La inmigración dominicana a EEUU ya es una compuesta por tres generaciones, con fuerza política en seis estados, más de 2000 mil funcionarios a todos los niveles y un millón de conciudadanos como base

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Paradójicamente y de cara a los intereses de la República Dominicana, esta nación empieza a observar la existencia de una nueva “Dominican Republic” situada en EEUU y compuesta por estadounidenses de origen dominicano y quienes, en gran mayoría, todavía no se sitúan como estadounidenses propiamente dicho y en su confusión, pugnan por sentirse dominicanos, cuando realmente no lo son.

Y no es que la mayoría se sientan como desarraigados o sin patria. No, simplemente, que todavía muchos no han asimilado la realidad, de la propia nación a la que por lo visto aún no han descubierto y a la que legal y legítimamente pertenecen y como ciudadanos de EEUU.

En este sentido, hay una aparente confusión de ideas que les hace resistirse a entender, que sus padres y antepasados son los dominicanos y que ellos y por más que quieran el país de sus ancestros, no son dominicanos y tampoco desarraigados y sí lo natural, de que tienen sesenta años, como hijos de las tres olas de inmigraciones constantes iniciadas en el 1961 y de las que han cambiado y por la fuerza de las circunstancias y sus intereses, hacia una realidad nacional muy suya y al vivir adaptándose a la que sería su nueva patria y en tanto sus hijos y ya como producto de tres olas migratorias, son nacionales del país que acogió a sus padres y del que desde la segunda inmigración y como debe de ser, se sienten estadounidenses de pleno derecho y totalmente culturizados.

Quienes en cambio no han entendido la nueva realidad, son los dominicanos que no han inmigrado y quienes después de sesenta años, se sienten que no han podido entender el fenómeno migratorio que les hace – a esos inmigrantes- decir que son “dominicanos” y siendo ahora extranjeros de origen dominicano y tanto en EEUU como en países europeos particularmente.

Debido a ello, hay un choque de culturas que no ha permitido que los hijos de este país y que nunca han cambiado de nacionalidad, entiendan que ya la mayoría de los que inmigraron NO son dominicanos y por más nostalgias o añoranzas que aquellos tengan de la nación isleña de sus padres.

Precisamente y por semejante realidad, ni los gobernantes y gobiernos y políticos criollos, tampoco han entendido los verdaderos roles que deben tener aquellos nacidos fuera y debido a esa ausencia de objetividad emocional para entenderla, todos han caído en el error de perspectiva, de creerse que los inmigrantes y sus descendientes son nacionales de este país y de ahí las fallas que se suscitan y que no dejan a esos actores públicos nacionales, entender el fenómeno social que se presenta.

Justamente por esa ausencia de criterio objetivo, los actores públicos de que hablamos y sin darse cuenta la gran mayoría, actúan como si la inmigración de los últimos sesenta años fuera la misma y que los más de un millón de sus componentes también son dominicanos y de ahí la grave situación institucional y en el caso de los estadounidenses de origen dominicano, a quienes el poder imperial de su país y sin ellos darse cuenta, poco que mucho empieza a manipularlos y hasta ahora, haciéndoles ver indirectamente, que todos ellos son una pieza importante en la nueva modalidad de vasallaje que Washington está iniciando con ellos y que en realidad, es el mismo patrón utilizado con otros inmigrantes y sus descendientes de otras nacionalidades y con el solo propósito de  servirles de piezas claves y como puntas de lanzas, que les facilite las cosas y para que vía ellos, la nación de sus padres y en el caso dominicano, pueda ser mucho mejor manipulada para los intereses estadounidenses.

Por eso, políticamente hablando, los dominicanos debemos empezar a aprender que los estadounidenses de origen dominicano y si los dejamos, podrían convertirnos en y un momento dado, en la pieza fundamental, no ya para colonizar a este país, sino sencillamente para llegar a una dimensión mayor: Lograr que los dominicanos y por sus lazos familiares en EEUU añoren ser parte de la nación estadounidense y no subrogándose a sus leyes y mandatos, sino fusionándose como otro estado estadounidense más.

De ahí la grave distorsión de perspectiva que generan las remesas que esos extranjeros envían a sus familiares aquí y de las que creen que supuestamente “mantienen” a los que vivimos en nuestra nación y la otra situación de que mas del 60 por ciento de los gerentes bancarios y de empresas son estadounidenses.

