jueves, julio 10, 2025
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Haití: El tiempo de los patriotas

En los últimos años se ha desarrollado en el país un tiempo mortal, inextricable y sobre todo ilegible.

Marcado por espesas nieblas, este tiempo genera sufrimientos indescriptibles y múltiples para todos los haitianos, dondequiera que se encuentren, en Haití o en el extranjero.

Para el pueblo de los sin voces, degradados, humillados y hoy completamente de rodillas, traicionados una vez más por sus élites, que durante mucho tiempo han caminado bajo el sol, bajo la lluvia y la humedad, en busca de paz y amor, es un tiempo maldito. donde la muerte busca, en cualquier momento, dialogar con cada ser vivo que evoluciona en territorio haitiano.

Tiempo de los chacales en el que no se ve ningún signo de esperanza. Tiempo de vergüenza y negación.

En su despliegue, todo lo que hemos intentado construir a lo largo de nuestros 220 años de historia nacional, lo lleva en su paso: el simbolismo de Vertières y del 1 de enero de 1804, nuestros mitos fundacionales, nuestro modo de solidaridad comunitaria e internacional, las historias que rodean a los colectivos. las luchas sociales, nuestros encuentros conmemorativos y festivos, incluso nuestra capacidad de indignarnos por la actitud desdeñosa de una parte de la comunidad internacional hacia Haití, un país que tanto ha dado a la humanidad.

¡Nada parece cambiar su loca y devastadora marcha!

Alimentándose de la lógica del caos que desde entonces se ha estabilizado, hoy este tiempo nos deja indefensos: no más Estado, no más mecanismos institucionales, no más marcos normativos y sociales, dilución entonces, no más diplomacia digna del pueblo de 1804, desaparición del valores fundacionales de la sociedad tradicional haitiana, deconstrucción y desarticulación de la base económica del país, deshumanización acelerada de nosotros mismos, fuga masiva de los cerebros más brillantes, descapitalización acelerada de las clases trabajadoras. ¡Se lo lleva todo! El tiempo del gran desorden.

Sobre todo, es un tiempo de miedo y de afirmación de nuestra duda colectiva. ¡Sí, dudamos! Porque Haití es hoy: la violación de niñas y de sus madres ante la mirada impotente de los vecinos, el robo y el saqueo de bienes ajenos ganados con tanto esfuerzo, masacres masivas, institucionalización de las pandillas (más de 300 según fuentes combinadas). De hecho, es el tiempo del triunfo de la barbarie sobre la razón, de la impunidad sobre la justicia. El tiempo de la ignominia.

Un auténtico tiempo de las quimeras y criaturas infernales que proyectan ante nosotros una sonrisa lúgubre a diario.Sin embargo, desde nuestro lugar de vanguardia, que nos obliga a rechazar el camino de la división basada en luchas fratricidas históricas y a entrar en un distanciamiento crítico de este marco construido para nuestra muerte social colectiva, se nos permite constatar que hay en él e implícitamente una especie de claroscuro, la aparición de otro tiempo, un presagio de múltiples posibilidades para los sin voces.

Es el tiempo de los patriotas. Tiempo de nuevas oportunidades para todos nosotros y en especial para nuestros jóvenes que se van. Tiempo de exigente esfuerzo intelectual. Tiempo de perseverancia en la lucha por la justicia social y el triunfo del derecho sobre la barbarie. Es hora de implementar los fundamentos de la ética de la responsabilidad. Pero, sobre todo, es el momento en el que necesariamente debemos trascender nuestras oposiciones estructurales y nuestras divergencias ideológicas de clases, clanes y grupos para estar a la altura de los grandes desafíos del momento y de la cuestión principal que hoy es la de conseguir que nuestro querido Haití salga del abismo en el que lo han sumido sus élites desde el despliegue del tiempo de los chacales y quimeras.

Para entrar en este nuevo tiempo: el de los patriotas, es necesario superar las construcciones ideológicas a partir de las cuales fuimos socializados políticamente y que marcaron nuestras luchas políticas y sociales a lo largo de los siglos XIX y XX y cuyos resultados tras 220 años de independencia nacional revelan ser graves fracasos. Ha llegado el momento en que debemos construir una narrativa que no se limite al fanatismo ideologico como el liberalismo, el socialismo u nacionalismo para abordar de manera más sencilla la problemática haitiana en el tiempo actual. Es importante para nosotros volver a la primera etapa, al punto A, que consiste en buscar y luego reunir a todos los que aceptan trabajar para salvaguardar la patria común. Esta debe entenderse como la comunidad social y política a la que todos pertenecemos, sea cual sea nuestra edad. El concepto clave aquí es el patriotismo, el amor a la patria basado en el deseo de dedicarse a ella y sacrificarse para defenderla. El lema a transmitir es simple: ¡Haití ante todo!

Expresarme de esta manera no significa en modo alguno que me adhiero a la conocida propaganda de los privilegiados para dejar de lado las cuestiones ideológicas. Esto sería un gran engaño, porque vivir en este mundo y habitarlo no es posible sin compartir una ideología y una filosofía social.

Los patriotas, ya sean burgueses, elementos de la clase media (casi no existe), artesanos, actores populares, obreros, deben, en este tiempo, este instante “T ”, acordar lo que es concretamente factible para nosotros en términos operativos, la salvación de Haití.

Por eso llamo a este tiempo emergente: el de los patriotas. En los diferentes niveles de la estructura social haitiana, debemos mostrar nuestra capacidad para poner en sinergia toda nuestra inteligencia y energías espirituales para el bienestar colectivo, poniendo el interés general en primer plano sobre la base de un liderazgo colectivo claramente asumido, apoyado en un programa de acciones que pueda mostrar el camino de la esperanza para el corto plazo. Finalmente, quisiera llamar la atención de todos aquellos que lean este artículo: Estamos, en este momento, en lo que debería llamarse una temporalidad discursiva que gira en torno a una relación dialéctica que opone mortalmente el tiempo de los chacales y el de los patriotas.

El futuro de Haití depende del resultado de este enfrentamiento que, para nosotros, los patriotas, debe basarse en la relevancia de nuestras ideas y propuestas de acciones tangibles que puedan conducir a un cambio social y de comportamiento y, sobre todo, en la fuerza de nuestro compromiso con Haití. Por: Agustin Antoine [Listín Diario]

 

El autor es sociologo, profesor Universidad del Estado de Haiti (UEH) y Coordinador del Centro de Educacion e Intervenciones Sociales(CEIS)

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