La independencia

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El concepto “independencia” se ha prostituido, a tal punto que se usa con suma ligereza y se ha convertido en uno de los modismos favoritos a la hora de escribir discursos de corte político. En teoría, los políticos reclaman “independencia” por aquí y otorgan “independencia” por allá, pero todo es una ficción.

Esa llamada “independencia” se reclama o se otorga sólo cuando conviene y esa conveniencia está particularmente dictada por los intereses políticos de quienes tuvieron o tienen el poder.

El mayor ejemplo de esa independencia a conveniencia son las instituciones llamadas a combatir la corrupción pública. En toda América Latina la historia es la misma. Tenemos organismos judiciales llamados a deshacer la corrupción pública que son títeres de los gobernantes de turno, que están faltos de recursos y preparación, y que son brazos ejecutores de quienes funcionan contra los intereses de la clase en el poder. Son entidades castradas desde la cúpula política.

En República Dominicana, por primera vez en mucho tiempo, vemos a un Ministerio Público que parece contar con una promesa real de independencia investigativa. Las acciones de la Procuraduría General de la República y la Cámara de Cuentas, así lo demuestran.

Es obvio que, tras un cambio de gobierno, los casos que salgan a la luz pública sean los de la pasada administración, sobre todo si en esa gestión el mal uso de los poderes y recursos públicos se generalizó de manera obscena, como se ha ido comprobando.

Ahora, la gran prueba de esa cacareada independencia se dará cuando toque echarles un ojo a los actuales personajes en el poder. Espero que no ocurra lo de siempre, que es que cuando cambian los gobiernos, cambian los objetivos de persecución hacia el que estuvo y no se mira al que está. Igual suplico que no se libren de la cárcel esos grupos de intocables que sobreviven de una administración a otra, pues son quienes logran que el engranaje corrupto se sostenga.

Hay que garantizar la independencia, claro que sí, pero para todos, porque a la hora que es aplicable sólo para un grupo, se convierte en dependencia y por ahí vienen las injusticias. Por: Benjamín Morales [Diario Libre]