Estas son las represalias con las que Rusia amenaza a Finlandia

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La invasión rusa ha hecho saltar por los aires la seguridad europea construida tras la caída del Muro de Berlín y el sistema bipolar. En dos meses de guerra, han caído tabúes en política exterior que hasta ahora parecían inamovibles. Entre ellos, que los dos únicos países nórdicos que no pertenecen a la OTAN, Suecia y Finlandia, estén barajando muy seriamente renunciar a su arraigado no alineamiento militar en busca del paraguas de seguridad de la Alianza Atlántica. En concreto la defensa mutua en caso de ataque contra su territorio que contempla el artículo 5 del Tratado de Washington.

El rápido acercamiento a la OTAN de Estocolmo y Helsinki, que podrían ser invitados oficialmente a sumarse a la organización en la Cumbre de Madrid del 29 y 30 de junio, ha irritado, como era de prever, al Kremlin, que amenaza abiertamente con “consecuencias político-militares” contra sus vecinos escandinavos. Finlandia comparte una frontera de 1.340 kilómetros con Rusia, mientras la estratégica isla sueca de Gotland se encuentra a apenas 300 kilómetros por mar de Kaliningrado, el enclave ruso encajado entre Lituania y Polonia, donde Moscú podría desplegar misiles tácticos nucleares.

“Naturalmente, lo tienen que decidir las propias autoridades de Suecia y Finlandia, pero tienen que comprender las consecuencias de ese paso para nuestras relaciones bilaterales y la arquitectura de seguridad europea en general que ahora está en crisis”, advertía la semana pasada la portavoz de Exteriores de Rusia, María Zajarova.

Sin embargo, quien fue mucho más elocuente fue el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, quien amenazó el pasado jueves con el despliegue de armas nucleares en el Báltico si Suecia y Finlandia ingresan en la Alianza Atlántica, dado que se duplicaría la frontera entre Rusia y la OTAN. “Habrá que reforzar a la agrupación de fuerzas de tierra, la defensa antiaérea, desplegar importantes fuerzas navales en las aguas del golfo de Finlandia. Y en ese caso ya no se podrá hablar de un Báltico sin armas nucleares. El equilibrio debe ser restablecido”, escribió Medvedev en Telegram.

Lituania, sin embargo, desinfla la amenaza de Moscú recordando que Kaliningrado alberga armas nucleares mucho antes de la invasión de Ucrania. «Estas amenazas rusas parecen bastante extrañas, cuando sabemos que tienen este armamento a 100 kilómetros de la frontera con Lituania», replica ministro de Defensa de Lituania, Arvaydas Anusaukas

Pero, ¿hasta que punto son reales las eventuales represalias de Moscú cuando está inmerso en una guerra en Ucrania cuyo fin no parece a la vista? En opinión de Gunilla Herolf, Investigadora Asociada Principal del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales, Estocolmo y Helsinki deben estar preparados para una escalada de provocaciones durante los meses que transcurran entre que ambos países soliciten formalmente su adhesión a la OTAN y se conviertan en socios de pleno de derecho de la organización una vez que los Parlamento de los 30 aliados ratifiquen sus sendos tratados de adhesión.

Durante y después de la adhesión de Suecia, Herolf prevé que Rusia hará sentir su descontento a través de una retórica dura y también con otras medidas, como incursiones aéreas, ciberataques y sembrando propaganda. “Supongo que harán algún tipo de ciberataque contra nosotros. Esto es algo fácil de hacer para ellos. Es bastante fácil para nosotros encontrarnos también. Llevará tal vez una semana”, explica.

Sin embargo, Herolf descarta un ataque militar. “Diría, ‘no, en general’, porque Rusia sabría que existe la posibilidad de que la OTAN tenga una respuesta fuerte a cualquier cosa que le suceda militarmente a Suecia”.

