El efecto decisivo de una foto políticamente bien tomada. La marcha de ayer, de Leonel y sus 100 autobuses de transporte

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El día de ayer, un partido opositor que en las últimas elecciones no logró por sí mismo ni seis legisladores y porque los que tiene les fueron “donados”, pero que, en cambio, tiene un excelente aparato de propaganda compuesto por esos fascistas de nuevo cuño, hijos de la corrupción y del vicio de mentir de continuo para generar una aparente verdad y siempre manipulada.

Presentó credenciales preelectorales con una marcha tan ordenada, que con la vestimenta de color verde que primaba, parecería que en algún momento las camisas pardas nazistas de cuando la Segunda Guerra Mundial habían “transmutado” hacia otras nuevas y de verde, que de tan alineados sus participantes y por calles estrechas, solo faltó que el “caudillo” renacido que les dirigía, hubiese emitido una soflama tan divisoria de clases y como lo es lo suyo.

En lugar de ello, el tres veces expresidente, Leonel Fernández y como si fuera una reencarnación del pasado, de cuando los jefes machos primaban y se imponían y en su decisivo y oculto rol de padre de la corrupción dominicana, se mostró y se hizo querer frente a una multitud de activistas idiotizados, quienes sin duda les habían alquilado sus cerebros y le veían como su nuevo mesías.

Todas las consignas habidas y por haber y con miras de manipular las emociones de quienes veían desde aceras y balcones aquella apuesta de marcha ordenada, que, de tan disciplinada, más había que tenerle miedo, que verla como una concurrencia en la que cada uno pensara por sí mismo y entendiéndose de lo que esa fuerza humana sería capaz y si se le ordenara que destruyera todo a su paso.

Desde luego y en cierta forma, el doctor Fernández, quien a estas horas deberá de estarse dando pellizcos en su ombligo, logró la imagen que se propuso de que se le vea y no que necesariamente se le entienda, como la especie de redentor a ultranza que gusta mostrar y aun cuando mucha gente le considere también como uno de los más grandes farsantes de opinión que tiene este país.

No menos de diez barrios populares de la periferia de la capital dominicana sintieron el impacto del paso de los miembros de la Fuerza del Pueblo y quienes llenos de un delirio de borrachos, lo único que les faltó, fue que levantarán su brazo derecho y se revelan como los neofascistas que ahora son.

Al mismo tiempo, lo que más llamó la atención de los observadores, fue como la psiquis de camarógrafos, fotógrafos y redactores de los medios de la prensa mercancía que cubrieron la jornada, experimento un cambio emocional tan agudo, que no había que tener mucha imaginación y para entender que las crónicas que emitieran serían las propias de activistas fanatizados y no de periodistas independientes.

Justo por ello, los reportes periodísticos matutinos, así como los criterios de analistas y opinólogos en las estaciones de radio y televisión y en el reducto de las redes sociales, marcó un paso de histeria pura y con lo que servían al factor propaganda del partido minoritario del doctor Fernández y lamentablemente, también confundían a la atrapada opinión pública y con esos ángulos de fotos tan sugerentes.

Por lo que se dijo, la demostración de fuerza de propaganda, tuvo como objetivo, realizar una protesta “contra el hambre, el desempleo, el alto costo de la vida y la inseguridad ciudadana” y que viniendo del partido del tres veces expresidente y habiendo sido este tres veces presidente de la República, fue una desagradable burla y cuando se recuerda, que este político y en sus mandatos no disminuyó la pobreza, dio aliento a la corrupción, se hizo el loco en materia de darle protección a la ciudadanía y para que ahora y de demagogo y que por lo visto cree que la gente no le recuerda cómo fue su paso por el poder, tiene la cara dura de hacer creer que lo que va del gobierno del presidente Luis Abinader, para la nación ha sido supuestamente, peor que sus mismas ejecutorias cuando era poder.

Pero bueno, se está en precampaña electoral y hay que crear conversos y al mismo tiempo confundir al gran público y que mejor, si el doctor Fernández conoce, que él se mete a ese periodismo de analfabetos funcionales en sus bolsillos.

Solo había que escucharle y diciendo aquello de que supuestamente, los trabajadores dominicanos, «ven cómo sus salarios pierden poder adquisitivo por los altos precios de los alimentos, las medicinas, la factura eléctrica y los combustibles, a pesar de los precios bajos del petróleo, alzas provocadas por el mal el gobierno del PRM y Luis Abinader», para entender que la fase demagógica de este político y para este tiempo, será mucho mayor y peor, cuando sus propagandistas entiendan, que deben iniciar la corrida difamatoria injuriosa y continua, para tratar de acallar a las voces disidentes y aplastar a los activistas políticos contrarios.

Ante tal circunstancia, los casi cinco mil concurrentes a la marcha en cuestión y transportados en cien autobuses que aguardaban en calles aledañas al cierre de la marcha y en su incendiario fervor leonelista, no perdían oportunidad para insultar a los adversarios del doctor Fernández y como perros ladrándole a la luna, emitiendo los peores dicterios y lo que más sorprendió: Procacidades e insultos personales contra Abinader y su familia, mientras lo más revelador, no había nadie en la mayoría de los balcones de las casas y en las calles por las que pasó su marcha y tan diferente a sus años de poder.

De este modo, la marcha de Leonel fue el retrato definido de un resentido social, que con todo y ser multimillonario y tener ingresos millonarios gracias al sudor de los de enfrente y a la corrupción que creó, parecería que le pica su amor propio que la República tenga un presidente de 56 años y lleno de vitalidad y que frente al doctor Fernández, envejecido y paso lento, representa el futuro con luminosidad frente al pasado oscuro que el doctor Fernández había creado.

Sí debe reconocerse, el efecto decisivo de una foto políticamente bien tomada. La marcha de ayer, de Leonel y mediante la cual, para no pocos, les pareció que el tres veces expresidente movió multitudes y aplastaba toda voz disidente, cuando en realidad no fue así y sí que se estuvo frente a la muestra patética, de un farsante de opinión, que cada vez vuelve a pisarse su propia cola y en esta ocasión, de hacerlo y con el peligro de caer por nueva vez y definitivamente. (DAG) 02.05.2023