¿Fracaso del concepto nacionalidad dominicana?

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Bastó la existencia de un proyecto de ley por el que algunos entendieron que los refugiados que lleguen al territorio nacional son confundidos con inmigrantes ilegales y en particular haitianos, para que de inmediato los grupos ultracionalistas de la política y el periodismo se lanzaran al cuello, de un gobierno, que acosado entró en pánico y retiró el proyecto de ley y supuestamente para “mejorarlo”.

Es decir, gente que no tiene idea de que es un refugiado en un país extranjero y el que no es más que el ciudadano perseguido por sus propias ideas políticas o morales en su país y debido a lo cual debe salir huyendo del mismo, emprenden una ruidosa como molestosa campaña de desinformación y casi utilizándola de catapulta con la pretensión escondida de derrocar “a la larga” al gobierno constitucional.

Lo más desconcertante, es que quienes iniciaron el absurdo escándalo, son titulados universitarios y supuestos intelectuales, la mayoría negros y mulatos y quienes a la desesperada se manifestaban con un discurso de odio fuera de todo razonamiento y contra un segmento humano y social, que como los trabajadores y mano domestica haitianos, son las bases de la economía dominicana en materia de mano de obra y encima barata.

Que se recuerde, nunca se había visto nada parecido en los últimos 61 años de “democracia” y mucho menos, que desde el gobierno se hubiese tenido la entereza de responder con sobriedad y sentido de los justo a quienes, con sus diatribas y panfletos, enrarecían el clima social y al grado, de que, si Dios no nos hubiese visto con ojos de misericordia, en estos momentos los dominicanos hubiésemos estado prácticamente yéndonos a las manos.

¿De qué es que habla está vergonzosa situación? De que este pueblo de negros y mulatos, pocos mestizos y casi nada de blancos, no que su gente estuviera confundida, sino que se ha querido utilizar la nueva situación y para presentar un mensaje disfrazado de animadversión nada oculta contra el gobierno del presidente Luis Abinader, uno, que aparte de tener la misma composición social y de raza de esta nación, es al mismo tiempo, el primero plutocrático y compuesto por un fuerte componente de descendientes de inmigrantes árabes y turcos, cuyos ancestros y en líneas generales salieron del Viejo Mundo  llegando a Venezuela y de ahí, una gran mayoría hacia Haití, donde se  radicaron y que con el paso de los años, después de haber sido la clase media haitiana, decidieron inmigrar a República Dominicana.

Con esta inmigración de origen árabe y turco proveniente del occidente de la isla  y asentando base en prácticamente toda la región sur y en el llamado “sur profundo”, se comprueba,  que ramas familiares de aquellos inmigrantes y aposentados en Santiago y otras ciudades cibaeñas y la mayoría, un conjunto de personas nada integradas al pueblo dominicano y al extremo, de que en cada pueblo creaban sus clubes privados que no permitían el acceso de los ciudadanos dominicanos, se conformó ciertamente la radiografía del dominicano de ahora.

En este sentido, lo sorprendente ha sido, que uno de los miembros de esa inmigración que huía de la caída del imperio Otomano, es hoy presidente de la República y cuya familia es originaria del Líbano, allá en el noreste de África.

Por años y aun cuando esos descendientes de árabes y turcos no se integraban a la nación dominicana, resultó, que por “el derecho de cama”. Algunos se mezclaron con dominicanos y en tanto los más radicales de esos descendientes de inmigrantes, todavía solo se mezclan entre sí.

Con el paso del tiempo, el dominicano “pueblo bueno, noble, pobre y trabajador” y como dice un comentarista televisivo de origen sefardita (judío) terminó aceptando el ramal de sangre árabe y turca y tanto, que muchos rebeldes políticos y en particular socialistas y comunistas de cuando la Guerra Fría y casi todos estudiantes universitarios, formaron los grupos de violentos contestatarios que para la época, tuvieron de portaestandarte de lucha política al sector militar en los gobiernos del periodo de doce años de Joaquín Balaguer y como Amín Abel Hasbún, de padre árabe y madre haitiana de origen árabe.

En cierto modo, esos rebeldes sociales descendientes de árabes y turcos hicieron más por la integración de sus familias al seno de la dominicanidad mejor entendida, que todo cuando el resto de sus paisanos pudieron haber hecho desde cien años atrás.

Sin embargo, todavía en este país se dan casos de ramalazos de racismo violento y por parte de empresarios de la comida, en cuyos restaurantes, quienes en líneas generales sean negros o mulatos, se les ponen todos los obstáculos para no ser bienvenidos y como recién ocurrió con un joven deportista hijo de una gloria del beisbol dominicano y de EEUU, a quien “por negro y por feo” la seguridad del infame restaurante capitaleño Habanero, le negó y de malas maneras, la entrada.

Pero si lo anterior es altamente censurable, peor es el concepto de odio hacia la negritud y mayor si esta es haitiana y que se presenta recurrentemente en los medios de comunicación, como el centenario capitaleño, de amplio registro sobre este particular, quien ayer censuraba con acidez, lo que llamó: “La Maternidad orienta con brochures en creole”, aludiendo, a que en determinados hospitales públicos en los que las parturientas haitianas van con asiduidad , se les orienta con panfletos y carteles en su idioma propio, el creole y como si no fuera lo más natural del mundo, que en un país de acogida hayan más de 300 mil mujeres haitianas y que por una que otra causa y en algún momento, no fuera a parir.

Realmente y esto hay que decirlo, da vergüenza que en este siglo XXI en este país de cruce de inmigrantes, haya un nicho de extremistas anti negros y anti haitianos y que desde el Estado y via el gobierno de turno, no se acabe con semejante grado de discriminación tan bochornoso.

De ahí que llamemos la atención sobre el fracaso de la nacionalidad dominicana y por lo que negros y mulatos criollos extremistas y desde ciertas organizaciones sociales como el Instituto Duartiano y partidos políticos como el radical FNP, cuyos dirigentes son blancos de origen árabe y dominicanos de primera y segunda generación, se atreven a presentar su radical discurso de odio racial, que realmente no tiene parangón y que sencillamente, es un insulto a la característica dominicana de ser abierto y hospitalario con todos los pueblos y razas que lleguen y se radiquen en nuestro territorio.(DAG) 14.03.2023