miércoles, junio 25, 2025
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LA SEGUNDA DERIVADA: CIUDADES VIRTUALES, NFT Y CRIPTOMONEDAS

Genesis City es la primera ciudad construida con la tecnología de bloques de datos (blockchain, en la jerga). Se trata de una ciudad virtual que tiene centros comerciales, galerías de arte, y plazas y calles donde se pasean los avatares de los usuarios. Fue desarrollada por la compañía Decentraland, que logró la financiación en 2017 emitiendo una criptomoneda (levantó 26 millones de euros) y que ahora se está forrando, vendiendo terrenos.

La ciudad tiene 900.000 parcelas virtuales. Y hace dos meses vendió una de las mejor ubicadas a Metaverse, filial del grupo alemán Tokens.com, que cotiza en la Bolsa de Fráncfort. Pagó dos millones de euros. El inversor, Andrew Kiguel, asegura que esa parcela ya vale cinco veces más.

El terreno ficticio está situado en la Fashion Street (la calle de la moda), de donde ya han abierto tiendas virtuales marcas como Gucci, Prada y Ralph Lauren.

También hay que decir que Kiguel no pagó exactamente con euros o dólares, sino con una criptomoneda llamada MANA, equivalente a los mencionados dos millones de euros.

La pasión por el metaverso no es solo cuestión de los fanáticos de las criptomonedas. A finales de 2021 se conoció que la filial en Hong Kong de la consultora internacional PriceWaterhouse Coopers (PwC) había invertido para comprar terrenos virtuales en Sandbox, para iniciarse en lo que denominan el “asesoramiento 3.0 para temas de contabilidad y fiscalidad”.

También la histórica marca de videojuegos Atari ha comprado en Sandbox, llegando a pagar tres millones de euros, en la que es la mayor operación inmobiliaria virtual hasta la fecha.

El problema con todas estas inversiones es que se están dando en activos que no solamente no están regulados, sino cuya utilidad y viabilidad es más que cuestionable.

Otra faceta de esta nueva pasión por los llamados activos digitales son los conocidos como NFT. Estas son las siglas en inglés para los bienes no fungibles, o no sustituibles. El ejemplo clásico de bienes no fungibles son las obras de arte, cuyo valor reside en su originalidad.

Los NFT consisten en creaciones electrónicas que gracias a la tecnología blockchain pueden acreditar su originalidad. Por ejemplo, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, vendió en mayo de 2021 el primer mensaje que se publicó en la red social por 2,9 millones de dólares. Gracias a la tecnología de bloques de datos, su comprador puede acreditar que posee el primer tuit.

Ahora hay creadores de arte electrónico y fotógrafos que venden sus creaciones en formato NFC. Incluso una compañía, Republic Realm, dedicada a crear mansiones virtuales que vende por 15.000 euros.

Los más escépticos de estos desarrollos recuerdan que la primera ciudad virtual, Second Life, se creó hace 19 años, y acabó en fracaso. Durante un tiempo, muchas empresas abrieron allí sus sedes virtuales, pero al cabo de varios años el proyecto no llegó a superar ni el millón de usuarios regulares. [La Razón]

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