jueves, junio 19, 2025
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Mientras en Educación el ministro no pueda atender los asuntos propios de su cargo y solo los coyunturales y para colmos, recibiendo amenaza de muerte, el presidente Abinader tiene que saber, que, si no lo respalda y públicamente, el foco mafioso nunca desaparecerá

No han pasado ni seis meses de que al ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, lo asesinara en su despacho un suplidor de aquella institución, para que hoy la nación se estremeciera con la denuncia formulada por el propio ministro de Educación, Angel Hernández, en cuanto a que del lado de los suplidores de la dependencia, ha salido una amenaza de muerte y como último recurso de la mafia burocrática y de comerciantes, que por lo visto controla todos los contratos y negocios colaterales que dan estos y con miras de lograr que Hernández deje de reordenarlo todo y que por lo contrario, haga lo que hacía el anterior, Fulcar, de dejar hacer y dejar pasar.

Para que el ministro Hernández y después que hace treinta días que hizo la denuncia ante el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) ahora se sintiera obligado a revelar el asunto en el programa televisivo en el que participaba esta mañana, por lo menos, indica que el funcionario se encuentra seriamente preocupado por su vida e indirectamente, también habla, que en el gobierno y por razones no conocidas o políticas propiamente, se ha preferido callar sobre el espinoso asunto.

Y si esto es así, entonces lo menos que se puede decir, es que el mismo gobierno parecería que estuviera secuestrado por la misma mafia continua, que gobierno tras gobierno da muestras de controlar el Estado y lo que por obligación, habría que suponer que el delicado asunto debería de obligar al presidente Luis Abinader a ofrecerle a las nación las mínimas explicaciones del por qué su gobierno no puede ni siquiera garantizar las vidas de los funcionarios que actúan correctamente preservando los dineros de los contribuyentes.

En ese sentido, de golpe los dominicanos nos encontramos ante un enojoso y grave problema de Estado, del que lo menos que también se puede suponer, es que si los ministros de Estado no están seguros en sus vidas, que haya que entender, que más que un grave problema de ingobernabilidad de cara a la población, lo que se tiene, es una muy grave situación, de un gobierno y el que en sí mismo, solo y desde luego, aquí una especulación razonable, él mismo es desafiado en su institucionalidad, por algún tipo de grupo mafioso de poder paralelo y con el predicamento de que nada pueda ni deba hacer en materia de corregir las practicas más inverosímiles de corrupción desde el poder.

Que se recuerde, nunca a ningún otro gobierno de este país y desde el 1961 a la fecha, nadie le había desafiado a los niveles tan extremos de como ahora la denuncia del ministro Hernández revela y lo más significativo, en momentos que la misma policía nacional y los organismos investigativos del Estado se muestran incapaces de controlar, corregir o exterminar la ola de violencia criminal que todos los días asesina a alguien o que mantiene una de robos a gran escala a nivel nacional y que está afectando a todas las fuerzas productivas, generando al sentimiento de terror difuso por parte de la población.

¿Cómo es posible que se esté dando la desagradable impresión, de que con el retorno de los perredeístas de cuando la Guerra Fría y ahora disfrazados como Partido Revolucionario Moderno (PRM) se tienen dos años por los que ya es imposible mirar hacia otro lado y no reconocer, que el nivel de inseguridad que se está viviendo solo es equiparable al aumento de los espalderos que cuidan a los altos representantes de los tres poderes del Estado y sus familias?

Entonces y en una peligrosa circunstancia como esta, de que las vidas de nadie están resguardadas de la criminalidad y simplemente, porque las instituciones tutelares del Estado no están ejerciendo a cabalidad sus funciones de salvaguarda de vidas y haciendas y el gobierno, brindar su responsabilidad mayor de garantizar la paz social, el hablar de reelección y como lo están haciendo con una falta de pudor extraordinaria senadores y diputados y también alcaldes y regidores y voceros del mismo partido oficial y de lo que al presidente de la República no se le puede imputar, porque hasta ahora nunca se ha referido a la probabilidad y como si fuera un activista más, lo que demuestra, es que algo muy malo está pasando entre los miembros de la partidocracia y quienes en su afán pernicioso de seguir en el poder o llegar a él, realmente están poniendo en peligro la institucionalidad o están actuando haciendo que la gente y aterrorizada pida a gritos un cambio de régimen.

La policía y si vemos como la misma actúa en la provincia de Santiago y todo el Cibao y ni hablar en el resto del país, más parece que ha desaparecido en materia de funcionabilidad real o que en su degradación mayor, es parte de la criminalidad organizada y con sicarios y protectores de lavadores de activos, narcotraficantes o todo tipo de contrabandistas. Pero de cuidar y proteger a la ciudadanía y sus intereses, absolutamente nada, salvo si se les paga el soborno que siempre se exige.

Así y esto hay que puntualizarlo, no se puede vivir, pues con la denuncia del ministro Hernández, hay otra situación viva e hiriente y como es el sentir ciudadano, de que se vive al salto de la pulga, mientras en el gobierno, los mismos funcionarios se cuidan unos de otros y poco que mucho, el pandillerismo organizado por parte de muchos suplidores del Estado, rivaliza con los brotes continuos de delincuencia juvenil bajo protección de los cuarteles policiales barriales.

Antes había algo de todos estos brotes delincuenciales, pero los gobiernos no perdían la condición de ser monopolizadores de la autoridad y que, por lo que se comprueba, parecería que el actual no tiene o peor, que gente del mismo gobierno quiere socavar a Abinader para que ni siquiera llegue a ser candidato posible a su reelección constitucional. En uno o en otro caso, el presidente debe atender su cartón, pues cuando se mira todo en conjunto y se observa la degradación institucional de seguridad que se está experimentando, las cuentas no quedan nada claras para la misma autoridad nacional, pues eso de un ministro denunciar que lo quieren matar, es el colmo de la falta de seguridad institucional.

De este modo, lo único que queda decir, es que muy mal andamos, cuando se percibe, que mientras en Educación el ministro no pueda atender los asuntos propios de su cargo y solo los coyunturales y para colmos, recibiendo amenaza de muerte, el presidente Abinader tiene que saber, que, si no lo respalda y públicamente, el foco mafioso nunca desaparecerá. (DAG)

 

 

 

 

 

 

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