El nuevo orden mundial

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La brutal invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto la fragilidad en que está instalada la cómoda sociedad europea, que estaba acostumbrada a que los conflictos bélicos estuvieran al otro lado de sus fronteras. Hay dos realidades. Una es la que está formada por las democracias, que son las sociedades más ricas del mundo, y la otra es el resto.

No hay más que analizar a los países que forman el G-8, una vez suspendida la presencia de Rusia, la OTAN y la Unión Europea. Ahora hemos pasado a vivir en un mundo lleno de incertidumbres que nos afectan directamente. El resto de las guerras nos quedan más alejadas e, incluso, hemos podido huir de ellas con gran cobardía como sucedió con Afganistán.

No nos importan los pobres afganos sometidos a la brutal dictadura teocrática de los talibanes. En alguna ocasión nos hacemos eco de la situación de las mujeres para lavar nuestras conciencias. Es la hipocresía occidental que tanto irrita al resto del planeta.

Lo que sucede en Ucrania golpea nuestras conciencias, pero también los bolsillos de los ciudadanos europeos con la irrupción de una inflación que se intenta controlar con una espiral de endeudamiento. Nada que ver con la situación de Estados Unidos, nuestro principal aliado.

Los europeos somos como los aristócratas decadentes o los burgueses que viven por encima de sus posibilidades.

Me recuerda a un empresario de prensa en que en los años ochenta quería vender la vajilla y la cubertería familiar para pagar las nóminas. He visto a muchos burgueses catalanes vivir instalados en el recuerdo de las glorias pasadas de unas industrias que habían llevado a la ruina mientras gastaban a manos llenas para mantener su estatus en el Polo, el Liceo o el Círculo Ecuestre.

Europa languidece, como les sucedió a otros imperios a lo largo de la Historia, pensando que pinta algo en el panorama político internacional dominado por Estados Unidos y China. Lo mismo le sucede a la Rusia de Putin, instalada en unos fastos imperiales que no puede mantener.  Su fracaso en Ucrania, aunque siempre he defendido que será una guerra larga que nadie puede ganar, es la constatación de su decadencia.

El nuevo orden mundial que ha comenzado gira alrededor de China y los populismos que tanto gustan a los antisistema europeos. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]