Por uno de los más afanosos periodistas reconvertidos como propagandistas oficiales, nos enteramos de que el culto a la personalidad de quien sea presidente de la República ha sido retomado y con una contundencia, que ni siquiera en la Era de Trujillo (1930-1961) se había conocido algo semejante.
Tal situación, invariablemente choca con el criterio y tendencia moderna de dejar a un lado ese cierto tipo de muestra de desahogo emocional casi de corte de espasmos sexuales y por entenderse, que el éxito de un político y presidente no es el que se pregona, si se observa a razonamiento a contrario que ese primer mandatario, en este caso, Abinader, parecería que luce desesperado porque se le acepten sus ejecutorias sin discusión alguna.
En este aspecto y al ver que para la propaganda presidencial ya los dominicanos no nos identificamos por sí mismos y sí agregándole la coletilla tan frívola de “los dominicanos de todos los colores”, que definitivamente haya que entender, que por lo menos y en lo que a publicidad y propaganda se refiere, el régimen no anda por buen camino.
Al contrario, parecería que el empeño es saturar a la gente con los “éxitos” de Abinader y como el mejor recurso para saturar y embotar los cerebros de los ciudadanos, de suerte que al llegar al escenario de que la aplanadora legislativa oficial apruebe la reforma constitucional que Abinader quiere y en la que no hay la mínima muestra de permitir que se consulte a los ciudadanos y directamente por medio de un referéndum y con lo que se tendrá una reforma que podría ser calificada de legal pero jamás de legitima.
¿Cómo va a ser que Abinader entienda que él puede imponer su voluntad por encima de la de todos y peor, proyectarla hacia nuevas generaciones que aún no han nacido o que las que ya están todavía no llegan a la mayoría de edad?
De ahí que rechacemos lo que el oficialismo pretende y mucho menos, bajo el falso disfraz de “los dominicanos de todos los colores” y de lo que se habló a media mañana en la tele y por entender, que se trata, lo de “Los dominicanos de todos los colores”, del ocultamiento propagandístico exprofeso, vía la Ley 1-24 de la dictadura encubierta que apoya la “gran prensa”. Con Dios. (DAG-OJO)