Desde el momento que en mayo de 1973 viajamos por primera vez a la Argentina para cubrir los actos de instauración en el poder del presidente Héctor José Cámpora y lo que se repitió meses luego, en octubre del mismo año con el retorno y ascenso del general Perón a la presidencia de aquel país sudaca, fue casi de inmediato que nos dimos cuenta, de que el Partido Peronista no era una formación como las demás, sino que es un inquietante conjunto de partidos federados, cuyos lideres siempre han tenido ideas, sentimientos y políticas contrapuestas.
Debido a esa realidad, constatamos que el peronismo es y si se le deja, lo más parecido a un arma de destrucción masiva y lo que ahora vuelve a nuestra memoria con el aparente intento de asesinato de la expresidenta y actual vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, protagonista de un aparente intento de asesinato ocurrido en la noche de ayer.
La duda nace, al conocer que el arma homicida se encasquilló y que por esa razón el presunto magnicida no pudo cumplir su objetivo y lo que ahora las autoridades de aquel país están investigando. El hecho le vino como anillo al dedo a una vicepresidenta que está siendo acorralada judicialmente por presuntos hechos de corrupción cometidos en su mandato anterior y a las facciones peronistas que la siguen, les vino de perlas para lograr motorizar una serie de adhesiones colectivas que puedan darle impulso a la defensa política que la vicepresidenta promueve en su afán de no ser juzgada por corrupción en el poder.
Debido a esta realidad que conocemos, en principio, dudamos del intento de magnicidio, pero del que, si las investigaciones comprueban que efectivamente se pretendió asesinarla, entonces no nos cabe la menor duda, de que el peronismo está decidido a utilizar el frustrado intento y como arma letal en contra de sus enemigos políticos y como estocada siniestra en contra del actual presidente de aquella nación. Hay que aguardar. (DAG)