En este sentido, el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, ha dado garantías de seguridad a Suecia y Finlandia durante el tiempo que dure el proceso de adhesión. En su opinión, la organización encontraría fórmulas para “abordar las preocupaciones que puedan tener sobre este período intermedio entre haber solicitado la membresía y hasta que la última ratificación (por parte de los aliados) haya tenido lugar”.

El ministro de Exteriores finlandés, el ecologista Pekka Haavisto, recuerda que las amenazas rusas no son nuevas. “No es noticia que Rusia se oponga a la ampliación de la OTAN, ni es noticia que Rusia tendrá que tenerlo en cuenta al planificar su propia defensa”, explicó.

Algunos expertos temen que el Kremlin trate de influir en el debate que el “Eduskunda” (Parlamento finlandés) inició el lunes sobre el “libro blanco” de seguridad y defensa presentado el pasado miércoles por el Gobierno de la primera ministra, la socialdemócrata Sanna Marin, que adelantó que la decisión sobre una eventual adhesión de Finlandia a la OTAN “es una cuestión de semanas, no de meses”.

Para Jukka Savolainen, director de la unidad de Vulnerabilidades y Resiliencia en Hybrid CoE, “los parlamentarios que están en contacto cercano, por ejemplo, con Rusia y bajo su influencia pueden tratar de prolongar o complicar el proceso”. Savolainen recuerda a la televisión pública YLE que es un asunto de “conciencia de cada representante.”

Por su parte, la experta en seguridad cibernética Catharina Candolin, recuerda que Rusia ha intentado influir y confundir el debate sobre la membresía de la OTAN “durante años”. “Rusia ha estado tratando de confundir el debate de la OTAN durante años. La OTAN ha sido menospreciada, se dicen cosas sobre sus actividades y Finlandia está siendo amenazada de que, si Finlandia se une a la OTAN, Rusia podría reaccionar militarmente. Esto también es evidente ahora”. explica. Candolin cita, por ejemplo, el uso de imágenes engañosas que se difundieron recientemente en las redes sociales, que inferían que Rusia estaba acercando equipo militar a la extensa frontera con Finlandia.

El informe de política de seguridad elaborado por el Gobierno de Marin subraya que el impacto más significativo de la posible adhesión a la OTAN sería que Finlandia formaría parte de la estrategia de defensa común de la alianza y dentro del alcance de las garantías de seguridad que ofrece el Tratado de Washington. Esta disuasión ante cualquier posible ataque sería, por tanto, considerablemente mayor que la que tiene actualmente Finlandia, ya que su posición estaría respaldada por la alianza.

El libro blanco también advierte de que Finlandia debe prepararse para efectos y riesgos a gran escala e impredecibles si se presenta una solicitud de ingreso. Un ejemplo de esta escalada sería un aumento de las tensiones en la frontera entre Finlandia y Rusia.

“Diplomacia de la intimidación”

En opinión de Jakob Westberg, profesor asociado del Colegio de Defensa Nacional Sueco, Moscú juega a la “diplomacia de la intimidación” con la que pretenden crear pánico entre sus vecinos. “Al perseguir demasiado las declaraciones rusas, uno crea los efectos que Rusia quiere, es decir, asustar a Finlandia y Suecia para que actúen de una manera que esté en línea con los deseos de Rusia”, explica Westberg a la televisión pública sueca SVT.

La eventual decisión soberana de Finlandia y Suecia de sumarse a la OTAN traen a la memoria el conocido “dilema de seguridad” elaborado por el académico estadounidense John Herz en plena Guerra Fría. Cuando los Estados más débiles buscan aumentar su seguridad frente a un Estado más fuerte, como planean los escandinavos al unirse a la OTAN, el Estado más fuerte (Rusia en este caso) se considera amenazado y acaba respondiendo en consecuencia. Los próximos meses demostrarán si la teoría de Herz sigue vigente en la tercera década del siglo XXI. Por: Pedro G. Poyatos [La Razón]