jueves, diciembre 12, 2024
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Mano de obra haitiana. ¿” Patriotismo” o economía?

Mientras el sistema escolar dominicano ha mostrado un fracaso rotundo en materia de educar en cuanto al origen de la nación dominicana o el fortalecimiento de los valores morales de la juventud, nos encontramos con esa discusión o debate estéril entre “patriotas” y “traidores” dominicanos con respecto al tema de la inmigración de refugiados económicos haitianos.

Que, si vamos a analizar en el contexto correcto, es más de una economía dominicana que en sus planos no técnicos se fundamenta en una mano de obra haitiana, que a determinados niveles es ejercida por sus empleadores y como si se tratara de esclavos económicos, cuando de lo que se trata, es de la cohabitación de mano de obra y recursos técnicos operados por dominicanos, frente a la proporción de mano de obra analfabeta que facilitan los inmigrantes haitianos en gran mayoría. Es decir, los trabajadores a destajo: braceros u obreros.

Por lo tanto, no es que exista lo de la supuesta “invasión haitiana” que pregonan los agitadores patrioteros del Instituto Duartiano y su sector de repetidores mediáticos y allegados en los lupanares mediáticos en las redes sociales, sino que la ocurrencia de tanta población trabajadora haitiana se debe a una realidad económico hija de la evolución de nuestra economía que ya se encuentra a nivel emergente y de ahí su crecimiento anual superior a la mayoría de los países del área.

En otras palabras, la mano de obra se ha especializado: Los dominicanos manejan la parte tecnológica y los haitianos la parte de mano de obra dura. Unos pilotean aviones fumigadores y lo decimos para poner un ejemplo gráfico y otros, solo trabajan en la siembra y viendo a los primeros volar. Y esto para reducirlo a un esquema simple de simple comprensión.

Porque tampoco es que el dominicano supuestamente no quiere trabajar, sino y  simplemente, que por su nivel de desarrollo y educacional ha evolucionado, de mano de obra en bruto a mano de obra especializada tecnológicamente, mientras los trabajadores haitianos se ocupan de la mano de obra pura y simple y no en todas las etapas de los diversos trabajos, pues si vamos al sector turístico, allí dominicanos y haitianos van a parte iguales en materia de recepción y trabajos administrativos.

Entonces y debido a lo que en los hechos se trata de la especialización del trabajo a partir de la mano de obra especializada o no, viene la realidad de donde trabajan y se desenvuelven unos y otros y no de que haya que librar una supuesta lucha contra una supuesta “invasión” que solo existe en las mentes de los agitadores patrioteros del Instituto Duartiano y sus bocinas en los medios de comunicación y de información de masas, al parecer creyentes fieles de que aún se están viviendo aquellos tiempos de siglos atrás y de violencia fratricida entre haitianos y dominicanos y cada uno tratando de crear las bases de sus propias nacionalidades e idiosincrasias.

Haití nació de la lucha terrible de ese odio que los trabajadores haitianos le tenían a los blancos plantacionista franceses y que fue la razón de que su independencia en el lapso 1804-1814 se hizo en base a los negros asesinando a toda la población blanca y junto con su independencia en enero de 1804 presentó la declaración de abolición de la esclavitud, primera nación que lo declaraba en todo el planeta. Que Francia y las potencias coloniales de aquel tiempo, nunca aceptó y que fue la razón de la invasión francesa de Leclerc y patrocinada por Napoleón y la razón a su vez, de que aumentara el nivel de haitianos mulatos y que, desde entonces, es la diferencia racial, social y política que divide a los haitianos.

Sin embargo, ocurre el fenómeno y repetitivo en más y en los últimos cien años, de que los haitianos que entran mayormente como refugiados económicos a este país, ya a los tres meses de estar aquí empiezan a dar connotación de adoptar las costumbres e idiosincrasia dominicanas y al punto, de que cuando vuelven en primera visita a su patria, se encuentran con que sus compatriotas les tratan despectivamente como “dominiquein” y lo que ahora se ha moderado, porque las relaciones afectivas entre inmigrantes haitianos y los dominicanos, ha generado un nuevo segmento de familias haitianas de origen dominicano en Haití y aquí, de familias dominicanas de origen haitiano, abriendo nuevos lazos de convivencia que realmente se han consolidado.

Solo la ruidosa minoría de los dominicanos cuyas mentalidades todavía se encuentran en tiempos de las luchas independentistas, son los únicos que lucen como furibundos anti haitianos y que es lo que explica la reciente ola mediática de ese antihaitianismo absurdo de supuesta destrucción de la nacionalidad dominicana y el que como sería natural tiene su respuesta en el nicho de los anti dominicanos en Haití y quienes mayormente se encuentran en la periferia de Puerto Príncipe.

Véase también lo siguiente: Haití está comprando en la actualidad, no menos de 700 millones de dólares y este año, en productos dominicanos y que es un renglón que por el  efecto de la política racista anti haitiana esas compras disminuyeron en cerca de 500 millones de dólares, pues cinco años atrás nos compraban por un monto anual de 1,200 millones de dólares y lo que se debió, tanto porque empresarios haitianos crearon un mecanismo de sustitución de importaciones dominicanas o porque aquí, la campaña corrosivamente propagandística de los patrioteros del Instituto Duartiano ha provocado ese descenso y el que ha generado un serio déficit de nuestras importaciones al país transfronterizo.

