Todo comenzó con esa política de halagos rastreros de los periódicos El Caribe, La Nación, Listín Diario y la Información, haciendo del presidente Rafael Leónidas Trujillo una especie de semi dios, cuyo culto a su personalidad rompía contra toda posibilidad de que el sentido común primara dentro de una nación poco acostumbrada a discernir respecto a que los hechos positivos de sus gobernantes, eran los propios de quien se corresponde al más genuino interés nacional para beneficiar a su nación.
Por ese culto, los ciudadanos perdieron la perspectiva de las cosas y al mismo tiempo que esa prensa les condicionó para que solo entendieran y pensaran que Trujillo pensaba y trabajaba por todos y los ciudadanos debían reciprocar tanta entrega a favor de la patria siendo lo más serviles posible.
La manipulación fue tal, que, hasta el mismo Trujillo, fue victima de los excesos mediáticos y al llegar el momento de entender que él era lo más parecido a Dios y que por eso todo le era permitido. En paralelo, los dueños de esos medios pasaban a nivel de alta burguesía.
Una anécdota retrata la época y hablamos del año 1950. En el Palacio Nacional, Trujillo encabeza un Consejo de Gobierno y señala, que informes le habían llegado, de que en Brasil había un ingeniero que había logrado crear el asfalto caliente y que él entendía era una iniciativa provechosa para un país que sus vías no eran más que caminos callejeros de tierra y agua.
De inmediato los funcionarios reaccionaron positivamente y secundando la propuesta presidencial, hasta el momento que uno de ellos, el mejor especializado en elogiar en desmesura, tomó la palabra y con su tono de voz grandilocuente, preguntó: “Pero jefe ¿y para que buscar un experto del exterior, cuando aquí tenemos al más grande creador de proyectos y obras de ingeniería?”
Dicho esto, Trujillo y asombrado, preguntó: “Pero quién es ese señor que yo no conozco? Y la respuesta obsequiosa: “¿y quien más que usted jefe, que ha creado las más grandes obras de infraestructura de nuestra nación?” A seguidas se armó un alboroto y todos los demás funcionarios y uno detrás de otro asintieron a lo dicho por el primero y al final, quedando el caso cerrado, cuando Trujillo, entonces dijo, “ha bueno, si así es no se hable más”.
Hubo otras curiosidades parecidas a la anterior y como aquella de que el Colegio Médico Dominicano anunciara una marcha pública de más de veinte y cinco mil personas y con el propósito de robustecer a los funcionarios que escenificaron el espectáculo anteriormente descrito (la nación tenía menos de millón y medio de habitantes) que le reclamaba al gobierno “que para nada” utilizara el asfalto caliente para las calles, “porque producía cáncer”. La crónica del Listín Diario fue tremendamente reveladora. Desde luego, un año o dos después, Trujillo trajo el asfalto caliente y a partir de ahí caminos y trochas dejaron de ser caminos vecinales.
Cuando se repasan esas anécdotas, sin duda que hay que entender como es que un país manipulado mediáticamente se le puede colocar al limite de la racionalidad y exactamente tal como se está ahora, con ese sector mediático luchando a brazo partido por los 10 mil millones de pesos de presupuesto publicitario que el gobierno le tiene “para someterle a la obediencia “.
En los 61 años de nuestro ejercicio periodístico, nunca habíamos observado el terrible nivel rastrero de desinformación periodística que se vive y al grado, de que periodistas “muy nombrados” desde hace cinco años lograron imponer un golpe de estado mediático financiado por la desaparecida USAID y ellos como miserables agentes extranjeros traidores a esta nación y a quienes ahora, desde el gobierno se les ha ordenado, que intenten por asumir el control de la marcha cívica que determinados sectores pretenden el domingo 30, en Friusa, Verón, Punta Cana y con el pretexto de perseguir a la población haitiana ilegal flotante.
A nuestro entender, las autoridades acarician la probabilidad de tener una iniciativa que impida que la imagen del sector turístico decaiga más de lo que ya está desde la desaparición “misteriosa” de una turista en uno de los hoteles Riu que depende del poder político que dimana del llamado Grupo Punta Cana.
Para que se entienda, este gobierno del empresario y tendero, Luis Abinader, es uno plutocrático y en el que concurren individuos y grupos de la alta burguesía dominicana y haitiana, aunados en el solo propósito de crear una “economía mixta” de 25 millones de consumidores y lo que se gestó desde el momento que Abinader nombró en el Consejo Nacional de Competitividad a los 38 más importantes millonarios dominicanos y quienes junto a sus bancos tienen el control absoluto del presupuesto nacional y su distribución.
El escenario es tal, que Abinader y en cumplimiento de la agenda 2030 de la ONU y de la que públicamente se adhirió, ha permitido que desde el 2020, cerca de medio millón de haitianos ilegales entren al territorio nacional y para sustituir la mano de obra criolla por haitiana y en un plan a mediano plazo de la desnacionalización de los ciudadanos de este país.
Hasta ahora, a esa plutocracia, todo le ha ido de maravillas y más, teniendo el 97 % de todo el sistema mediático nacional, súcubo de la partidocracia que ejerce un poder político corrosivamente absoluto. Pero aquí la gente está con los ojos y el entendimiento cerrados. La droga los amansa y la corrupción por igual y queriendo zafarse de semejante control, determinados activistas intentan lo de la llamada marcha a Friusa y por eso que en el gobierno, a sus periodistas traidores y usaidianos se les haya dado instrucciones para que la saboteen.
¿Extraña que la desclasificación de los archivos de Kennedy pone al descubierto que la prensa dominicana y desde el 1950 a la fecha es la culpable de la tiranía partidocrática y recientemente del poder supremacista y por encima del Estado Dominicano que tiene el Consejo Nacional de Competitividad? (CNC) Con Dios. DAG 26.03.2025
