sábado, diciembre 7, 2024
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Mientras Abinader continua exitoso y como un trinquete. La desidia y la mala fe corroen las entrañas de su gobierno a nivel del funcionariado y de muchos de sus socios plutocráticos. Se imponen pues, los cambios a 33 días de los 3 años de la administración

Ahora que se ha desatado la de Belén y los pastores y arrastrado por las implicaciones del sometimiento a la justicia de las empresas e individuos quienes presumiblemente están imputados o relacionados con el caso de corrupción Medusa y que como ya se ha visto, ha provocado y por asuntos de responsabilidad ética, la solicitud de licencia del ministro de la presidencia Lissandro Macarrulla y en razón de que la empresa constructora familiar y un hijo, en apariencias están involucrados en el escandaloso caso de corrupción desde el poder.

Se evidencia y por un lado, que todavía existen personas que se entienden de conducta irreprochable y que por vía de consecuencia, al menor señalamiento que implique dudas sobre su comportamiento moral toman decisiones, que todavía en esta sociedad no son aquellas de la que la gente que se dice seria suele tomar, pero que en el caso del todavía ministro Macarrulla, se muestra su actitud civilista y ciertamente decente, que por lo menos, refleja que es un ciudadano y funcionario no exento de cierta valía moral que con toda la razón debe de reconocérsele.

Pero por el otro lado, el escándalo Medusa y por la proyección que el ministerio público “independiente” le ha dado y en este como en otros casos sonados de corrupción heredados del gobierno anterior de Danilo Medina, crea una de interrogantes, que necesariamente salpican directa o indirectamente al gobierno del presidente Luis Abinader y de su partido el Revolucionario Moderno (PRM) hijo putativo este, de uno de los partidos más implicados en actos de corrupción desde el poder y como lo es el Partido Revolucionario Dominicano (el PRD “de la guerra fría”) y en la actualidad, aliado del partido de la Liberación Dominicana (PLD) que como ya se ha visto, se encuentra en las bocas de todos por sus implicaciones directas en determinados escándalos de corrupción presuntamente originados en dos administraciones gubernamentales y  gracias al tráfico de influencias.

Así las cosas y viendo que al mismo tiempo, dentro del PRM y como gobierno, han sido destapados no menos de siete casos de corrupción por parte de miembros suyos y funcionarios de la Administración Abinader, que por realismo político haya que entender y tomándose en cuenta que hay una probable reelección presidencial aprobada e impulsada por la misma Constitución de la República, que por prudencia y sentido común, haya que instarle al presidente Abinader y desde luego, marcando él sus tiempos para contemplarlo y hacerlo, que lo prudente, es que se aboque y a 33 días de cumplir tres de sus cuatro años en el poder por efectuar cambios amplios dentro de su gabinete, como dentro de los principales cargos de segundo y tercer nivel de su administración e igualmente en determinados organismos descentralizados.

Por supuesto, no es que el gobierno y el PRM sea uno intrínsecamente corrupto o corruptor, sino que debería de entenderse, que ahora que el mismo Abinader ha renunciado y lo que muchos entienden una actitud demagógica, a su potestad constitucional como Poder Ejecutivo, de controlar y dirigir al ministerio público central, esto es, la Procuraduría General de la República y todas sus dependencias, que ante la proximidad de unas elecciones tan determinantes como las del 2024, desde ahora, Abinader debería de considerar la probabilidad, de que de una u otra forma, la PGR pudiera ser tentada por intereses en conflicto y cuando se viniera a ver, iniciara un proceso de investigaciones e imputaciones que pudieran implicar altos cargos de la administración y que en tiempos de elecciones y ante la ciudadanía queden al descubierto como acciones políticas de intereses adversos y perjudiciales al gobierno.

En consecuencia, Abinader debería aprovechar la solicitud de licencia formulada por el ministro de la presidencia y entender, que precautoriamente debería de ir soltando amarras y quitarse de encima a todo aquel funcionario o alto cargo, que arrastrado por las controversias permanentes y debido a su ineptitud e incapacidad de enfoque para trabajar en función de las políticas del presidente y rápidamente separarlos de los cargos que ostentan y en su lugar, también entender, que la base fundamental de su reelección constitucional, debería de ser, que el mismo joven presidente se muestre lo suficientemente independiente frente a los poderes y grupos económicos que se les entiende parte de su gobierno de plutócratas y en función de ello, rodearse de la mayor cantidad de jóvenes de su misma generación y sin importar si son de su partido o de cualquier otro y como la mejor respuesta a crear una radiografía nueva de un gobierno que en su último año en el poder se le vea compuesto por un factor generacional entre 35 y 55 años de edad y sin tachaduras morales de ninguna especie.

Un relanzamiento generacional del presente gobierno, sin duda sería un reto para el mismo Abinader y el que también sin duda, sería su mejor carta de presentación en procura de una reelección constitucional, que con semejante muestra, identificaría al 55 por ciento de esa población joven, que en la mayoría de los casos se siente totalmente atrapada y cautiva de los mismos individuos viejos que desde hace 61 años se han convertido en los protectores de la tiranía de grupos, que impulsada por la partidocracia, no deja que esta nación sea de su juventud y si solo de neocaudillos al estilo Leonel, Danilo o Hipólito .

Y es y si Abinader se llega a dar cuenta, que debería de entender y lo que hay que recalcarle, que su misión y como primer presidente de la República nacido luego de la Era de Trujillo, es devolverle la nación al pueblo joven, formularle políticas reales hacia los jóvenes y darle su lugar a toda esa juventud que ha sido golpeada, aprovechada y explotada por la partidocracia y para decirlo descarnadamente, también por el PRM y sus desastrosas iniciativas de persecución y destrucción sistemática de los disidentes y por la torpeza de tantos funcionarios, que entienden que al poder se llega para formar conciliábulos y ganar de continuo enemigos y animadversiones, comprar periodistas e hipotecar a la prensa en base a esa publicidad continua de culto hacia su personalidad, que en estos tiempos ya no es todo lo positiva que fuera antes del 2020.

Advertido todo esto, es por lo que decimos, que mientras Abinader continua exitoso y como un trinquete. La desidia y la mala fe corroen las entrañas de su gobierno a nivel del funcionariado y de muchos de sus socios plutocráticos. Se imponen pues, los cambios a 33 días de los 3 años de la administración. (DAG)

  

 

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