Si aquí realmente existiera una verdadera clase gobernante y no el grupo de significativos delincuentes de cuello blanco atrincherados dentro del Consejo Nacional de Competitividad (CNC) cuyos 38 empresarios jefes son quienes deciden el como ellos mismos quieren tener la manera de usufructuar los recursos de la nación originados en los dineros de los contribuyentes.
Esta nación de fuerte economía emergente debería tener un amplio conglomerado de empresas, industrias y sector financiero altamente sofisticado, que, en base a una preparada y dinámica mano de obra especializada al más alto nivel, ya debió de haber sido y ante el fracaso de las economías haitiana y cubana, la gran locomotora comercial e industrial de por lo menos todo el centro caribeño isleño.
De ese modo y si esto hubiese ocurrido y no la existencia del amplio grupo de tenderos que se aprovechan del presupuesto nacional adjudicándose subsidios a todos los niveles, esta nación tendría un 90 por ciento de mano de obra trabajando en todas las etapas y ciclos de desarrollo, más un 10 % de especialistas en negociaciones comerciales y de alta finanzas, que ahora debieron de generar suficiente riqueza para tener un PIB, no, de los 160 mil millones de dólares que se habla y sí del lógico de 320 a 400 mil millones por año que esta economía debería de producir.
¿Por qué no se ha llegado a esa meta?, porque todo el entramado comercial, industrial y político, asociado a la industria y fundamentada en el narcotráfico, la extorsión, el lavado de activos y la corrupción política a gran escala, mantiene bajo secuestro toda la vida nacional.
Solo hay que ver, que tanto desde el CONEP, la Asociación de Industrias y la ABA y para citar tres de las sesenta y pico de instituciones referentes de esta economía, mantienen un gigantesco oligopolio y mercado atrapado, en tanto la mayoría de los ciudadanos son esclavos económicos de estos grupos criminales de la economía y quienes para colmos, ejercen la peor de las tiranías, esa que no permite el libre albedrío ciudadano y estos ahogados en la corrupción más deleznable, viven sometidos a un estado de cosas tan vil, que realmente no se puede hablar de que esta sea una nación genuinamente libre y soberana.
Para empezar, los grandes bancos comerciales y con el Popular a la cabeza, cuentan con un extraordinario como desarrollado servicio de inteligencia y data y el que ahora tiene bajo su control el mecanismo de espionaje de identificación facial del gobierno, que en la práctica e increíblemente está supeditado al Consejo Nacional de Competitividad (CNC) y lo que significa, dependencia absoluta de los tutumpotes económicos y financieros, quienes solo entienden este país como su finca y fábrica de explotación de mano de obra intensiva y con sus habitantes y esto hay que recalcarlo, reducidos a una servidumbre económica y esclavitud del poder opresor que anula hasta la libertad para pensar o decidir de cada ciudadano, convertidos a estas alturas en súbditos de un poder económico asfixiantemente estrangulador y degradador de la dignidad humana y al imponer como obligación de cumplimiento el llamado “derecho de cama” por el que padres e hijos y hasta nietos, son víctimas de lo peor en materia de servidumbre sexual.
Baste con ver esa explosión de lupanares mediáticos en las redes sociales, donde la mayoría de sus productores, comunicadores e influenciadores son la nueva versión de lo que es la prostitución a gran escala, mientras desde el comercio suplidor del Estado, se fomenta la degradación absoluta y con empleados públicos que, si quieren vivir bien o regular, saben perfectamente que están obligados a ser amantes femeninos y masculinos de sus jefes empresarios.
Y de esa manera, el envilecimiento del dominicano ha llegado a unos niveles tan degradantes, que, al anular la voluntad, fomenta a que casi todo el país esté entregado a lo ilícito y como no hay régimen de consecuencias y en el gobierno no hay una mayoría de personas con integridad moral, bien podría hablarse, de que la República ha sido convertida en un gran lupanar y ámbito de corrupción social y moral más que desconcertantes.
Es por semejante comportamiento, que estamos perdiendo la oportunidad de prevalecer en base a nuestra pujanza económica e industrial, ahora en manos de unos pocos y de ser la fábrica que abastezca tanto a Haití como a Cuba, dos economías que han retrocedido y para decirlo gráficamente, casi hasta la edad de piedra.
Por eso y a nuestro modo de ver, de la única forma que está nación puede escapar de esta tiranía de abuso de poder y servidumbre, es si se presenta un gran movimiento social contestatario que haga casi tabla rasa de lo existente y envíe a la muerte colectiva, a los mil empresarios, comerciantes y banqueros y políticos y básicamente senadores y diputados que han hundido a la nación dentro del cieno amoral en el que la gente se ha acostumbrado a mal vivir.
Si ese movimiento social contestatario no se hace y lo mejor de la ciudadanía, comunidades y sociedad, no asume la realidad de que los tutumpotes y políticos corruptos y medios de comunicación a un grado de envilecimiento moral mucho peor, son los verdaderos enemigos de la República, entonces, los dominicanos de este siglo van a entender y experimentar en carne propia como la maldita y corrupta clase gobernante que se tiene, nos ha robado nuestra nación.
Hora entonces de que lo mejor de la nación se aboque a emprender un grande esfuerzo de restauración moral militante, de lo contrario, como economía de gran futuro, se dejarán pasar las oportunidades y en menos de una nueva generación, veremos a nuestro país muy detrás de lo que ahora son Haití y Cuba y como resultado de la bárbara explotación social, económica y humana, que toda una casta de degenerados está llevando a nuestra patria.
Es pues esta realidad y muchas razones, las que nos obligan a advertir, que mientras una amplia mayoría nacional de políticos, empresarios y ciudadanos se han constituido en un clan de saqueadores de la riqueza nacional. La República pierde la oportunidad de ser el mercado del Caribe Central. Con Dios. (DAG) 14.11.2024