Grave desastre nacional. En los últimos 61 años, perdimos un tercio del territorio nacional y de 2.5 millones de habitantes pasamos a 10.5 y retrocediendo abismalmente en nuestro nivel y calidad de vida.

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En el mismo lapso perdimos el 50 por ciento de nuestras fuentes hídricas, al tiempo que el sistema eléctrico involucionó por el apetito de sus inversionistas y la desidia gubernamental y la amoralidad rampante que nos ahoga y destruye como nación.

Así mismo, hemos sido un desastre en materia de salud, infraestructuras y recursos humanos, en tanto una ola de sindicatos politizados y alimentados por el clientelismo y el populismo más exacerbados y también por el desaforado afán de lucro de su clase gobernante y la grave irresponsabilidad ciudadana y unido a todo un sistema mediático de corrupción absoluta que incentiva la riqueza mal habida y los privilegios más hirientes, ha sido y en líneas generales, el resultado de la tremenda anarquía institucional y social que se vive.

Por supuesto, nadie querrá admitir esta realidad y mucho menos, que todos y de una u otra manera, tenemos culpas compartidas en este desastre nacional. Pero la realidad nos dice, que como nación hemos fracasado y al extremo, de que las llamadas “instituciones tutelares” castrenses y policiales y convertidas en el agujero negro de la política, se han prostituido y delinquiendo y sin importar la violación continua de Carta Magna y leyes y lo que sin paliativos hay que reconocerlo y teniendo de base, fundamento y dirección, toda esa política gubernamental y privada de corrupción a gran escala.

Toda esa, que arroja una composición humana de gente sin moral, ni principios domésticos de hogar, amante de la vida fácil y las pasiones ligeras y muy por encima de todo, con una vocación extrema por el enriquecimiento ilícito y todas las formas de lavado de activos y contrabando de mercancías y trata de personas y como jamás se supuso y en lo que han tenido influencia preponderante la mayoría de esos inmigrantes de los años sesenta del pasado siglo que Balaguer lograra y para bajar las presiones políticas y sociales, que EEUU facilitara las cosas para el otorgamiento de visados de todo tipo y sin requerimientos realmente significativos.

Esa y llamémosla de algún modo, primera generación de inmigrantes políticos y sociales y con sus excepciones claro está, generó, que a la vuelta de veinte años-decada ochenta-crearan un entramado delincuencial en Nueva York, Miami y San Juan y ciudades aledañas y en base a los puntos de drogas, el narcotráfico a gran escala, los robos y fraudes al medicare, así como de los primeros indicios de lavado de activos, quienes de retorno al territorio nacional, fueron la base de la primera etapa de la delincuencia dentro del sector financiero y con los cientos de entidades financieras y bancos de comerciantes adinerados de dominicanyorks, la instalación de fabricas de drogas liquidas y también laboratorios y el destape más increíble del apandillamiento criminal en el comercio minorista y dando por resultados, los primeros indicadores de delincuencia importada y con su ramal de asesinatos por encargos y sicarios.

Todo ese desorden institucional afectó este país de una manera tan brutal, que prácticamente todos los sectores de la vida nacional cayeron de rodillas ante semejantes muestras de delincuencia a gran escala y afectando terriblemente la vida ciudadana con esa fuerte situación de inversión de valores morales, que cada año y a partir de entonces, han hecho de República Dominicana una compañía por acciones en la que todo lo criminal y desde el poder político y gubernamental y la oligarquía, se ha enseñoreado y como pocas veces nación alguna hubiese experimentado.

Nada extraño tiene entonces, que hoy seamos un terrible referente de un país secuestrado por una clase gobernante absolutamente amoral, donde para triunfar hay que adaptarse al desorden inmoral  en el que se vive y que es la razón fundamental del por qué el Estado Dominicano se encuentre dominado por pandillas de oligarcas, empresarios, comerciantes, barones mediáticos y legiones de jóvenes dispuestos a venderse al mejor postor y sin que por lo visto, exista la probabilidad de que la vida nacional pudiera cambiar a mejor.

Solo hay que ver como los pandilleros políticos han secuestrado el voto ciudadano e impuesto gobiernos de desalmados y lo más significativo, viéndose como los representantes religiosos se han prostituido, delinquido y hasta asesinado a muchos jóvenes prostitutos, mientras las iglesias y como corporaciones económicas, se han convertido en el epicentro de los préstamos de usura.

Si realmente en esta nación hubiese una clase gobernante que realmente le dolieran las instituciones y la recuperación de la moral social y los principios morales de los ciudadanos, hoy no deberíamos tener preocupaciones por la pérdida galopante del 50 por ciento de nuestros recursos hídricos y los gobiernos deberían de estar abocados a la preservación de nuestras aguas y su almacenamiento y no dispendio y para que cuando lleguemos a la grave situación del México de ahora, donde hasta las presas se han secado, pudiéramos estar en mejores condiciones para cuando el país transfronterizo se levante por su sobrevivencia y desde el momento que todas sus fuentes de agua hayan cesado y haya que enfrentarse a semejante dilema de sobrevivencia compartida.

Pero nuestros políticos y los gobiernos no están en eso y solo en el día a día de todos ellos y de sus grupos económicos y financieros y suplidores asociados al poder y quienes, como demagogos en la expresión profesional más hiriente, no solo que engañan a la población, sino que incentivan lo mal hecho, el enriquecimiento ilícito y la corrupción más desenfrenada.

Igual espectáculo tan bochornoso de falta de responsabilidad cívica y ciudadana, se tiene en el sector eléctrico y el que en apariencias cuenta con nuevas infraestructuras públicas como privadas, pero con una base pandilleril de burócratas civiles y militares explotando inmisericordemente el sector público y el que constantemente no da pie con bola para ofertar un servicio adecuado y correcto y el que, mientras a nivel público está ahogado en la corrupción, en el sector privado existe en base a lo peor en materia de capitalismo salvaje  y dando Como resultado, que la nación, atrapada entonces en la peligrosa situación, de que para los próximos veinte años y que de continuar las cosas como ahora se muestran, caerá dentro de una terrible encerrona por su supervivencia, se encontraría  y si nada cambia para mejor, a las puertas de ser un estado absolutamente fallido al que su parte migratoria en el exterior y en particular desde EEUU, sus ciudadanos de origen dominicano, influirán lo suficiente en Washington y hasta lograr que la República se fusione como estado de la Unión.

Todo lo anterior y si existiera disposición de ánimo y buena fe y mucha honradez e integridad, podría salvarse, pero hasta ahora no hay un indicador cierto de que pudiera suceder y por lo contrario, viendo los nuevos grupos generacionales de 17-24 años en tik tok y en el resto de las redes sociales, su forma de ser y manera de comportarse, parecería que no se puede ser optimista sobre el futuro dominicano.

De ahí que alertemos sobre el grave desastre nacional. Que, en los últimos 61 años, perdimos un tercio del territorio nacional y de 2.5 millones de habitantes pasamos a 10.5 y retrocediendo abismalmente en nuestro nivel y calidad de vida. (DAG)