¿Más partidos y formaciones políticas? ¿Y para qué?

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Si algo hemos aprendido los dominicanos y como corolario a estos 62 años de “democracia”, no es solo, que no necesitamos nuevos partidos o formaciones políticas, sino que para la buena salud de la República es hora de retirar los registros de no menos 20 de lo existentes y los que en muchos casos, son en un 90 por ciento, cajas de resonancia de los tres o cuatro “grandes” que tienen el control autoritario de la vida política nacional y que sin discusión alguna, son los entes que han creado y generado las muestras poco edificantes de corrupción a gran escala y desmembramiento de la institucionalidad y lo impensable, pérdida absoluta de autoridad moral.

Recuérdese, que si para principios de los finales de la década de los setenta del siglo pasado, se tenía el criterio de que la política partidaria había generado más de 25 mil millones de pesos en perdidas por las prácticas corruptas y corruptoras desde el poder, ahora y solo viendo las muestras de riquezas personales que los políticos y sus asociados y de todos los partidos, han podido agenciarse y en base de utilizar la política como mecanismo de extorsión generalizado y que si lo unimos al pernicioso clientelismo que aun no deja de mostrar su rostro más criminal, arroja, que la nación ha perdido no menos de 300 mil millones de dólares estadounidenses con todas las practicas de corrupción que la partidocracia ha instaurado impunemente.

Semejante incremento de robo abierto y descarado de los bienes y dineros públicos ha generado la puesta en marcha de una especie de casta política, que, teniendo el monopolio del poder, todos los años y como públicamente se muestra, los dominicanos tenemos un terrible quehacer criminal partidario, que ha llegado al colmo, de hacer del Estado, el mayor de los delincuentes y de una parte de la población su instrumento más dócil.

En todo este tiempo y siempre de manera constante y contando con el apoyo de las instituciones cívicas, civiles, económicas, sociales, religiosas y toda la corte de burócratas, civiles, castrenses, policiales y de seguridad, enriquecidos al amparo del poder y también como controladores de las peores malas prácticas corruptas de deformación total del sistema burocrático estatal, ha sido patente y al colapsar el sistema educativo, que parecería, que los dominicanos no tenemos vuelta atrás frente al sistema corruptor que ha sido establecido en estos últimos 62 años de la vida nacional.

Para colmos, ahora “legalizado” con la entrada abierta de las peores maneras de corrupción desde el sector privado y en base al lavado de activos, el narcotráfico, el contrabando, el tráfico de influencias y los asesinatos por encargos.

Dentro de este contexto y agravado con la pretensión de legalizar todos los ilícitos en base a la entronización del fideicomiso público, esos grupos están haciendo prácticamente imposible, que este país isleño pudiera quitarse la terrible etiqueta de ser lo mas parecido a una isla de piratas y corsarios en donde los gobernantes son asesinados y desde el momento que no entienden como es que las mafias burocráticas públicas y privadas, consideran que ellos deben actuar y comportarse.

Hace 62 años, aquí se asesinó a un dictador, precisamente aquel dominicano que había recibido una aldea en el 1930 y que al 1961 la había convertido en una nación poseedora de un estado moderno, en el que la corrupción desde el poder prácticamente era una situación inexistente y hace unos años, al otro lado de la isla, fue asesinado su presidente, hundiendo a Haití dentro de una horda de criminalidad pública y en la que ya tiene terrible participación, toda una población pobre que desafía con sus pandillas armadas a su licenciosa clase media y oligarquía.

Ante esta situación, observamos con preocupación la nueva variable criminal hija de la inmigración criolla en EEUU y sus implicaciones políticas de cara a crear una nueva especie de estructura dominicana fundamentada en el estadounidense de origen dominicano y el que con sus capitales en gran mayoría ilícitos, están penetrando casi libremente en nuestra economía y con el apoyo tácito de funcionarios consulares y diplomáticos en aquel país y como paso previo al gran peligro a nuestra nacionalidad, de esa gente pretender que República Dominicana se fusione con EEUU, al tiempo que desde la misma isla y por las razones de vida común entre dominicanos y haitianos, también se impulsa otro tipo de fusión entre los dos estados que conforman la misma territorialidad.

En el interin, la clase política criolla, trata de anestesiar los sentidos de los dominicanos, haciendo creer y en lo que el abusivo factor mediático también se empeña, de que supuestamente se necesitan y porque asumen que se requieren más partidos y formaciones políticas y lo que significa, que la parte corrupta dominicana quiere llegar y cuanto antes y de cara a las elecciones del año que viene, al dominio total, de un Estado, que se de suyo también se muestra prisionero de lo peor de la partidocracia criminal.

Lo correcto debería de ser, que la Junta Central Electoral promoviera cierto espíritu de corrección en esto de más partidos y formaciones políticas y que tanto el Tribunal Constitucional como el Poder Legislativo asuman un papel protagónico, al tiempo que desde el Poder Ejecutivo se busquen las vías, que hagan posible, que, desde el poder todavía constitucional, el sistema político criollo tan anarquizado se reordene y reoriente.

Véase por ejemplo que nuestra preocupación es razonable, con solo analizar, cada uno de los sermones de los obispos católicos en el día de ayer y en los que resalta el espíritu de soflama politiquera de pura insurrección institucional contra un sistema político en el que los curas y obispos entienden y en palabras bonitas, que está dominado por las muestras de delincuencia institucionalizada más desconcertantes.

Y al observar esto, de como los discursos “sacros” de ayer fueron dirigidos y todos a una, como saetas descalificadoras del sistema político de partidos y por derivación,  también de cuestionamiento al sistema político legal, que necesariamente nos mostremos más que preocupados por el destino inmediato de esta nación, viendo como la curia católica busca posicionarse agresivamente para imponérsele a la partidocracia y eventualmente descalificar el proceso electoral venidero y en momentos, que nuestros políticos continúan en su objetable quehacer de pandillerismo desde el poder y lo que al final podría presagiar un inusitado concurso de todos los grupos políticos, sociales, económicos, religiosos a institucionales y en aras de darle un vuelco a la situación política y social que se vive y como sería, imponiendo un gobierno de fuerza militar-religioso y en el que la partidocracia quedase desplazada violentamente y de ese modo, se abra un nuevo e inquietante ciclo histórico para la vida de nuestra nación. Y lo que nos anima a preguntar, ¿más partidos y formaciones políticas? ¿Y para qué? (DAG)