Desorden en CODEVI marca un nuevo tiempo para la perspectiva dominicana de actuar ante una emergencia que provoque daños a la propiedad dominicana allí y una alerta definitiva frente a los provocadores -civiles y militares- anti haitianos

0
240

Independientemente de suponer lo peor en materia de la anarquía haitiana con pretensión de invasión civil y mediante grupos armados de antisociales, la realidad ha sido, que, por primera vez, ayer se atentó contra la propiedad industrial privada de inversionistas dominicanos en territorio haitiano y que marca un antes y un después en la forma de como las autoridades dominicanas deben y tienen que encarar la nueva situación.

De primera intención, se hizo uso del factor militar como instrumento de disuasión y en segundo lugar el cierre temporal de negocios que, antes que nada, facilitan empleo a familias haitianas y que ofrecen trabajos indirectos a cientos de haitianos en la zona en la que opera la Corporación de Desarrollo Industrial (Codevi), situada en la comuna de Juana Méndez, fronteriza con Dajabón y como parte de un parque de zona franca en plena demarcación rayana.

También debe provocar cierta reflexión entre los gerentes del sector industrial y en cuanto a que si como algunas fuentes dicen, todo ocurrió por la molestia de algunos haitianos hambreados que se sintieron discriminados por la no pronta actitud de respuesta empresarial en materia de salud y de alimentos, que entonces esos responsables y de ahora en adelante, deberían de entender que ellos no están en aquella parte de Haití como deliberantes políticos y sí como instrumentos sociales de apoyo  a las familias haitianas empleadas en esa zona franca.

Mientras tanto, hay que evitar que los agitadores en ambos países limítrofes, los anti haitianos y anti dominicanos de lado y lado traten de aprovechar la situación y para que entonces y dándole el vuelco a la misma por el poco manejo empresarial, se torne en una de provocación y agitación política y social que de pie, para que bandas haitianas insurrectas contra el orden legal, intenten incursionar a peor contra todo cuanto pudiera significar dominicano.

Sobre todo,  que de parte dominicana, es hora de que los agentes del Instituto Duartiano y grupos seudo nacionalistas y demagogos alienados con la mente estrecha y provocadora del presidente del PRSC, Federico Antún Batlle, sean contenidos en sus reclamos absurdos como mentalidades reaccionarias seudo nacionalistas, de pretender arrastrar a nuestro país  a una política provocadora y hostil al pueblo haitiano y sin sentido, que pudiera alimentar la anarquía haitiana y ya dentro del sesgo de hacer del odio hacia nuestro país, la bandera de lucha que provoque determinada desestabilización social dentro de nuestras propias fronteras.

Lo de ayer, por ejemplo y frente al Altar de la Patria, impidiendo la convocatoria de un grupo de oportunistas que decían querer llamar la atención del problema haitiano, no fue precisamente una iniciativa feliz, pues bien mirada las cosas, lo lógico debió de ser, que ese grupo contestatario se apersonara ante las delegaciones de la ONU como del mismo Haití y no justamente en el corazón del nacionalismo dominicano, que de por sí pudiera ser entendido como una provocación más contra nuestra seguridad nacional y lo más significativo, originado en agitadores dominicanos , oportunistas y de gran resentimiento.

También lo táctico debe de ser, que tanto el Gobierno, los políticos y la partidocracia como los ciudadanos dominicanos en sentido general, debemos contenernos en tratar de propiciar cualquier agravio que con los nervios a flor de piel, muchos dominicanos pudieran entender, que determinados agitadores quieren llevar desinformación  y daño básicamente propagandístico, de ultranacionalistas o de supuestos liberales, “dolidos” por lo que ocurre en Haití, pero locos porque en nuestro territorio pudiera ocurrir un movimiento mayor y a más escala para afectar nuestra propia seguridad a lo interno.

Igualmente, los dominicanos y en todos sus sectores políticos y sociales debemos de entender, que no tenemos derecho a inmiscuirnos en los asuntos y problemas de otro país, salvo cuando los mismos son origen de fenómenos naturales en los que cabe la ayuda más cálida como benefactora y tal como esta nación hizo en el 2010 a favor del pueblo haitiano y su gobierno.

Mucho menos se puede considerar, que las iniciativas diplomáticas tomadas por el presidente Luis Abinader a favor de que el orden y la paz y abogando por  un gobierno constitucionalmente elegido en el país transfronterizo, pudiera ser calificada como injerencista, cuando Abinader está abogando por que la comunidad internacional despierte y le de una mano a su gobierno y para que de forma efectiva y pragmática, se contribuya a resolver la delicada problemática haitiana y sin que ello signifique presencia militar dominicana allí, salvo la propia en el limite fronterizo y extensiva a las empresas de zona francas dominicanas instaladas en el territorio rayano de los dos países.

En definitiva, muchos dominicanos agitadores y oportunistas y como los que hemos mencionado, también deben de entender y considerar, que ellos no tienen derecho alguno a afectar la seguridad nacional e incentivando alardes seudo nacionalistas anti-haitianos y provocativos contra la estabilidad social y política de nuestra nación.

El gobierno debe continuar en sus afanes pro-rescate del orden institucional y la paz en Haití y los agitadores dominicanos anti haitianos y tanto civiles como militares, deberían de tener presente y antes que los hechos desagradables y guerreristas ocurridos cuando nuestra primera Republica (1984-1965) por parte del Haití de aquel entonces, al Haití de los años de cuando nuestras luchas restauradoras, en las que Haití y su gobierno, el del general y presidente, Guillaume Fabre Nicolas Geffrard fueron los únicos extranjeros que nos dieron apoyo para restaurar nuestra independencia.

Pensando entonces en ese Haití,  el de las jornadas restauradoras nacionales de los años 1863-1865, que los dominicanos debemos entender y también considerar las fructíferas relaciones entre nuestros dos países y para nada aceptar las agresiones emocionales y planteamientos desquiciados de los extremistas ultra nacionalistas de los dos países y quienes para nada quieren entender, que aquellos tiempos de las luchas independentistas, no solo que ya desaparecieron, sino que solo deben ser tenidos en cuenta como parte de la historia y no como ariete para agredirnos.

Así, el panorama presente y viendo los hechos ocurridos ayer, planteamos, que el desorden en CODEVI marca un nuevo tiempo para la perspectiva dominicana de actuar ante una emergencia que provoque daños a la propiedad dominicana allí y una alerta definitiva frente a los provocadores, civiles y militares, anti haitianos. Ojo pues. (DAG)