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El clavo en el zapato de la construcción del canal que construye Haití es al mismo tiempo su Talón de Aquiles

Hasta ahora no hemos encontrado motivo o razón alguna para variar nuestra posición respecto a que el canal de riego, más bien de trasvase de aguas que Haití pretende en la parte de 2.5 kilómetros que el río territorial dominicano Masacre entra en territorio haitiano, se fundamenta en el hecho cierto, de que el mismo se construye aguas abajo del curso del río, en tanto aguas arriba en territorio dominicano, en ningún momento hay lesión alguna porque el cauce del río realmente está bajo el control natural de los dominicanos.

Para entenderlo no hay que ser ningún experto en hidrografía y disciplinas conexas, sino simplemente aplicar el sentido común y que, si el presidente Luis Abinader lo hubiese hecho, debió de haberse dado cuenta que el problema no es la construcción en sí y nada determinante para nuestros intereses y la soberanía nacional.

El problema está en el canal de referencia y siempre y cuando disponga de una obra de derivación, que obligatoriamente debería ser construida en territorio dominicano y si se quiere darle utilidad al canal que se pretende y esto, porque lo que se construye está muy por debajo del nivel del río y como lo recuerda el experto Fabio Herrera Miniño.

Lo anterior quiere decir, que, en vez de hacer desplantes y bravuconadas, la parte haitiana tiene que negociar con su contraparte dominicana, para que de este lado de la frontera se le construya la obra de derivación y que es lo que permitiría que el agua del Masacre entre en el referido canal y en un caudal suficiente no mayor a un metro cubico por segundo.

Si recordamos que Haití y cuando construyó su presa (la primera en la isla) la de Peligre en el año 1950 y la que ahora y porque no cuidaron su mantenimiento eliminando cada año los sedimentos, no tiene ningún tipo de utilidad. Lo primero que hicieron, fue impedir y armas en mano, que los dominicanos pudiéramos aprovechar eventualmente esa obra, que, si recordamos esa penosa actitud, realmente los dominicanos del 2023 no tenemos por qué concederles ninguna facilidad y mucho menos, cuando su canal y para que el agua penetre al canal “se necesitará construir un dique derivador que eleve el nivel del río por encima del fondo del canal para admitir un volumen determinado” y como muy bien observa Herrera Miniño.

Entonces, al final resulta, que técnicamente, su canal y como se supone que será cuando lo terminen, no les servirá de nada y si los dominicanos no les permitimos el dique derivador.  Ni que decir, que, por no haberse hecho las consultas técnicas en común, sea porque los auspiciadores de la obra y en su ignorancia entendían que nos darían un golpe a los dominicanos y que nos afectara y al olvidar que tener una facción del río, pero en su parte baja y nosotros disponer de todo el rio y en nuestro territorio en su parte de arriba, para ellos es un asunto que terminaría y hablando en criollo, sin pito y sin flauta.

Sí fue verdad, que nuestro joven presidente Abinader actuó emocionalmente al cerrar la frontera y militarizarla a mayor. Y lo que podría ser subsanable. Pero ya hemos visto lo que ha resultado de todo el contencioso, que las autoridades haitianas han respondido a la reapertura fronteriza para fines comerciales, cerrando su parte y reprimiendo a sus comerciantes si volvían con productos adquiridos aquí.

Ante esta nueva situación, quienes a la larga se perjudican son los dominicanos y haitianos rayanos, es decir, los que viven en la franja fronteriza. Unos porque no pueden vender y otros porque se les obliga a no comprar, una actitud estúpida por parte de un gobierno provisional cuyos gobernantes solo piensan en quedar como herederos del Estado Haitiano y con el estigma, de que a quien se le identifica como “primer ministro”, sus propios conciudadanos y públicamente, le implican en el magnicidio perpetrado contra el presidente Juvenal Moïse.

Razones hay para entender y si esto es así, que hasta ahora,  Haití no tiene una contraparte aceptable para negociar con el gobierno constitucional dominicano, por lo que necesariamente se entienda, que hasta tanto en Haití no exista una autoridad formal que demuestre que controla todo el territorio haitiano, entonces los dominicanos deberemos esperar lo que resulte de la anunciada intervención militar humanitaria que la ONU ha dispuesto y la que ahora ha quedado demorada por el grave problema geopolítico de partida doble que representa la guerra en Ucrania y su añadido de la guerra entre Israel y Palestina.

Mientras tanto, a nuestro modo de ver, el presidente Abinader puede darse el lujo de esperar y no ceder en absoluto a las pretensiones haitianas, hasta ahora ocultas, de que para que su canal sea funcional y utilizable, se requiere la construcción de un dique derivador en territorio dominicano y que ante tal realidad nos podremos mantener cruzados de brazos todo el tiempo que la terquedad y prepotencia haitianas no desaparezcan. De lo contrario, la militarización en zafarrancho de combate debe proseguir y los haitianos que quieran pasar a los mercados binacionales en territorio dominicano deberán ajustarse a nuestros requerimientos de seguridad de control facial y biométrico.

Lo que sí creemos pertinente, es que conociendo los dominicanos, que con relación al país transfronterizo, los haitianos nos tienen una relación de amor y odio avivada por los políticos y clase media de Puerto Príncipe, no así por sus iguales en la pujante ciudad de Cabo Haitiano, lo correcto debería de ser, que el gobierno nacional abriera un intento de contacto y negociación con los ciudadanos y empresarios y periodistas de Cabo Haitiano y por ser estos los mejores interlocutores no radicalizados y a través de los cuales se pudiera llegar a un entendimiento, que obligue al gobierno provisional de Henry  a tener una perspectiva nada prejuiciada de la situación que su irracionalidad ha llevado.

Todavía más, el gobierno plutocrático que preside Abinader y en cuyo seno hay enlaces de la burguesía haitiana y ya aposentada en nuestra nación y asociada a iguales dominicanos, perfectamente que podría utilizar esa relación empresarial y darles la espalda a los políticos de Puerto Príncipe y resolver de una vez y por todas el contencioso y ojo, sin ceder lo más mínimo en nuestra soberanía. Incluso, deberíamos sugerir una relación comercial público-privada y con mayoría accionaria dominicana y participación haitiana de Cabo Haitiano y para resolver en definitiva el lio que los ignorantes políticos y burguesía en la capital haitiana han avivado.

Las vías para una buena negociación binacional están abiertas, siempre y cuando la arrogancia haitiana ceda, de lo contrario, los dominicanos solo tenemos que esperar, que ellos entiendan, que el clavo en el zapato de la construcción del canal que construye Haití es al mismo tiempo su Talón de Aquiles. Con Dios. (DAG) 04.11.2023

 

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