La escalada bélica

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A estas alturas es evidente que la invasión rusa de Ucrania ha provocado la mayor crisis mundial de nuestra época. Más allá de la retórica propagandística y las declaraciones grandilocuentes, el escenario es muy peligroso porque Putin, como dijo este miércoles, no juega de farol. Estados Unidos y la OTAN están entregando armamento para que los ucranianos se puedan defender del imperialismo ruso.

Esto provoca una escalada, porque Rusia no se rendirá. Es un error pensar que lo que vivimos es solo el capricho de un déspota y que no cuenta con apoyo popular. Es la visión que tenemos en Occidente, que contrasta con los aliados con que cuenta el inquilino del Kremlin. La otra cara de la moneda es una opinión pública que considera que hacemos seguidismo de Estados Unidos y que despreciamos a Rusia.

Por supuesto, en ese clima de patriotismo bélico, los ucranianos que se oponen a la agresión militar son traidores. A la hora de analizar este conflicto hay que ir más allá de la simple ocupación de las regiones afines a Rusia, porque estamos asistiendo a una inquietante reestructuración de los equilibrios de poder en el mundo.

El riesgo del uso limitado del arma nuclear bajo la excusa de defender a la patria se ha convertido en una realidad. Es un error minimizarlo. Putin dispone de medios para destruir objetivos estratégicos, aunque sin provocar los horrores de Hiroshima y Nagasaki. Es otro tipo de armamento, pero no por ello menos espantoso y letal. Lleva muchos años preparándose. 

La movilización de 300.000 reservistas ha sido interpretada como un signo de debilidad e incluso han regresado algunas declaraciones y posicionamientos que no hacen más que envalentonar a un déspota que puede cometer cualquier barbaridad para conseguir la victoria. A estas alturas, las protestas en Rusia son poco relevantes, aunque sirvan para animar la información en contra de Putin en Estados Unidos y Europa.

No parece que sea verosímil la interpretación de que China parará el conflicto, porque no hay nada, desgraciadamente, que lo avale. La única opción parece una negociación que otorgue a Rusia la injusta posesión de los territorios ocupados y la seguridad de que Ucrania mantendrá una estricta neutralidad. En todo caso, lo que es evidente es que la derrota o la retirada no es una opción para el Kremlin. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]