En este país nunca ha dejado de existir la autocensura periodística y desde los propios medios y POR EL OJO DE LA CERRADURA es la mayor muestra de ello.

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¿61 años de existencia de una prensa entregada a la oligarquía y ahora es que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) le coloca el banderín rojo porque supuestamente aquí se “atenta contra la libertad de prensa”?

En estos 61 años y por más que los periodistas llamados “izquierdistas” y favoritos de la oligarquía controlada por los Vicini, hubiesen hecho para encubrir la ausencia sistemática de libertad de prensa, ahora resulta, que desde la SIP le ponen bandera roja a esa prensa y con el pretexto, de que las autoridades supuestamente impiden o coartan el libre ejercicio periodístico y lo que no se corresponde a la verdad absoluta.

Y no se corresponde, porque en líneas generales y luego de desaparecida la dictadura trujillista, los pocos medios de comunicación que existían entre el 1930 y el 1961, no solo que representaban los intereses de aquel régimen totalitario y la mayoría sin estar auténticamente al servicio de la población y de las “masas populares”, sino que en realidad, aquellos medios, no más de cuatro diarios impresos y poco menos 20 emisoras y tres televisoras, inmediatamente fueron copados por los intereses oligárquicos y al extremo, de que del encierro anti libertad de expresión y también de información oficial, se pasó al mismo encierro pero en esta ocasión, para solo favorecer los intereses oligárquicos y los nuevos emergentes de comerciantes e importadores.

Aquello era tan asfixiante, que POR EL OJO DE LA CERRADURA nació por la voluntad del presidente Joaquín Balaguer, quien quería una columna política de opinión “que atacara la corrupción de mi gobierno” y la que pudo surgir, porque la parte de la oligarquía dueña de los periódicos Listín Diario y Ultima Hora quería disponer de un punto de apoyo que le diera base para tener un acceso permanente al entonces presidente de la República y a cambio, le permitirían “el capricho” al presidente y como bien nos dijo el directivo Moisés Lopez-Penha.

Fue de esa manera que el 19 de marzo de 1972 salió la primera entrega en el vespertino Ultima Hora y la que como columna política de opinión fue recibida con gran beneplácito público y al tiempo que el funcionariado se crispaba y la clase política dudaba de aplaudir o de criticar y por el ímpetu que se tuvo al lanzarnos directamente contra la corrupción oficial y su colateral de beneficiarios del poder desde el comercio y la industria como suplidores del Estado.

Al año de estar publicando todos los días. Empezamos a descubrir el “método” que los dueños de aquella prensa tenían para hacer valer sus criterios o imponerlos y para lo cual, sus directores eran los que actuaban y dirigían la especie de guardia pretoriana compuesta por uno que otro redactor cercano, que solo favorecían los intereses de quienes les pagaban.

Conocimos entonces la autocensura impuesta como condición básica, si quien escribía quería que sus ideas, conceptos y palabras fueran publicados y en el caso nuestro, porque debido a quien nos apadrinó, se entendía que éramos lo más parecido “al periodista de Balaguer” y por eso la censura no se cebó en nosotros, pero al año y pico debimos de mudarnos a un vespertino presuntamente de ideología izquierdista, La Noticia, que creado por periodistas y de origen pequeño burgués, para su nacimiento, no solo que contribuimos sirviendo de intermediario frente al Palacio Nacional, sino que al final, el mismo Balaguer debió de dar su consentimiento, luego que los responsables del mismo le llevaran la primera edición lista para ser imprimida y la que luego de chequeada, el gobernante dio su consentimiento.

Es decir, La Noticia nacía huyéndole a la censura empresarial y de prensa, pero buscando el permiso de la otra oficial.

Casi al año y pico de estar allí y con unos niveles de audiencia realmente importantes, la fama de la columna era que allí se debatía todo cuanto en las páginas  regulares de los periódicos no se decía y porque la gente llegó a entender que escribíamos en función de tener un espíritu libre y a prueba de presiones de cualquier índole y hasta que ocurrió la delicada situación de otro columnista y agente marxista, Orlando Martínez, quien tenía su columna en el vespertino El Nacional de Ahora y la que prestaba espacio para que el comité político del Partido Comunista la utilizara, hasta que por una controversia en la que aquel se metió y que implicó a altos jefes militares de esos tiempos de la guerra fría, fue asesinado y su lugar y a petición del dueño del vespertino, Rafael Molina Morillo, lo ocupamos, porque al decir de Molina Morillo, “desde el crimen de Orlando, el periódico ha sufrido una gran baja y solo tú columna es la única que le pasa a Microscopio, en público y fuerza de opinión”.

Para ese entonces, ya habíamos entendido plenamente lo que Balaguer nos dijo en cuanto a que quería una columna que atacara la corrupción de su gobierno y convirtiéndonos en una, de la que el mismo gobernante a veces se resentía y lo que fue aprovechado por nuestra competencia para crear todas clases de insidias e intrigas y hasta que un día y por pedido del líder del PRD, Peña Gómez, a Morillo Molina se le pidió que nos sacara  “y si no quieres enfrentarnos de a duro cuando fuéramos gobierno” y que fueron las palabras que Molina Morillo nos dijo como justificación para sacarnos.

