¿El dinero da la felicidad? Este es el salario perfecto para ser feliz, según la ciencia

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Al parecer, eso de que “el dinero no da la felicidad”, es algo más que una frase hecha para consolar a los que no tenemos. Varios estudios han tratado de rastrear la relación que existe entre el “bienestar emocional” y la situación económica… y los resultados son bastante curiosos:

En el año 2010, Daniel Kahneman y Augus Deaton, de la Universidad de Princeton, pusieron el límite de la felicidad en los 75.000 USD/año. Hasta llegar a esa cifra, que equivaldría a unos 4.000 o 5.000 euros al mes, sí es cierto eso de “cuánto más alto, mejor”; pero una vez superado ese umbral… más dinero y más felicidad, dejan de estar relacionados.

Podemos concluir, por los datos de este estudio, que una vez que se han cubierto todas las necesidades de la Pirámide de Maslow, cuya última fila es la de la “Autorrealización”; el dinero deja de ser tan relevante.

Otro estudio más reciente publicado por la revista Nature en el año 2018, también corroboró los hallazgos de Kahneman y Deaton. En aquel estudio, los investigadores realizaron encuestas a 1,7 millones de personas de un centenar de países diferentes.

Según los resultados, sí existe un aplanamiento de la felicidad después de haber cubierto las necesidades de la Pirámide de Maslow. Pero, a diferencia de lo que planteaban los investigadores de Princeton, que se habían centrado únicamente en la sociedad estadounidense; estos investigadores encontraron que, en los países en vía desarrollo, este aplanamiento es menos “plano”.

Es decir, que en sociedades donde se necesitan más ingresos sobre la media de la población para cubrir las mismas necesidades, y por tanto, alcanzar el mismo grado de felicidad; el crecimiento de la felicidad se ralentiza, pero no se paraliza al alcanzar este umbral.

¿Y si no son términos absolutos, sino relativos?

Hay quién sugiere que, en realidad, lo que está más conectado con la felicidad, no es tanto la cantidad de dinero que ingresamos en términos absolutos, sino en términos relativos; es decir, que somos más felices si ingresamos más que las personas que nos rodean. Los estudios que secundan esta teoría, sostienen que esto se debe a un principio evolutivo por el que necesitamos compararnos con la situación de otras personas.

Una de estas investigaciones tuvo lugar en 1974, cuando el economista Richard Easterling identificó que la felicidad neta de Estados Unidos apenas había aumentado en los anteriores 30 años… pese al enorme desarrollo de la economía del país en esa época.

Esto puede explicarse también por un concepto psicológico llamado “adaptación hedónica”, que es la tendencia a moderar nuestra felicidad después de una buena noticia. Por ejemplo, esto puede suceder cuando nos informan de que nos han subido el sueldo. Al principio, la sensación de alegría es inmensa; pero unos minutos después, esas sensaciones van decayendo… y con un poquito más de tiempo, se nos vienen a la cabeza otros nuevos objetivos; por lo que, en realidad, esa alegría momentánea no ha hecho demasiada mella, y nos adaptamos a la nueva situación. Por: Héctor Herrera [ La Razón]