Entre vecinos siempre se marca territorio y mucho más entre países fronterizos y si se fracasa, la opción podría ser la fusión con otro y poderoso que los desaparezca a ambos. ¿Es esto lo que se quiere?

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Todos conocemos, que cuando alguien construye o se muda a un vecindario, lo primero que cada uno hace es marcar territorio y con el interés de que nada perturbe la tranquilidad del propio hogar y al mismo tiempo, se practique aquello de que donde termina el derecho de uno comienza el del otro.

En función de esa naturaleza pragmática de la buena vecindad y en la generalidad de los casos, siempre la buena educación y las sanas costumbres imponen el resto e incluso entre individuos de culturas y ambientes sociales diferentes.

Sin embargo, cuando se trata de países limítrofes las situaciones de este tipo, que originalmente parecerían que tienen el mismo componente de garantizar la propia seguridad y dominio territorial, se trasluce en una situación cultural siempre manipulada, porque y ante determinadas circunstancias, son más los desencuentros que todo cuanto la sana convivencia pudiera dictar.

De ahí, que si nos asomamos a los problemas fronterizos todavía manejables entre dominicanos que se inquietan o rechazan una inmigración ilegal haitiana y haitianos que consideran y a nuestro juicio equivocadamente, que como han destruido su propio país tienen que apoderarse del más cercano.

Y es frente a semejante conflicto de intereses y en los que y para mayor criticidad, las pasiones políticas y arrebatos emocionales se encargan de distorsionarlo todo, que de buenas a primeras y si las emociones se vuelven incontrolables, que tales desencuentros podrían originar situaciones de violencia, que cuando estallan son muy difíciles de recoger o de corregir.

Véase la muestra, ¿quién se asentó primero en la isla de la Española o Quisqueya o Haití?, ¿Qué raza?, ¿acaso no fue la blanca? ¿o que nacionalidad? inequívocamente la raza blanca y por medio de castellanos y aragoneses que, a nombre de la futura España, para 1492, entendían que llegaban a esta parte del mundo en plan de conquistadores y no tantos de civilizadores.

Luego para el 1600 y a mayor profundidad entre los años 1605 y 1606 ciudadanos de origen inglés y también francés, pero actuando como piratas empezaron a posicionarse en la parte occidental de la isla que desde Colón era colonia hispánica o ibérica, hasta que veinte años luego hubo el primer asentamiento de elementos franceses, que alojados en la isla de la Tortuga dieron el paso de mudarse a la “isla grande” y como llamaban a la Española o Quisqueya.

Recuérdese, que para loa 39 años entre 1750 y 1789 y existiendo una especie de régimen plantacionista francés en la parte occidental de la isla, que el negro y como raza, entró a formar parte de la población local y mezclarse con la entrada de 30 mil esclavos africanos y desde entonces y hasta hoy, el individuo de raza negra tomó preponderancia. Hablamos de 233 años (1789 y 2022) en los que el negro y el mulato marcaron territorio y en una y otra republica de las dos que comparten la misma isla.

Fue por eso, que en la medida que las dos antiguas colonias se independizaban de sus respectivas metrópolis coloniales, un estado de negros nació en enero primero de 1804 y otro estado de blancos y mestizos, nacía el 27 de febrero de 1844 y a partir de tales fechas, la condición humana y unida al sentido de nacionalidad, le daba concreción al sentimiento de pertenencia territorial.

Naturalmente, las guerras y batallas que se dieron entre ambos núcleos humanos y matizadas por las intervenciones militares francesa y española en el mismo lapso, marcó a los hijos de ambas naciones. Pero cada una y poco que mucho, obtuvo su propia identidad e idiosincrasia.

Ahora, ¿en qué nos encontramos? Que el estado fallido haitiano y por el mal manejo de sus propios hijos, que redujeron su territorio a uno casi desértico  y viendo que en el estado vecino dominicano la situación era promisoria y por el cuido aceptable que su gente dio a sus recursos naturales, más el impulso notable para salir de su subdesarrollo y convertirse en economía de crecimiento medio, es decir emergente, se ha convertido en el factor atractivo que muchos haitianos quisieran para así pero apoderándose del territorio vecino.

Por la controversia suscitada y que parecería que no tendrá fin, no ha habido términos medios, en tanto de golpe, los dominicanos han caído en cuenta de que los haitianos procuran apoderarse de su nación y así llegamos a lo de ahora: Entre 850 mil a millón y medio de haitianos indocumentados en el territorio dominicano que se resisten a ser documentados.

Cierto, que, por las vías de fuerza, bien que se pudiera zanjar la cuestión, pero a un costo de sangre que a nadie compensa. ¿Cuál sería la mejor opción de parte dominicana? Una regularización migratoria de la población flotante o ilegal haitiana que abarque el periodo 1920-2020.

Partir de 1920, es porque para esa fecha y cuando se hizo el primer censo nacional de población en República Dominicana que comprendió el lapso del 19 de enero al 24 de diciembre de 2020, había 35 mil ciudadanos haitianos con residencia legal y llegar al 2020 como frontera definitiva y para una regularización, que abarcando a todos los haitianos que estaban en el territorio dominicano hasta el 1961 quienes deberían recibir la nacionalidad dominicana para sí y sus hijos.

Desde el 1962 al 2020 regularizar la condición migratoria por medio del otorgamiento de cédulas de trabajo y las que en un periodo de cinco años deberían dar paso a la residencia legal y cinco años más tarde a la nacionalidad dominicana. A partir del 2020 al 2022 revisión institucional de todo el proceso regulatorio y sin conculcar ni afectar retroactiva y arbitrariamente derechos adquiridos, haciendo una auditoría forense exhaustiva y desde el 2022 al 2024 cerrando la frontera dominicana por tierra y solo dejando entrar a haitianos por avión o barco.

Cómo se podrá entender, procuramos y como medio de comunicación, presentar un esquema u opción de regularización, que dé espacio para que el asunto migratorio sea definitivamente resuelto o por lo menos, como paso concreto para un estudio a fondo por el que los prejuicios de lado y lado queden atrás y ante la preocupación que nos embarga, en cuanto a la probabilidad, de que factores externos a ambos pueblos, naciones y repúblicas, quieran imponerse y como burguesías y oligarquías, organicen un estado binacional por el que las clases medias se sientan sus dueños, en tanto a las poblaciones se les relegue a lo mismo de ahora, reducirlas a la nada sin interés ni voluntad y solo esclava de sus excesos morales y de vida y que de materializarse habría que librar una especie de guerra santa común para impedirlo.

El otro panorama sería peor y en el que no haya posibilidad de que ni siquiera entre vecinos siempre se marque territorio y mucho más entre países fronterizos y para solo quedar uno y sin dudarlo, con una fusión que les haga desaparecer y solo ser parte de otro Estado supra poderoso y alimentado por sus nacionales de origen extranjero. ¿Será esto lo que se quiere? (DAG)