Mientras tanto a este día, los trabajadores haitianos en este país envían un mínimo de 3 millones de dólares cada mes y en remesas a sus familias en Haití, generando un sector económico y financiero del que no menos de 50 empresas financieras y de transporte dominicanas son directamente beneficiadas de esas transacciones y que como se recuerda, las remesas son producto de los ingresos de los trabajadores haitianos luego que deducen sus gastos propios y el pago de sus impuestos.

Los “patrioteros” dominicanos, gritan, que supuestamente las parturientas haitianas son “una invasión de vientre” extremadamente costosa e igual, que supuestamente, el tener hijos de haitianos trabajadores en nuestro sistema educativo ambos generan rubros de una supuesta pérdida económica, cuando realmente y si se recuerda lo relativo al comercio entre naciones, respecto a  que la nación que más compra tiene que ser favorecida con compensaciones por parte de la que le vende  y que a nivel de Estado, esas compensaciones de parte dominicana, en Hacienda se entiende, que los gastos que mujeres y alumnos representan, en realidad no son tales sino que es parte de las compensaciones que esta economía le da a la economía haitiana.

Pero nuestros ignorantes y maliciosos patrioteros anti haitianos del Instituto Duartiano, ni por asomo hablan sobre este particular y al contrario, viven propagando su venenoso discurso de odio y tan insensato, que la mayoría de los influenciadores y lupanares mediáticos dominicanos en las redes sociales lo han adoptado ciegamente.

Así hablan, de que supuestamente la flotante población haitiana “nos está robando nuestro país” y cuando no es cierto en lo absoluto y en vez de entender, de que ambos pueblos y naciones siempre nos necesitaremos. Claro, políticamente siempre habrá extremistas supuestamente nacionalistas de parte y parte, pero mientras los medios de comunicación de los dos países e irresponsablemente, azucen bajas pasiones para enemistar a las dos naciones, semejantes incordios de una u otra forma habrá que saber manejarlos.

En la actualidad, todo este discurso de odio tan insensato, también es provocado por la estúpida política del gobierno dominicano, cuyo presidente es un dominicano de tercera generación de origen libanés y con raíces dentro de la burguesía haitiana y la que ahora es su socia y generando el grave problema de interpretación, de quien debe ser o no reconocido como haitiano legal y quienes de sus hijos nacidos aquí deben ser reconocidos como dominicanos y cuando se conoce y de acuerdo a nuestra Constitución, que el extranjero ilegal con hijos que hayan nacido en el territorio dominicano, estos no son dominicanos de pleno derecho y sí mantienen la nacionalidad de sus padres o el padre o la madre ilegal según cada caso y lo que quedó reforzado con una sentencia del Tribunal Constitucional.

Precisamente, ayer decíamos en nuestra cuenta en X y refiriéndonos al tema, “que el dilema humano viene, cuando esa indocumentada tiene hijos que nacen aquí, pero al ser de madre o padre haitiano ilegales o ambos de la misma nacionalidad, viene el problema jurídico de que no son dominicanos, aun cuando tengan mentalidad y cultura dominicana (refiriéndonos a los adolescentes o a los ya adultos) y porque nacieron y viven aquí y nunca han visitado Haití.

“Ahí es que los que los dominicanos tenemos que ser humanos y cristianos y entender, que esos hijos deben registrarse como residentes legales y nunca ilegales y cinco años después y sin haber salido del territorio nacional, ellos decidan su nacionalidad. ¿Por qué no entender esto?”

Pero no solo lo anterior, ¿Qué hacemos con los cerca de 200 mil haitianos ilegales que fueron registrados en base a una disposición legal  proveniente de la presidencia de la República en el gobierno anterior, como extranjeros regularizados legalmente y los otros 100 mil que quedaron en trámite al llegar el gobierno de Abinader en el 2020 y que este gobierno y de manera tan irresponsable cerró la iniciativa y dejando en veremos a todos los extranjeros que se beneficiaron del Plan Nacional de Regularización del extranjero indocumentado?, ¿qué?, ¿los tiraremos al mar o los pasaremos a cuchillo al puro estilo de nuestros vecinos?

Es hora pues de que Abinader y su gobierno plutocrático trate con responsabilidad esta situación y la resuelva, pues definitivamente, la realidad es, que de la única forma que se disminuye la entrada de ilegales o indocumentados, es en base de aplicar las siguientes medidas.

Primero, que el gobierno impida el tráfico ilegal de trata y tráfico de haitianos que es ejercido por los militares, policías y agentes migratorios. Segundo, que solo el haitiano documentado es el que pueda cruzarla.  Tercero, que del millón y pico de población haitiana flotante de la que algunos y para meter miedo, hablan irresponsablemente de cuatro millones, disminuya sensiblemente y solo con que quienes son sus empleadores, sean los responsables de que todos tengan sus documentos totalmente en regla y nos referimos a los de nacionalidad y migratorios.

En definitiva. ¿Qué es lo que se quiere en materia de mano de obra haitiana? ¿”Patriotismo” o economía? Con Dios. (DAG) 18,11.2024

 

 

 

 

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