Por primera vez en su historia, el ser humano se enfrenta a una inteligencia que le supera en gran medida, creada por nosotros mismos. Hoy en día, la inteligencia artificial puede ser una de las principales herramientas de crecimiento económico y desarrollo social, buena gerencia y transparencia empresarial y gubernamental y nueva fuente de creación y reconversión de empleos para toda la humanidad.
Pero también, la IA nos plantea la más retadora amenaza para la humanidad, una afirmación que proviene de los mismos que han promovido su creación. Sam Altman, ejecutivo de la empresa Open AI que creó Chat GPT, le ha pedido al Congreso de los Estados Unidos que “regulen” la inteligencia artificial lo más rápido posible ante los riesgos potenciales de una tecnología que aún no entendemos.
La inteligencia artificial se perfila como una fuerza transformadora en todo el mundo, que ofrece a América Latina y El Caribe un camino hacia un desarrollo más productivo, inclusivo y sostenible. Sin embargo, este potencial viene acompañado de desafíos significativos que requieren una reflexión cuidadosa, una visión estratégica y una coordinación regional y multilateral efectiva.
Para maximizar el potencial de la IA, es esencial contar con un entorno habilitante que incluya infraestructura digital, disponibilidad de datos, talentos digitales y capacidades de innovación y emprendimiento digital. José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, en un evento reciente, advertía sobre los riesgos éticos asociados a la implementación de la IA, la privacidad de los datos, los sesgos y la discriminación basados en algoritmos inteligentes, entre otros problemas que puede generar la IA.
A esto hay que agregar otras advertencias como las que ha hecho Yuval Harari, que ha denominado a la IA como “una nueva arma de destrucción masiva” que amenaza la supervivencia de la civilización humana.
¿Qué vamos a hacer si la inteligencia artificial se convierte en un elemento ingobernable en la sociedad global? ¿Qué hacer si esta tecnología es aprovechada y perfeccionada por el crimen organizado, por los grupos extremistas y terroristas o por un hacker sin respeto por la vida humana? Estamos hablando del posible fin de la historia de la humanidad. No el fin de la historia, sino el fin de su parte dominada por los humanos, como afirmó Harari.
Es por eso por lo que la República Dominicana, al igual como lo hizo Estados Unidos, debe trabajar en un plan para regular la inteligencia artificial, con base en estándares internacionales y acuñando los valores de otras latitudes en el desarrollo tecnológico. Las grandes empresas tecnológicas que han estado detrás del desarrollo de la IA deben asumir el compromiso global y a costo cero, para que los Gobiernos estén preparados para interactuar y controlar la inteligencia artificial.
De no actuar con prontitud, la gran brecha tecnológica, económica y social que se puede generar tomaría varias generaciones para saldarse, quién sabe si no se salda nunca. La principal preocupación de los científicos informáticos tiene que ver con una teoría muy establecida sobre la posibilidad de una superinteligencia artificial, que ocurrirá cuando la inteligencia sintética supere a la humana. Y en un país donde la educación básica está en el suelo y la red de centros de capacitación en tecnologías, se han convertido en espacios de reuniones políticas, qué podemos esperar. ¿Estaremos preparados? Dios nos agarre confesados. Por: Margarita Cedeño [Listín Diario]