Repasemos el castrante liderato político actual representado en tres expresidentes y el presidente de la República en ejercicio y nos daremos cuenta de que una parte de las viejas generaciones se resisten, a que las nuevas, asuman el papel y protagonismo social y político que les corresponde en la dirección de los destinos nacionales.
Hipólito Mejía de 83 años, Danilo Medina de 73 años, Leonel Fernández de 71 años y Luis Abinader de 57 años, más la corte o pandillas de seguidores genuflexos y todos cortados con la misma tijera del neo caudillismo balaguerista que siempre practican en sus peculiares estilos, hasta ahora, se han creído que ellos, que a juicio de muchos son los verdaderos cuatro jinetes del apocalipsis dominicano y por lo tanto, se entienden que son los únicos políticos que pueden gobernar este país y hasta que a cada uno se muera o mientras vidas activas tengan, solo hay que ver el mensaje corporal y visual que siempre presentan y como los únicos que deben gobernar y decidir por encima de 11 millones de dominicanos y lo que no es cierto, pues ninguno es imprescindible.
En cierta forma, también hay que hablar, de que cuando uno de ellos está en el poder, los otros y calladamente lo defienden y aunque “de cuándo en vez” y para entretener a la población, hagan como que son opositores. En la práctica, son una banda presidencial de facinerosos que en el fondo odian al país en el que nacieron.
Obsérvese, que con el palo de bibijagua que el Tribunal Constitucional le dio a la partidocracia y al frenarla en seco con la sentencia TC-0788-24 que le impone un retorno auspicioso al fundamento del sistema democrático: El voto ciudadano e independiente al voto oportunista grupal de los partidos políticos, los tres expresidentes han guardado silencio y sí han coincidido en utilizar sus sargentos políticos en las direcciones de sus partidos y para que sean estos los que den la cara, hagan saber su incomodidad contra el TC y por último, pretendan utilizar al pleno de la Junta Central Electoral en donde los tres expresidentes tienen sus seguidores y Abinader ni se diga, para que sean estos y después de una supuesta “reunión de consenso” con los partidos, busquen las fórmulas que permitan evadir la referida sentencia y que de suceder, la nación debería levantarse y pelear a lo absoluto.
Desde luego, es imposible que la TC-0788-24 no pueda ser aplicada, puesto que la misma no es susceptible de ningún recurso de revocación, pues por mandato constitucional, toda sentencia del TC debe y tiene que ser acatada por la generalidad de la ciudadanía.
Pero como los tres expresidentes se entienden jefes políticos a quienes no se les puede discutir y porque los tres asumen que están por encima de la Carta Magna y ni hablar del autoritario presidente en ejercicio, Abinader, verdadero pichón de dictador en base a una mayoría partidaria de desalmados, hemos visto como el conjunto de los seis partidos orgánicos reconocidos legalmente como tales y la retahíla de 24 inorgánicos y al no tener representación popular genuina, se encuentran y hablando en dominicano, “dados al pecao” frente a lo cierto, de que de cara a las elecciones del 2028, serán las candidaturas independientes de los ciudadanos frente a las de los partidos, las que en verdad serán el factor decisivo para que la libertad de escogencia de los ciudadanos, para esas elecciones realmente se imponga.
Lo que nos lleva a enfrentar o encarar la realidad, de que ya está bueno de que desde el 1978 al 2024, 46 años en total; esos tres expresidentes y sus partidos son los autores materiales de la terrible corrupción y depredación de los bienes y activos públicos que este país ha experimentado y provocando una sensible pérdida de no menos 500 mil millones de pesos en ese lapso.
