miércoles, junio 18, 2025
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La obligación principal de un jefe de Estado, es representar con dignidad y categoría a su país y saber negociar las diligencias o tratados de la índole que sea en los que participe, mientras que como jefe de gobierno debe de preservar los fueros de nuestra soberanía y servirle con limpieza de conducta a la Republica

En este sentido, como jefe de Estado, el presidente Luis Abinader ha dejado traslucir ciertas interrogantes, que en líneas generales no lo dejan muy bien parado ante sus conciudadanos y por esa sospechosa actitud suya de hacer un gobierno plutocrático en el que extranjeros tengan un accionar y participación destacada y en cierta manera privilegiando a los no dominicanos.

Y en su condición de jefe de Gobierno, Abinader ha dado demostraciones amplias de mostrarse confundido frente a la responsabilidad de sus obligaciones y como es el caso reciente y continuo de ciudadanos haitianos irregulares, actuando como si tuvieran alguna patente de corso presidencial para rebelarse contra la autoridad nacional o creerse que son extranjeros con calidad para ocupar el territorio de un país que no es el suyo.

Igualmente llama la atención y lo que se sospecha, que desde el Poder Ejecutivo se han emitido instrucciones de esas pardas, por medio de las cuales, a los militares y policías se les hubiese ordenado que fueran tolerantes con las reiteradas violaciones a nuestras leyes y ya casi sistemáticas, de ciudadanos haitianos ilegales o porque se hubiese dado la instrucción de que a los haitianos de clase media y con bienes aquí, se les acepte que en cierta forma se entiendan dominicanos.

Sobre este último punto, se conoce, que el principal asistente o mano derecha del millonario más poderoso de Haití y quien aquí tiene el monopolio de la distribución del gas y amplio, en materia de distribución de la gasolina, sea también una especie de asesor o ministro sin cartera en el Palacio Nacional y hasta ágil intermediario en materia de tender puentes en el exterior para fines de inversiones o de captación de empréstitos extranjeros y con su actividad “secreta” de otorga visados para la clase media haitiana.

Al mismo tiempo, del propio presidente Abinader se sospecha, que, por su heredada parte materna haitiana, se muestre como especie de amable componedor en todo lo que se trate de haitianos de clase media en el territorio nacional o de cierta “flexibilidad” en materia de las políticas de preservación de la frontera común entre los dos países y sin que importe que en esta materia se puedan perjudicar los intereses permanentes de la República.

He ahí el caso, de que dada la sostenida sorda ola de violencia que haitianos indocumentados en el territorio nacional protagonizan reiteradamente y hasta culminar con la agresión e intento de asesinato de un militar en servicio activo, la cancillería no hubiese llamado a consultas al funcionario haitiano de mayor rango en su embajada y para reclamarle el por qué el gobierno provisional haitiano no ha emitido una declaración pública exigiéndole a sus ciudadanos en este país, que si no se comportan como debe ser en un país donde el estado de derecho funciona, el gobierno haitiano estaría atado de pies y manos para reclamar que se les trate con la debida consideración y respeto a sus derechos.

Paralelamente, hemos visto que el presidente Abinader y reiteradamente, es tímido en no ofrecer las explicaciones de lugar sobre negociaciones comerciales como las que acaba de protagonizar en Qatar y dado que lo poco que se conoce, es que Abinader se había interesado en una especie de línea de crédito que cubriera el déficit cuasi fiscal del Banco Central o una joint venture entre el país árabe y este y en lo relativo a inversiones en zonas francas y aeropuertos y de lo cual, Abinader sabe muy bien que debe ofrecer las explicaciones de lugar a sus cámaras legislativas o directamente a la nación por medio de una alocución y no lo de siempre y que en estos casos se sospecha que hace, que llama a sus socios en el gobierno y comunica a ellos las novedades que entrañen pingues ganancias para sus socios locales.

Desde luego, sabemos que el presidente se ha estado comportando de modo tan egoísta y poco responsable con la nación que dirige y representa, por aquello de que, al desarrollar un espíritu autocráticamente intolerante, ha llegado a entender y en lo que está muy equivocado, que él no debe darle explicaciones a nadie sobre lo que hace o sobre lo que acuerda, criterio que se le robustece, al darse cuenta de que el Poder Legislativo en pleno es su más diestro matasellos.

Por supuesto, sabemos que su comportamiento de autócrata se ha agudizado, desde que se dio cuenta que había metido la pata al proclamar el 16 de agosto pasado, aquello de  que no repetiría en el cargo y que desde ese día, ya él no era un gobernante de continuidad efectiva y que ha sido la razón, de que de golpe le han salido y desde su partido, PRM, 28 aspirantes a candidatos presidenciales  y en toda la administración pública ha habido una estampida en materia de responsabilidades y de pretensión de enriquecimiento ilícito, que han terminado por ponerles patas arriba a su mismo gobierno y con afectación cierta de la gobernabilidad, por ejemplo, el escándalo mega millonario de los llamados bonos navideños no tiene padre ni madre.

Semejante escenario de características institucionales anárquicas, también ha dado paso a la grave distorsión y por parte de mucha gente a las que el primer mandatario y desde el 2020, les ha hecho promesas de esto o de aquello o de lo otro y al ver que su palabra no es cumplida, prácticamente le están dando la espalda y lo peor para su imagen, que los periodistas, comunicadores y medios bocinas a las que paga, son los primeros que están cuestionándoles sus ejecutorias severamente y hasta con gran desfachatez.

Ante tal situación y cómo es nuestra conducta institucional como medio de comunicación cívicamente responsable, son 52 años continuos en los que somos críticos firmes de los gobiernos, pero a modo de evitar que pierdan legalidad y legitimidad y también popularidad y porque somos un medio que se debe a la República y siempre pretende ser amable componedor, pero lamentablemente, ahora resulta que el ego de Abinader no acepta críticas y por ello, son tantos los sectores y ciudadanos que se le alejan. Y lo grave, de él mismo afectando la gobernabilidad.

De ahí, que, haciendo la advertencia de lugar, es que decimos, que la obligación principal de un jefe de Estado es representar con dignidad y categoría a su país y saber negociar las diligencias o tratados de la índole que sea en los que participe, mientras que como jefe de gobierno debe de preservar los fueros de nuestra soberanía y servirle con limpieza de conducta a la Republica. Con Dios. (DAG) 12.12.2024

Imagen: Periódico El Horizonte

 

 

 

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