Dos buenas noticias

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Hay dos datos económicos que se dan con gran despliegue de prensa pero que producen cierta extrañeza. El primero, los beneficios de los bancos: si ganan tanto… ¿por qué no bajan los intereses al pobre endeudado o se los suben al afanoso ahorrante? ¿O por qué no eliminan las tropecientas comisiones que se han inventado? (Mis amigos de los bancos me lo explican pacientemente cada vez que lo pregunto… Pero no hay manera, sigo sin entenderlo. O sin convencerme.)

El segundo, el de la llegada de las remesas. La cifra puede ser golosa y sonar a música a los gobiernos. Pero…. ¿no son la prueba de un fracaso?

Una parte de la población emigra porque siente que no tiene opciones aquí (primer fracaso: el país no ofrece lo que necesitan). Emigrar no es fácil, se van los jóvenes o los mejor formados o los más decididos (segunda pérdida para el país). Con suerte se establecen y empiezan a ganar dinero, pero no pueden aprovecharlo plenamente porque tienen que enviar una parte a los que se han quedado sufriendo las estrecheces que ellos tratan de evitar (tercera pérdida, esta vez para el que emigra).

Es un círculo que los políticos no deberían mostrar como el logro económico que según ellos representa esa entrada de divisas. Porque son la muestra de un fracaso: el país no ofrece las oportunidades de crecimiento y/o sociales que se necesitan para que la emigración no sea una salida tan deseable.

Que además de irse tengan que mantenernos no es nada de lo que sentirse orgullosos. Pero la clase política (no es cuestión de partidos) es capaz de dar la vuelta a la situación y presentar la llegada de remesas como un éxito de su gestión (macro y micro, además…) Que recibamos la cifra como si fuera algo que celebrar es raro. Por: Inés Aizpún [Diario Libre]