Desde el siglo XVIII Kant (1793), planteaba que "la práctica sin teoría es ciega y la teoría sin práctica es estéril". Marx (1845), en su octava tesis sobre Feuerbach, indica: "La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica".
Giner (2011), sintetiza las tesis de Marx de la manera siguiente: "Sin teoría no hay praxis. Sin praxis no hay teoría válida". Por su lado el jurista Alberto Cruceta, con quien comparto la mocanidad, suele decir que "no hay mejor teoría que una buena práctica". En definitiva, la teoría y la práctica tienen una relación dialéctica, son dos caras de una misma moneda.
La sistematización de experiencias es un puente entre práctica y teoría, es una herramienta metodológica que permite producir conocimientos desde la experiencia de los protagonistas de un proceso social. Oscar Jara (2018), la define como "aquella interpretación crítica de una o varias experiencias que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica y el sentido del proceso vivido en ellas: los diversos factores que intervinieron, cómo se relacionaron entre sí y por qué lo hicieron de ese modo".
Es justo señalar que la sistematización de experiencias se ha utilizado, entre otros ámbitos, en el tema de la promoción y defensa de los derechos humanos, los cuales son impactados por la corrupción, un mal que limita la capacidad estatal o social para garantizarlos.
En República Dominicana, el combate contra la corrupción adoptó, con la presente gestión del Ministerio Público, la lógica de la persecución penal estratégica. "La Persecución Penal Estratégica es la orientación que busca integrar el trabajo de los fiscales en el marco de una estrategia global de comprensión de una forma específica de criminalidad". (Binder, 2010)
La investigación y persecución de la corrupción en el país ha tenido un mayor énfasis en los grandes casos de corrupción, fruto de complejas estructuras, las cuales no se habían enfrentado anteriormente, como consecuencia, entre otros, de la lógica del caso a caso. Esta forma estratégica de persecución de la corrupción ha permitido ejecutar seis operaciones y un caso
Por su lado, Alejandro Rodríguez (2009) indica que "la persecución penal estratégica constituye una política criminal que tiene por objeto definir los hechos criminales que se van a perseguir, partiendo de una selectividad racional: el grado de afectación social de la conducta y el análisis de patrones delincuenciales".
Este enfoque en la persecución de la criminalidad organizada, al que contribuimos a afianzar desde nuestra función en el Ministerio Público, vino acompañado de un aumento considerable de recursos humanos y económicos. A lo que se sumó la implementación de una reingeniería del personal asignado a la lucha contra la corrupción, el cual fue constituido en una fuerza de tarea y organizado igualmente de manera estratégica, de acuerdo con la misión y visión de la nueva forma de persecución de la corrupción.
Cabe resaltar que la persecución penal estratégica obliga a abandonar la lógica de la persecución penal caso a caso, para asumir el reto de perseguir estructuras y mercados criminales.
Partiendo de lo anterior, la investigación y persecución de la corrupción en el país ha tenido un mayor énfasis en los grandes casos de corrupción, fruto de complejas estructuras, las cuales no se habían enfrentado anteriormente, como consecuencia, entre otros, de la lógica del caso a caso. Esta forma estratégica de persecución de la corrupción ha permitido ejecutar seis operaciones y un caso.
Las operaciones surgen de la realidad criminal de que se trate, lo cual implica la investigación de múltiples involucrados, diversas líneas de investigación, varias instituciones afectadas, entre otros. Una operación generalmente está compuesta por varios casos. Cabe destacar que difícilmente exista un país en la región que tenga judicializadas, en forma simultánea, seis operaciones contra la corrupción de las dimensiones que tenemos aquí en estos momentos.
La carrera contra la corrupción y la impunidad no es de velocidad, es de resistencia.
Después de décadas de impunidad en materia de corrupción, la República Dominicana ha sido capaz de generar un punto de inflexión, fruto del empoderamiento social, para perseguir la corrupción en todas sus dimensiones, sin tener que recurrir a la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad. Este proceso, a la dominicana, ha permitido perseguir la corrupción a grandes, medianas y pequeñas escalas, sin querer afirmar con esto que no haya asignaturas pendientes en esta materia.
Décadas de impunidad no se resuelven en días, sin importar las horas de trabajo y los recursos que se dediquen a esta tarea. Además, la carrera contra la corrupción y la impunidad no es de velocidad, es de resistencia. "Hay que saber lo mucho que cuesta hacer retroceder las fronteras de la impunidad". (Joly, 2003)
Lo más importante de todo esto es asumir como sociedad que la lucha contra la corrupción debe mantenerse en el tiempo, ser cada vez más extensa y sistemática en procura de reducir la corrupción a su mínima expresión, fortalecer nuestras instituciones, el estado de derecho y la democracia. Volviendo a Kant, lo anterior es un imperativo categórico. Por: Wilson Camacho [Diario Libre]