, con sus silencios, se convierten en cómplices de tanto atentado contra la dignidad humana y los fueros de los ciudadanos. Y así los dominicanos decimos que dizque “somos una democracia”. ¡Canallas! (DAG-OJO)