Ahora bien, tampoco se entiende por qué todos estos expresidentes y el mismo presidente Abinader, no entienden, que si bien la sentencia le resta calidad a los partidos políticos y a ellos mismos al ser sus lideres, aun así, les deja las puertas abiertas para que como simples ciudadanos también pudieran postularse y al hacerlo, deberán tener que enfrentar la ola generacional nueva de todo ese liderato político y social de individuos entre 25 y 45 años quienes con toda razón irán por todas para sacarles totalmente del ejercicio del poder que han detentado de amanera abusiva como absoluta y que es el paso lógico que debe darse si este país quiere políticos nuevos, jóvenes y calificados y no los muñequitos de cuerda que los expresidentes y el mismo Abinader tienen para que como presidentes sean sus testaferros en el poder.
Porque en este punto hay que advertir algo y tomemos de ejemplo a la Fuerza del Pueblo, en la que se entiende que Leonel Fernández es algo así como su candidato presidencial eterno, pero quien pérfidamente tiene a su hijo, el senador de a dedo, Omar Fernández, como un probable candidato presidencial futuro, pero siempre y cuando tome experiencia y se prepare intelectualmente y políticamente se foguee en las cámaras legislativas, pues hay casos como el actual director de Aduanas, el abogado del bufete por trasmanos de Abinader, Eduardo Sanz Lovatón (Yayo) quien tiene una sobrada como exitosa carrera de administrador público y conocedor de las interioridades del poder, que no es el caso del senador hijo de Leonel y quien pudiera (Yayo) jugar un extraordinario papel como candidato presidencial o vicepresidencial de Abinader, llegado el caso.
Incluso, el mismo presidente Abinader, perfectamente que el PRM debería exigirle que no acepta su anuncio del 16 de agosto en cuanto a que no seguiría más como candidato presidencial y al mismo tiempo y mediante asamblea abierta, imponerlo y hacerlo presidente de su comité central ejecutivo, pues Abinader y con sus 61 años para el 2028, perfectamente que debería de ser el candidato presidencial y frente a un Hipólito que si está vivo y viable físicamente, tendrá 87 años, en tanto Danilo contará con 77 y Leonel con 75 y quienes, estos expresidentes serían unos vejestorios frente a candidatos de 40-50 años promedio.
Hablamos, de que entre 1960 al 2024 son tres generaciones políticas, sociales, empresariales, religiosas, etc., y quienes rumbo a la cuarta generación: 2020-2040 de la que apenas vamos por cuatro años cumplidos, se han repartido la vida y destino de esta nación y de que ya es hora para que en el 2028 las nuevas generaciones corten de raíz con ese pasado, que ahora atrasa y que impide que la nación avance.
¿Cuántos años tienen estos expresidentes mandando en este país y si contamos desde el 1970 a la fecha, cuando se preparaban para asumir sus etapas de gobierno?, nada menos que 54 años y lo que es más que suficiente.
Por lo tanto, debe venir una revolución generacional que desplace al pasado y ocupe todos los cargos y puestos de dirección en todos los poderes interdependientes del Estado, pero eso sí, esas nuevas generaciones deben entender que el futuro no será suyo si continúan de alcahuetes y cobardes que no se atreven a arrebatarle el poder a esos tres expresidentes, actuales cabezas de la dictadura partidocrática y lo otro tan importante, de cortarle la cabeza a la serpiente venenosa del empresariado mafioso y financiero, creador de las infames hienas mediáticas, las que con sus infundios y mentiras le han hecho creer a los dominicanos que todos ellos no son ciudadanos y si que deben permanecer como esclavos de quienes detentan los bienes y riquezas robados a la nación y quienes aprovechando la corrupción política y entronizados desde el Consejo Nacional de Competitividad (CNC) se ha llegado a creer que son más fuertes que el mismo Estado.
¿Se entiende por qué hablamos de ¿detenidos en el tiempo? Tres generaciones y cuatro años, es decir: 64 años (1960-2024) y todavía los mismos lideres y dirigentes políticos, impidiendo que las nuevas generaciones organicen sus liderazgos. No puede ser. El viejo caudillismo debe morir y si Abinader no se ajusta, se irá de paro. Con Dios. (DAG) 15.01.2025