Los populismos sanchistas de Iberoamérica

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El populismo izquierdista que inunda Iberoamérica con los dirigentes Lula da Silva, Maduro, Petro, AMLO, Boric, y el defenestrado Pedro del Castillo (el del sombrero), entre los más destacados, es la versión ultramarina de nuestro sanchismo autóctono. Una síntesis de los podemitas –amamantados en las ubres ideológicas y financieras del chavismo– y del secesionismo oriundo catalán y vasco, éste en sus dos versiones: la nacionalista del PNV y la de Bildu. Pedro Sánchez merece un lugar destacado en esa galería de políticos populistas, actual versión 2.0 gestada por el Foro de Sao Paulo, tras la hecatombe del régimen totalitario que sucumbió estrepitosamente con el Muro de Berlín.

A partir del próximo 1 de julio a España le corresponde ejercer la presidencia «pro tempore» semestral que con carácter rotatorio asumen los 27 estados de la UE, y Sánchez quiere ostentarla cual, si su persona la hubiera ganado en unas elecciones europeas, convirtiendo esos seis meses en su propia campaña electoral de los comicios de diciembre. Con la insólita complicidad de Ursula von der Leyen, equivalente sanchista del PPE, aspira a prorrogar su mandato cuatro años más, o en su defecto una salida digna de su cualificada persona en la UE, en la OTAN, en la ONU, o donde sea, pero internacional. Es insólito que Sánchez ostente esa representación pretendiendo credenciales europeístas cuando gobierna gracias a su alianza con los comunistas, ideología condenada por el Parlamento Europeo junto al nazismo como la responsable del mayor genocidio de la Historia de Europa. Por cierto, que la condena fue en septiembre de 2019, apenas dos meses antes de que signara con Pablo Iglesias el «Pacto del abrazo», gracias al que accedió al Gobierno –sin pasar por las urnas– y por el que sigue en La Moncloa. Ante el inmediato 28-M parece oportuno mirar hacia sus populistas colegas iberoamericanos, como Boric en Chile, que ostenta una presidencia tan efímera como densa en reveses electorales. Después de los intensos disturbios sociales producidos en el país, accedió al Palacio de la Moneda con el proyecto de una nueva Constitución progresista como bandera, para enterrar la de 1980 de Pinochet. Tras su fracaso en el referéndum sobre la elaborada por los suyos, ahora ha recibido otra contundente derrota en la elección de los 50 integrantes del Consejo encargado de elaborar la nueva. El claro vencedor ha sido «la derecha de la derecha» liderada por su contrincante en las pasadas presidenciales, que no era partidario de derogar la Constitución. Cuando las barbas de tu colega veas cortar… Por: Jorge Fernández Díaz [La Razón]