Mientras más se investiga, parecería que el asesinato del ministro Jorge Mera no fue un simple choque entre amigos y sí algo más, en materia de rivalidades medioambientales

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Si en este país la politíca fuera un accionar propio de gente seria y realmente entregada a defender los intereses permanentes de la nación, haría rato que muchos expertos medioambientales de partidos opositores como la Fuerza del Pueblo, habrían revelado la dimensión de sus sospechas, del porque del insólito asesinato del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera y quien por lo poco que se conoce, fue una víctima de intereses medioambientales en conflicto.

Lamentablemente, la mayoría de los expertos que conocen la problemática medio ambiental y el nido de arañas en que el mismo se desenvuelve y sobre todo, de los expertos que tiene la FP, eluden hablar sobre el particular y no solo motivados por “la orden de arriba” que les mandó a callar sino porque la mayoría están esperando que Abinader fracase y entregue el poder  y para que todos ellos y en el caso todavía improbable de que el expresidente Leonel Fernández ganara los comicios del 2024, puedan llegar a altos cargos, en el que desde ya, es visto como uno de los ministerios más conflictivos que tiene el gobierno.

Por lo pronto, es una realidad, que políticamente hablando, con la muerte de Jorge Mera se pierde un fuerte prospecto presidencial del PRM y tanto para el 2024 o seguro en el 2028 y por lo que habría que indagar a quien o quienes políticos y empresarios del medioambiente, les beneficia el horrible asesinato perpetrado por un traficante de influencias y corre ve y dile de los intereses creados que estaban en pugna con determinadas decisiones de preservación del medio ambiente, que Jorge Mera había tomado y en una decisión muy propia, de quien era un funcionario de alta calidad moral y acusada honradez personal.

Mientras tanto y como forma de distraer a la atrapada opinión pública, determinados mass media enlazados con aquellos intereses medioambientales que no querían para nada al ahora asesinado ministro, mantienen la insostenible versión de que el asesino material y al ser “un hombre temperamental e irascible no pudo contenerse y dando rienda suelta a su frustración y nervios”, perpetró el traicionero crimen de meterle siete balas al cuerpo del fallecido y que hecho con toda la premeditación y alevosía, cubría, en principio, el porqué del crimen cometido.

De ahí que digamos, que no es todo lo que parece en el asesinato protagonizado y que, si realmente se quiere descubrir a los urdidores intelectuales del crimen, bastaría con buscar no menos de diez expedientes de rechazo que el ministro malogrado había efectuado contra intereses medioambientales que creyeron que “al muchacho” lo podrían manejar fácilmente y los que, algunos de ellos, utilizaban al asesino como elemento de presión para mortificar al integro y honesto ministro medioambiental.

Así los hechos, lo que por el momento se quiere y de parte de esos intereses medioambientales y mediáticos asociados, es que el crimen pase de largo en la memoria pública y conociéndose que la mayoría de los dominicanos son muy olvidadizos, confían que dentro de diez días ya no se hable más del asunto.

Precisamente porque ese es el espíritu del plan desinformador postmorten que se quiere poner en práctica y ahora que vemos que en la tarde de ayer, la vicepresidenta de la República Raquel Peña y atendiendo instrucciones del presidente Luis Abinader, se reunió con los altos cargos del ministerio de Medio Ambiente y no solo para advertir que las decisiones mayores debían de ser congeladas hasta que se nombre un  nuevo ministro, sino que todo el mundo se ponga a tono con los mágicos semblantes, es decir, que lleven una auditoría sobre todo cuanto estuvieron trabajando y decidiendo, sobre casos que debían ser remitidos ante el despacho de Jorge Mera y que ahora deben de ser transferidos directamente al Poder Ejecutivo.

En este sentido, la visita de la encargada temporal del Poder Ejecutivo, sin duda que tiene un fuerte meta mensaje para los sectores privados involucrados en el asesinato, pues si en el gobierno no sospecharan que aparte de la mano ejecutora del crimen, también hay manos ejecutoras intelectuales y desde el sector privado medioambiental, la señora vicepresidenta no hubiese sido tan precisa e incisiva respecto a los pedidos que hiciera.

Resulta, que el crimen perpetrado contra el ministro fallecido, realmente tenía un solo objetivo de tratar de amedrentar al mismo Poder Ejecutivo y en lo que parece lo más parecido a un replanteamiento de posiciones de cara a los comicios de mayo de 2024 y en lo relativo a la posición a tomar frente a la reelección presidencial por mandato constitucional y frente a la cual, los intereses en juego, por lo visto y desesperados porque sobre este particular Abinader no cede en sus atribuciones de administración y  tampoco en las funciones a delegar, decidieron que debían dar un paso más, de riesgo y de sangre y aprovechando a un supuesto enajenado para tratar de hacerle ver al gobierno que esos grupos de intereses van por todas.

Al mismo tiempo, es obvio que los adversarios políticos del gobierno y en particular los de la FP, tratan de no revelar lo que sus técnicos saben sobre las decisiones que Jorge Mera había tomado a favor de los intereses permanentes de la República y que tanto escozor había provocado en quienes se entendían perjudicados.

En consecuencia, creemos que el crimen perpetrado, es la punta de iceberg de los intereses tras bastidores, que, acostumbrados a arrodillar al poder, asumían, que, con el crimen del supuesto enajenado, pondrían de rodillas al mismo gobierno. No vamos a decir más, solo, que, si la atrapada opinión pública quiere ayudar a desentrañar la verdad del porqué de lo ocurrido, mucha gente haría bien en no llevarse de rumores tendenciosos y empezar su particular rompecabezas y hasta que al final se tenga una versión lo más aproximada a una verdad, que por lo que conocemos y en su momento, el Poder Ejecutivo revelará.

Y lo que nos hace decir, que mientras más se investiga, parecería que el asesinato del ministro Jorge Mera, no fue un simple choque entre amigos y sí algo más, en materia de rivalidades medioambientales. Con Dios. (DAG)