El sometimiento a Balaguer en el gobierno de Jorge Blanco, una historia personal y compleja y muy controvertida

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Dado que ahora la historia tiende a reescribirse y muchos hechos y personajes ocurridos y vigentes en determinadas épocas han desaparecido de la memoria gráfica y literaria y al extremo, de que casos peculiares de grandes personajes públicos han sido olímpicamente ignorados y  sin importar que hubiesen sido de gran impacto político y social y como ahora se muestra en la Wikipedia, hemos entendido lo prudente y necesario y para fines de confrontación de hechos históricos, escribir esta narrativa en lo que forzosamente lo personal va de manos con lo política y socialmente objetivo.

Para el periodo 1982-1986 era presidente de la República, el político santiagués, Salvador Omar Jorge Blanco con quien nos une un rasgo familiar único: Somos primos.

Hubo un momento y cercano al 1984 si mal no recordamos y esto así, porque todo el expediente fue secuestrado por el abogado actuante, Arias Mota y por instrucciones del liderato del PRD y en connivencia con el abogado defensor de Balaguer, Pina Acevedo, que por el caso luego sería premiado como diputado.

Fuimos llamados una mañana por el presidente Jorge Blanco y quien nos hizo la siguiente pregunta: “¿qué tú dirías de un anciano expresidente que por indagaciones mías descubrí que tenía 30 millones de dólares depositados en Grand Cayman a través de un ingeniero, quien luego y por el ácido requerimiento de ese expresidente y su hermana política y filántropa, no aguantó la presión y se suicidó, al requerírsele el porqué había ocurrido que de esa cuenta desaparecieran dos millones de dólares que un hijo del ingeniero y sin conocimiento de su padre se había apropiado”?

Azorado por la sorpresiva pregunta, solo dijimos, que, si eso había sucedido y había un muerto de por medio, necesariamente que debería ser un asunto propio de la Justicia.

De respuesta, Jorge Blanco nos dijo: “Se trata de Balaguer y de Emma su hermana y creo lo mismo que tú, que debe ser dilucidado en los tribunales”.

A partir de esa reunión, aquel presidente dio las instrucciones para que se nos dieran toda la documentación y la que nunca recibimos, solo fotocopias y entregadas luego a Arias Mota que había elegido de abogado y quien junto al exalcalde Manolín Jiménez, que era algo así como su consejero, se repartieron los honorarios del caso y que llegaron a unos 80 mil pesos. Quién escribe, no conoció ningún otro dinero, salvo promesas de que el gobierno financiaría un periódico semanal y lo que parcialmente ocurriera.

Cómo cabía esperar, el escándalo no fue chiquito y de Balaguer, las reacciones que obtuvimos fueron dos. Una privada y la otra pública. Para la privada, buscamos el auxilio del alguacil de Estrados de la Suprema Corte de Justicia, Claudio de los Santos. También y al igual que nosotros, cercano por simpatías políticas a Balaguer y a quien le entregamos el dinero, que a su vez nos había sido entregado en su despacho por el entonces ministro administrativo, Rafael Flores Estrella, a quien le brillaban los ojos del contento que le producía la iniciativa legal. Dinero que De Los Santos llevó por instrucciones nuestras al mismo Balaguer, quien airado y sosteniendo el paquete de dinero en sus manos, decía e irritado: ¿“así que esto es lo que yo valgo?, y de rodillas y de acuerdo con lo narrado por De los Santos, Balaguer juró que de volver al poder aplastaría a Jorge Blanco y le haría pagar su osadía y lo que en efecto sucedió.

Balaguer y quien escribe, arrastrábamos un contencioso mal disimulado a partir de que nos enteráramos que él había ordenado la quema de los dos mil y tantos votos a investigar de las elecciones para los cargos legislativos y en las que participamos como candidato número 7 de las elecciones del 1982 y cuando ya nos faltaban 300 votos para ganar la curul, dispuso que se quemara la urna y que se dijera que fue el PRD, partido, de Jorge Blanco, el que los quemó.

Debido a esa motivación, aceptamos abrir el proceso contra el entonces expresidente y conscientes, de que dada la condición de caudillo de Balaguer y su vuelta al poder en el 1986, las reacciones en nuestra contra serían más de represalias. No nos ocurriría ningún hecho grave contra nuestra integridad física, pero sí que sentiríamos su mano apretando nuestro cuello como un puño de hierro, lo que también sucedió y hasta que se volviera a una nueva reelección que se nos dejaría tranquilos y se nos buscaría la colaboración.

