Parecería que muchos todavía no han caído en cuenta que ya el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona no es aquel que llegó al poder con cierto grado cautelar de humildad y cierto temor ante lo desconocido que debía enfrentar en el 2020 como presidente de la República.
Ayer se vio a un presidente fuerte y decidido y con pleno dominio y control de su propio yo y de las decisiones que toma y lo más importante, que ha hecho conciencia de que su palabra basta para trazar el destino de la República para los próximos doce meses.
Paralelamente y como jefe de Estado y de Gobierno y lo más importante, como Comandante y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, ayer y desde el salón de la Asamblea Nacional, todos vimos a un gobernante recio, firme y con una vocación y ejercicio de poder que no se le conocía.
En este punto, un solo detalle le avala. Por primera vez e inmediatamente detrás suyo estaba el jefe del cuerpo de protección militar del presidente y a su lado, su igual para la Vicepresidenta de la República y ambos, uniformados y con la arrogancia suficiente reflejada en sus quepis respectivos colocados en sus cabezas y no como debería ser protocolarmente, teniéndolos debajo de sus brazos izquierdos al estar bajo techo.
Este solo detalle, marca una diferencia abismal entre el Abinader del 2020 y el Abinader de este 2023 y para mayor perspectiva, sintiéndose en el recinto augusto que la reelección constitucional ya se encontraba decidida. En otras palabras. Ayer, Abinader se estrenó como el jefe que ya es. (DAG-OJO)