Fue así como empezamos a sentir la autocensura periodística como política y también la gubernamental y de ese modo, enfrentados a todos, pasamos al matutino El Sol donde estuvimos y al que fue el primero que solicitamos entrada y por miedo no se nos aceptó y cerrando de ese modo el ciclo Balaguerista de los doce años (1966-1978). Cuando el PRD llegó al poder en agosto de 1978 ya estábamos en la radio con nuestro radio periódico Tribuna Libre y con una audiencia, número uno a aquel momento.

La llegada del PRD nos significó la prohibición inmediata del uso de la radio y televisión y el impedimento de publicar nuestra columna. A ese momento toda la prensa y en particular la dizque de “izquierda” aplaudió a rabiar junto con las redacciones de los periódicos de la oligarquía y estableciéndose de inmediato, por la misma prensa, una censura sobre todo cuando expresáramos y lo que duró hasta la llegada del segundo gobierno del PRD en el 1982, en tanto a nosotros se nos dio la casa por cárcel por casi dos años.

En resumen, la autocensura periodística nos abarcó de plano y tanto, que intrigas y maquinaciones valieron para que el mismo Balaguer nos prohibiera por dos años la entrada al Palacio Nacional y lo que fue impulsado por la publicación en el periódico El Siglo y durante una semana,  de más de cincuenta entregas de POR EL OJO DE LA CERRADURA y sacadas de contexto y solo enfatizando en las críticas que hicimos de la corrupción en los gobiernos de Balaguer, lo que sucedió, porque el presidente del grupo económico de comerciantes y tenderos que controlaban el grupo Bancomercio, Nene Ureña, a su vez dueño del matutino citado, quiso vengarse de nuestras criticas y en lo cual, contó con el apoyo de los medios de la “gran prensa” y sus principales alabarderos.

Desde ese tiempo y ya entrado los años noventa, que volvimos a publicar en La Noticia y teniendo programa de opinión en la radio y la televisión, la autocensura periodística nos persiguió férreamente y al no soportar que no perdíamos audiencia y tampoco nos acobardábamos. Fue un tiempo muy amargo, pues periodistas que entendíamos profesionales fueron los que más influyeron para nuestra salida de Rahintel y La Noticia.

Meses luego y contra todo pronóstico, el nuevo dueño del vespertino citado y también de El Siglo, Ramón Báez Figueroa, nos llamó a su despacho y diciéndonos: “He entendido que el servicio que usted le hace al país haciendo un periodismo critico y de contrapesos debe sostenerse y por eso quiero que entre a mis medios y donde tendrá todas las facilidades”.

Tuvimos entonces un grato espacio de libertad de opinión y de accionar libre que solo se mantuvo, hasta que el señor Báez Figueroa atendió las intrigas y chismes de los “colegas” que tan indecorosamente se prestaron a semejante sinvergüencería.

Por eso y hastiados, fundamos la columna digitalmente en el 2002 y desde entonces estamos en internet y You Tube, aunque por asuntos de enfermedad catastrófica de la que gracias a Dios seguimos recuperándonos, debimos cerrar momentáneamente el canal en el 2015 y solo quedarnos con nuestro periódico digital y en donde solo tenemos que defendernos de la misma autocensura, pero disfrazada de represión publicitaria y tanto oficial como privada. De lo que algo de esto ha habido y desde el lado político, cuando el gobierno instalado en el 2020 simplemente decidió dejarnos un solo anuncio y a mitad del valor establecido, en tanto la publicidad comercial desaparecía y sin darnos ningún tipo de acceso al nuevo poder.

Todo lo anterior y mal contado, decidimos plasmarlo en estas líneas y para que se entiendan dos cosas: Que nunca hemos dejado de ser un periodista con una voz no fanatizada y sí independiente y a todos los poderes público como privados y que hemos conocido la auto censura periodística en su expresión más brutal, la hija de la envidia y del afán de hacer daño por el daño mismo, por lo que ahora que viene la SIP a decir que le planta bandera roja a este país y porque a su decir aquí se atenta contra la libertad de prensa, lo entendemos el colmo del descaro.

Ya que viniendo del country club de los barones mediáticos, lo sentimos a su vez, como una gran mentira y burla y mucho más, cuando fue esa sociedad y después de habernos recibido en noviembre de 1998 en la asamblea anual LIV en Punta del Este, Uruguay y como columnista sindicado, dos años después y por intrigas de los empleados periodísticos de los medios dominicanos y con el apoyo directo del barón mediático, Pepín Corripio, se nos suspendió porque dizque nuestra columna “no se publicaba en ningún medio escrito dominicano”.

¿La realidad? Corripio y los otros barones y sus empleados directores, no nos querían como voz independiente dentro de las asambleas anuales y reuniones de medio año y menos, después que reclamamos en la asamblea de Texas, en el 1999, que como era posible que la SIP tuviera como uno de sus miembros más destacados, al periodista cabeza del ministerio represivo de prensa en la dictadura uruguaya de Bordaberry, Danilo Arbilla, autor de cierre de periódicos y medios escritos, encarcelamiento de periodistas y con amplios interrogantes no comprobados, respecto a su posible responsabilidad directa con otros desaparecidos.

¿Se entiende por qué decimos y aun cuando se pueda considerar como una explosión de ego, que no lo es, que digamos, que en este país nunca ha dejado de existir la autocensura periodística y desde los propios medios y POR EL OJO DE LA CERRADURA es la mayor muestra de ello? Discúlpesenos, tanto “yoismo”. (DAG)