Hubo un momento y después de que se diera el impacto político del sometimiento y que fue propagandísticamente brutal, que la reacción publica de Balaguer se hizo conocer: Caminaba en el Mirador Sur y allí, los periodistas le preguntaron sobre el tema: “yo no contesto al perro, solo al amo” y que provocara nuestra reacción desde el Palacio Nacional donde teníamos años como nuestra principal fuente de información y en una rueda de prensa y en la que solo dijimos que nos sentíamos honrados de que “el Doctor nos llamara perro y porque el perro es el mejor amigo del hombre, lo que significa que nos tiene como su amigo”.

También hubo otra reacción que realmente no esperábamos: Jorge Blanco se acobardó y ordenó a Flores Estrella que nos quitara la documentación original y de lo que lamentamos que nunca se nos ocurrió sacarle fotocopias. Flores Estrella estaba histérico y decía, que, si Balaguer ganaba, el se refugiaría como diputado, “pero a ti te llevará el Diablo” y el resto de su tiempo de ser parte del gobierno, nunca más nos recibió y tampoco contactó.

En tanto el tiempo pasaba, en el aspecto legal decidimos retirar la querella que ya estaba a nivel de la Suprema Corte de Justicia y con lo que se facilitaba que Balaguer dejara de estar sub judice y pudiera presentarse como candidato para las elecciones del 1986 y de lo que en conversaciones de cercanías en las que medió el exsenador Sócrates -Chino- Pichardo, Balaguer se mantenía enterado.

La reacción de Salvador fue increíble: Ordenó que un comando nos persiguiera y se nos matara y lo que fue conjurado, cuando con el auxilio de nuestro hermano menor, José Guillermo y después de un corre corre hasta su oficina privada, nos llevó a la residencia de Jorge Blanco y todavía perseguido por el comando operativo y lo que allí sucedió y para decirlo suavemente, “fue entre primos”, pero al final, Salvador y Asela y más serenos, optaron por dejarnos tranquilos. El presidente y ahí mismo dispuso la contraorden para que el comando operativo no actuara y nosotros retirándonos de su casa y dejándole con nuestro hermano, quien en todo momento advertía que, si nos pasaba “algo”, hasta ahí llegaba la familiaridad amistosa y estrecha entre él y el primo.

Igual debemos decir, que entendemos, que Balaguer no tenía nada que ver con la dichosa cuenta bancaria, pero sí su hermana Emma y que luego del hecho, el hijo del ingeniero que fuera señalado, nunca se le molestó y quedando en nebulosa y al no disponer de documentación, de si hizo o no lo que se le imputaba y que fue la razón de que su padre se pegara un tiro frente al hospital militar en la capital de la República y frente al Parque Olímpico.

Balaguer pasó la momentánea tormenta política, la superó con creces y hasta el 1996 hizo una de sus mejores presidencias y al extremo, de que el PRD y su principal líder opositor, José Francisco Antonio Peña Gómez, de quien en un artículo tiempo atrás, preguntábamos si era o no de ascendencia haitiana y que nos valió un gran terremoto político y el odio perredeísta de los más fanatizados, se impuso y olvidando, que hubo aquel momento que el político y nosotros nos reunimos y para advertirle que en el gobierno de Antonio Guzmán se habían dado instrucciones para matarle, advertencia que PG quiso corresponder y al comprobarlo, queriendo que fuéramos el tercer candidato a diputado y lo que rechazamos de pleno. PG impuso, que en el Congreso Nacional a Balaguer se le reconociera como el Padre de la Democracia dominicana y de lo que habíamos sugerido en un discurso electoral en la comunidad de Baitoa y que el Listín Diario recogió a página entera.

Al final, los acontecimientos nos encontraron con un Balaguer que nunca fue nuestro enemigo y al que vimos por última vez, cuando el 14 de julio de 2002 muriera y en su funeral y frente a su cadáver, junto a nuestra esposa, le rendimos sentido homenaje de recordación personal e íntimo y como también habíamos hecho al momento de velar a su hermana Emma, en su habitación privada y junto a su ilustre hermano en tiempos atrás y mucho más atrás al padre de ambos y como también el de la madre. (DAG-OJO)