Los primeros pasos ya se han iniciado desde hace diez años: Y al lograr que más estadounidenses de origen dominicano vengan a vivir como retirados o inversionistas  y haciendo, que inconscientemente los aceptemos como ciudadanos plenos dominicanos y hasta con derecho a voto y como hasta ahora está ocurriendo y mucho más, desde que políticos con fuertes lazos migratorios en Nueva York y para citar un caso, lograron que el congreso dominicano creara la ley de doble nacionalidad y a partir de esta, crear un apartado de legisladores de “ultramar”, más funcionarios del gabinete de gobierno y lo que en conjunto, y de acuerdo a nuestras leyes nacionales, convierten nuestras elecciones en un verdadero fraude y el estado de derecho en una soberbia estafa institucional.

Es decir, ahora y como nunca antes, la nacionalidad dominicana se encuentra en el peor peligro que pudiera confrontar y desde el momento que sus inmigrantes y al haber adoptado la nacionalidad de los países que les acogieron, disponen de un segmento hijo de tres olas migratorias y siguiendo el ejemplo que presentamos, de  estadounidenses de origen dominicano, quienes y como es natural, piensan, sienten y se comportan como los estadounidenses que son y en función de esa característica y al penetrar políticamente en todos los niveles institucionales dominicanos, llegar al objetivo de Washington, de que sin necesidad de invadir el territorio nacional, sus propios hijos “dominicanos” se encarguen de que paulatinamente la nación dominicana y como República soberana e independiente se fusione con EEUU.

Solo hay que ver que esta penetración subrepticia para aniquilar la nacionalidad dominicana, los mismos gobiernos de este país y sus presidentes, se han prestado de maravillas para que el proceso de disolución se logre con efectividad: La mayoría de los consulados y delegaciones diplomáticas en EEUU y organizaciones multinacionales allí, OEA, ONU,FMI, Banco Mundial, etc., tienen un amplio componente de estadounidenses de origen dominicano y quienes fundamentalmente, son narigoneados o mejor dicho, “orientados” por funcionarios y diplomáticos de EEUU en el mismo territorio estadounidense e igual está ocurriendo en todas las filiales políticas partidarias en EEUU, cuyos directivos son una mayoría de estadounidenses de origen dominicano.

O lo otro tan peculiar, que por esa penetración indirecta de EEUU en la vida dominicana, llegue el momento, de que siendo esta nación un territorio geoestratégico en el centro del Continente  Americano se le pueda utilizar como base militar de tierra para los propósitos expansionistas estadounidenses y ahora mucho más, cuando generales estadounidenses hablan de impedir que Argentina, Chile, Brasil y Guyana vendan sus depósitos de tierras raras y en específico litio, a cualquiera que quiera adquirirlas y porque Washington los entiende suyos. Suerte que hasta ahora los dominicanos no tenemos petróleo para producción a gran escala y tampoco tierras raras.

De ahí que entendamos que, lo correcto debería de ser, que sea el Estado Dominicano el que “manille” a los estadounidenses de origen dominicano e influyendo decisivamente en los tres niveles de elecciones estadounidenses y para hacer de los elegidos, las puntas de lanzas que esta nación requiere en EEUU para defender sus propios intereses y concomitantemente no se les designe en ningún tipo de cargo público y menos diplomático o consular. Pero para entender esto, se requiere una mentalidad geopolítica y no la isleña que nos atrasa y nos va a hacer perder.

Obligándonos a que puntualicemos, que de suceder y cuando los dominicanos vinieran a darse cuenta, no tendrían espacio para comprender, que su himno, su bandera y su idiosincrasia han sido sustituidos por una nación de acogida y de vocación imperial, cuyos hijos nacidos en ella y de origen dominicano han sido los encargados de hacerla desaparecer como tal.

Es por eso que observamos, que en la medida que la inmigración dominicana a EEUU ya es una compuesta por tres generaciones, con fuerza política en seis estados, más de 2000 mil funcionarios a todos los niveles y un millón de conciudadanos como base, se ha creado la plataforma “multinacional” que generará el mayor desarraigo de este pueblo, al pasar, de dueño de su país a alquilado de otro y por lo que llamamos la atención sobre este situación tan anómala y a modo de advertencia, porque si los dominicanos no nos sacudimos y vemos esta realidad, desapareceremos como país soberano e independiente y en menos de otros sesenta años. ¡Ojalá equivocarnos! (DAG) 11.03.2023.