lunes, enero 13, 2025
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La democracia no puede manejarse ni sobrevivir con pandillas políticas minoritarias conformando un bloque legislativo de presión. Los contrapesos institucionales, siempre son necesarios

En algunas naciones europeas y en particular en España, donde lo que allí denominan “democracia” está atrofiado y bloqueado y debido a que mini partidos y camarillas ideológicas o regionales y fundamentalmente, de “izquierdas”, prostituyen el libre ejercicio de la discusión democrática y para evitar no perder funcionabilidad de poder en base a grupos apandillados como si fueran un solo partido que pudiera competir al mismo nivel con uno que otro mayoritario y de verdadera representatividad ciudadana, en la práctica, ha devenido en una crisis de representación a constitucional continua, que como se ha visto, impide que los gobiernos realmente sean funcionales y respondan al genuino interés político y social de su ciudadanía.

Tal tipo de irregularidad, sin duda, es el factor que carcome la vigencia de la llamada democracia parlamentaria, en tanto en el sistema presidencialista, semejante posibilidad de democracia con minorías recalcitrantes solo existe en aquellas naciones en las que el componente humano arribista de clase media baja ha copiado el sistema de legislatura autoritaria manejado por minorías que individualmente son incapaces de poder gobernar.

De ahí que los llamados partidos políticos de “derecha” tengan una mucho mayor vigencia y credibilidad y porque básicamente fundamentan su sentir, arraigo y programas de gobierno, en el respeto absoluto hacia la mayoría que conforma cada organización política y ya como gobernante, hacia la opinión de sus ciudadanos y su justa ponderación como elemento fundamental de una democracia viva, donde quienes no tienen el control de la toma de decisiones, sí tienen garantizado su ejercicio de libre opinión y disidencia y sin el apandillamiento nocivo de sus adversarios dentro de la llamada “izquierda socialista y progresista” y que no es tal.

Concretamente y si venimos a darnos cuenta, dentro del sistema de la democracia representativa y participativa, las muestras de “izquierdas” son sustentadas y alimentadas por esa prensa mediocre y creadora de las políticamente nocivas redes sociales, que como se ha visto, son el sumun de la bajeza moral e intelectual en la mayoría de los casos y en donde la intriga, el terror, el bloqueo a la verdad del otro y los ataques más descarnados en contra de la individualidad de cada persona victima de sus desafueros, conforman ese panorama tan aterrador, de noticias falsas y dicterios e insultos de todo tipo y con ese común denominador de personas mediocres, acomplejadas y llenas de odio, hacia el progreso personal e individual de otros.

Debido a esta realidad, España es una democracia a medias y dirigida por un partido terrorista y un primer ministro disfrazado de presidente de gobierno y quien solo hace caso a los progres e izquierdistas y siempre mostrando un odio de fanáticos en contra de la monarquía de Estado y la pujante clase empresarial.

Los dominicanos en cambio, tenemos una democracia presidencialista, en la que los grupos fuera del poder o de su periferia, no llegan a los niveles de miseria moral en que se desenvuelven sus iguales ibéricos, pero sí advertimos, que parecería que hay cierta tendencia de ver como el corrupto sistema político español asienta raíces en el quehacer de los políticos dominicanos y de los cuatro partidos principales y sus veinte y tantos supuestos partidos aliados en determinadas coyunturas electoralistas.

Y es hí, que llegamos al punto que entendemos más perturbador y tenebroso dentro de la evolución de nuestra democracia. Que, por un lado, la alta burocracia del Estado y prevalida de que no todo el mundo puede llegarle al presidente de la República, castre toda posibilidad de que el mandatario actúe en función de lo que le interese o solicite un interlocutor y que, de estar sucediendo, sería un accionar de perversión del ejercicio democrático como de la libertad de escogencia ciudadana y ni hablar de la coerción absoluta del libre albedrío presidencial.

Al tiempo, que lo otro y tan duro como lo anterior, de que los llamados partidos o formaciones de alquiler electoral y en sus confabulaciones, desnaturalicen el ejercicio democrático, apandillándose y simplemente porque cuentan con la abusiva y castrante protección mediática, que les facilita las cosas para que, en un momento dado, los gobiernos se les arrodillen y accedan a lo que ellos quieran.

Porque esta es la realidad que estamos viendo, que en materia de apandillamiento de banderías políticas, se está dando un peligroso ejercicio de sociedad o asociación delictual entre políticos y formaciones y con el único propósito de impedir la libertad de opinión del resto de la ciudadanía y su libre albedrío y que de concretarse, se llegaría a la terrible situación, de inusitada guerra civil burocrática y en base al eje común de todo el aparato político: La alta burocracia castrante y bloqueadora del poder presidencial y el apandillamiento de partidos minoritarios, chantajeando de hecho a los partidos grandes y para luego colocar de rodillas al que esté al frente del gobierno de turno y de esa forma tan perversa, crear un bloque de poder nocivo, que fácilmente y sabiéndose que el dominicano es proclive a aceptar la corrupción como forma de política de Estado, se termine  en el camino sin retorno de la aniquilación absoluta del sistema democrático.

La democracia y sin importar las circunstancias, siempre hay que preservarla y si los ciudadanos de formación cívica y mucha civilidad, no disponen de los mecanismos de contrapeso para corregir toda anomalía y en este punto, hablamos de empresarios desarrollistas e innovadores de mentalidad abierta y nada castrante, que hay muchos y ahí dos ejemplos, el doctor Frank Rainieri, creador del exitoso emprendimiento  a gran escala de Punta Cana o Fernando Capellán, el también exitoso, de las zonas francas en el borde fronterizo, poco podría hacerse y en aras de que se vuelva al equilibrio natural dentro de las aspiraciones y potencialidades políticas.

Pero para lograr crear una estructura empresarial cónsona con la democracia representativa, nuestros empresarios también tienen que dejar a un lado sus egoísmos y afán de lucro desmedido y entender, que si esta nación fracasara y se convirtiera en un estado fallido, todos ellos serían los primeros en ser víctimas de la terrible consecuencia, que generaría, todo un pueblo hambreado, desesperado y frustrado y porque sus clases, económica como gobernante y sus representativos, no hagan lo suficiente para que la riqueza que generan, llegue a los hogares dominicanos y como la mejor garantía para conseguir el ansiado nivel y calidad de vida, que una economía fundamentalmente sana como la dominicana, debería depararles a la población y como a un todo.

Mientras tanto, hay que ponerle mucha atención a la siguiente distorsión, toda esa de que la democracia no puede manejarse ni sobrevivir con pandillas políticas minoritarias conformando un bloque legislativo de presión. Los contrapesos institucionales, siempre son necesarios. (DAG)

 

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