La utilización de la crisis brasileña

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El asalto de los sectores más ultras del bolsonarismo contra las principales instituciones brasileñas fue un acto repugnante. Lo primero que hay que decir es que fue obra de unos delincuentes y energúmenos que deberán responder de sus actos. Es bueno recordar que Brasil tiene más de 200 millones de habitantes. Por ello, no se puede descalificar a los seguidores de Bolsonaro por los actos vandálicos de unos pocos miles.

El expresidente sacó un buen resultado, aunque Lula le ganó. Fueron unas elecciones polarizadas y llenas de descalificaciones, aunque los medios de comunicación de izquierdas han vendido a Lula como un ser bondadoso y entrañable. Un defensor de los pobres y comprometido con el medio ambiente.

En cambio, Bolsonaro es un «facha» peligroso, amante de la violencia y destructor de la Naturaleza. Un concepto tan simple como efectivo del bien y el mal, siempre que se cuente con una legión de periodistas y columnistas. Lo hemos visto en el resto de los países iberoamericanos en los que ha ganado la izquierda populista.

Es lamentable que la izquierda política y mediática española aproveche la oportunidad para atacar y descalificar al PP con la excusa de los vínculos de Vox con Bolsonaro. El bien que quieren proteger es que Sánchez pueda gobernar y harán todo lo posible para conseguirlo. Se juegan mucho dinero, cargos e influencia.

La noticia del vergonzoso asalto se recibió con enorme satisfacción en La Moncloa. Los socialistas necesitan una nueva «foto de Colón» para movilizar a su electorado. La apelación al miedo por la llegada de la derecha es una constante en el populismo de izquierdas. No solo en Iberoamérica, sino también en España. Todo el mundo sabe que los independentistas, los podemitas y los filoetarras son unos demócratas ejemplares y unos fervorosos defensores de la Constitución y el ordenamiento jurídico. Lo han demostrado con sus actuaciones para acabar con la convivencia, romper España o imponer un régimen chavista.

Lo sucedido en Brasil no tiene ningún paralelismo con la realidad española y no hay ningún riesgo de que pueda suceder. No importa, ya que consiguieron cambiar un gobierno con una moción de censura basada en la mentira y la manipulación. Lo único que nos debería preocupar es que el PSOE o el PP abandonen la centralidad. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]