Sánchez no debería buscar ninguna máquina del fango, porque la había organizado en La Moncloa. Ni más ni menos que en la sede de la presidencia del Gobierno, donde no se hace nada sin su autorización. Nadie se puede creer que estas prácticas deleznables se hicieran a sus espaldas. No conozco ningún caso en la Unión Europea donde las instalaciones y el aparato de una institución del Estado se utilice como instrumento partidista para la destrucción política y personal de sus adversarios.
La desfachatez del sanchismo llega al límite de no hacerlo desde la sede del partido. Es un grado de degradación institucional inimaginable. Al margen de las consecuencias penales del escándalo, lo que sabemos es que se filtraban informaciones contra el novio de Ayuso y se daba la orden al líder del socialismo madrileño, Juan Lobato, para que emprendiera una campaña machista y repugnante. Una vez más cabe acudir al resto de la UE. No hay ninguna duda de que el escándalo sería enorme y que provocaría la caída del Gobierno.
¿Alguien imagina a Starmer, Scholz, Macron o Meloni cometiendo tamaño disparate? La realidad objetiva es que nunca sucedería algo así. En España no pasará nada. Los que hablaban de la policía patriótica tendrían que ser coherentes ante las prácticas del aparato sanchista. Ni siquiera se puede calificar de «patriótico», sino de excrecencia de la política partidista. Mientras tanto, Sánchez está en el Congreso que ha organizado el PSOE a mayor gloria suya.
El partido se ha convertido en la voz de su amo. Lo sucedido con la filtración del correo del novio de Ayuso con la Fiscalía es la confirmación de la operación machista organizada para destruirla. Es el gabinete del presidente del Gobierno quien impulsa una campaña utilizando una documentación confidencial que afecta a un ciudadano español.
No existe ningún fundamento legal que avale semejante despropósito. La confirmación de lo sucedido por Lobato ante el Supremo con pruebas debería comportar la destitución de los culpables. Es inaceptable que el dinero público se utilice para organizar una máquina del fango, que ha sido creada al servicio de un político que justificó una moción de censura basada en una regeneración que era otra mentira. Sánchez se ha acostumbrado a actuar desde el caudillismo, la impunidad y el populismo. Por: Francisco Marhuenda (La Razón)