El adiós al Papa teólogo

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Es asombroso lo que se lee y escucha estos días sobre la figura de Benedicto XVI. No me sorprende, porque poco podemos esperar de algunos desinformados periodistas o sectarios teólogos de izquierdas que acuden a mentiras y análisis simplistas para valorar el legado de un Papa que estuvo a la altura.

El Cristianismo es el fenómeno más fascinante de la Historia de la Humanidad. Nada hacía presagiar que las enseñanzas de un judío condenado a la pena de crucifixión en una zona inhóspita y rebelde del Imperio Romano se convertirían en la religión más importante e influyente del mundo.

La palabra de Jesucristo se extendió de forma imparable y transformó el planeta. Los que critican a Benedicto XVI no pueden esconder su profunda ignorancia, incluso, aquellos que se convirtieron, tras salir de las aulas, en defensores de la Teología de la Liberación.

La Iglesia de Cristo no es una ideología política, una ONG o un instrumento al servicio del comunismo y el populismo, como sucedió con algunos sacerdotes desde los años de la Guerra Fría. La lucha de la Iglesia contra la desigualdad, la injusticia o las dictaduras no puede basarse en apoyar la lucha armada. No es el camino que marcan los Evangelios.

El Papa fallecido no reinante –eso de emérito es espantoso, lo digo con todo el respeto–, tuvo muy claro cuál es el papel que tiene que desempeñar la Iglesia. Espero que ahora inspire desde el Cielo a su sucesor para que abandone el populismo y el revisionismo. 

No fue un inquisidor, como algunos se atreven a decir, sino que acabó con los excesos de algunos teólogos desorientados. Nadie está obligado a formar parte de la Iglesia y las teorías desviacionistas no tienen cabida en ella.

Por otra parte, es muy significativo que algunos de esos sacerdotes defensores de la Teología de la Liberación o que entraron en política tuvieran vidas sentimentales desordenadas por las que renunciaron al voto del celibato.

Tanto Enrique VIII Tudor como Lutero se separaron de la Iglesia Católica, sobre todo, por motivos carnales, a pesar de que Francisco se olvide de la Contrarreforma y la lucha contra las diferentes herejías que han querido destruirla.

Finalmente, Benedicto XVI fue valiente y contundente en su denuncia de la pederastia poniéndose al lado de las víctimas. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]