Muchas veces el discurso electoralista de presidentes, políticos y partidos es extremadamente desconcertante, embaucador e hiriente y lamentablemente, nuestros políticos no toman en cuenta ese aspecto y por eso de los resentimientos personales entre unos y otros

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Recientemente, el presidente Luis Abinader emitió un discurso-soflama a propósito de una juramentación en su partido, el PRM, que no ha dejado indiferente a nadie que entienda que la débil estructura democrática dominicana debe ser fortalecida y no colocada en ciertos extremos de crispación y que no ayuda en nada para que realmente la ciudadanía asuma, que es testigo de un discurso cívicamente responsable y adecuado para un momento político en el que se inicia el proceso electoral de cara a los comicios de mayo de 2024.

En este sentido hemos entendido con preocupación, que Abinader hubiese proclamado aquello, de que la Oposición, pero dirigiéndose directamente a los exgobernantes Leonel Fernández y Danilo Medina, “que aporten o que se aparten”, cuando el presidente de la República y que además lo vivió en carne propia, sabe que la oposición tiene un papel determinante en el acontecer de la política de Estado y como es ese y clave, de contrapeso al poder de quien está en el ejercicio de gobierno.

Por lo tanto, aquel que esté en el ejercicio del Poder Ejecutivo debe tener el criterio maduro y necesario y sobre todo prudente, de tratar de entender, que así como sus aspiraciones continuistas deben respetársele y mucho más, como es el caso, la misma Constitución de la República la autoriza, igual característica debe tener y para entender que la lucha política y el ejercicio del poder, se libra siempre entre quienes gobiernan y los otros que le hacen oposición y dentro de los parámetros adecuados de una gobernabilidad común y en la que cada uno aparta lo suficiente para que la gobernabilidad no experimente fractura de ningún tipo.

Naturalmente, también entendemos, que Abinader y con sus 54 años y en salud, tiene energías suficientes para que en el discurrir de un discurso político electorero de barricadas, de improviso pronuncie determinados juicios y prejuicios, que fuera del ámbito en donde los pronunció, realmente no serían todo lo adecuado que debería suponerse y para contribuir al adecuado debate de las ideas y llevar sosiego a los ciudadanos.

Además, siempre hay que tener en cuenta, que, si la oposición está tranquila y todavía curándose de las heridas producidas al perder el poder, no tiene sentido el provocarla y mucho menos, cuando los discursos recientes de los expresidentes Fernández y Medina, van dirigidos hacia la critica de Estado y no hacia el ataque destemplado y provocador.

Ahora bien, tampoco se puede ni se debe perder de vista, que el partido oficial, el Revolucionario Moderno (PRM) es algo así como la cara amable del hiriente y falso Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de cuando la Guerra Fría y que, debido a ese origen tan traumático, el oficial actual, muchas veces peca de actuar y ejecutar políticas, que solo en un partido de corte pandillero y guerrerista pudieran entenderse como válidas.

Todo esto hay que manifestarlo y por una razón cardinal, que el PRM y desde que llegó hace dos años al poder, no ha dejado un solo día de ganarse enemigos gratuitos, provocando a unos y zahiriendo a otros y cancelando atropelladamente, a dominicanos, cuyo único “delito” es no ser seguidor del actual partido oficial y que de seguir semejante conducta tan atropellante, podría resultar y si Abinader no lo modera, que el mismo PRM sea el causante de la mayor cantidad de adversarios gratuitos que en un momento dado pudieran afectar la extraordinaria posibilidad de que Abinader logre y con su buen quehacer como administrador público, su hasta ahora segura reelección constitucional.

También hay que tener en cuenta, que al Abinader pedirle a sus parciales que se lancen a las calles a defender las políticas de su gobierno y exhortar a la ciudadanía a no mirar para atrás y en clara alusión a lo que entiende políticas desacertadas de los dos expresidentes, concomitantemente debe hacer entender a los miembros de su aparato de propaganda, que por nada del mundo tomen esas palabras al pie de la letra y sí que presenten un adecuado mensaje de contención sensata en materia de no ridiculizar a sus adversarios y como el mejor modo de ganarse la voluntad de ese, entre 29-45 por ciento de indecisos y quienes al llegar a unas elecciones, son la interrogante más preocupante para una partidocracia de conducta salvaje, mentirosa y abusiva.

Y lo que advertimos, porque hasta ahora y con todos los errores cometidos al inicio de la administración y como producto lógico de quien nunca había sido presidente y aun teniendo un gobierno compuesto por activistas políticos radicalizados y con ese odio de fanáticos, de creerse que llegar al poder es lo más parecido a apropiarse a la mala de lo que entiende suyo.

Sin embargo y pese a semejante rémora, Abinader ha sabido crecerse como gobernante y también como estadista y lo que es bueno de cara a los intereses permanentes de la República y en particular, porque ha sabido crear una manera de hacer y ejercer el poder -personal y cercano- que en la medida que la gente se da cuenta de su manera de actuar, le aplaude, se siente segura y hasta le otorga el beneficio de la duda.

Entonces, si el presidente Abinader ha tenido el tino de sortear serios peligros institucionales y también administrativos originados en la veleidad, frivolidad y falta de compostura de sus parciales, que necesariamente haya que decir, que, a dos años de ejercer el poder, el aprendizaje intensivo que se ha impuesto le ha dado sazonados frutos en materia de estabilidad institucional y control administrativo del Estado y él mismo como excelente administrador de la administración pública y en particular en materia financiera y de hacienda.

De ahí, que viendo que el aprendizaje le ha salido bien y tanto, que factores institucionales de poder y tanto de aquí como del exterior. El empresariado por un lado y el presidente estadounidense Joe Biden por el otro, reconocen en nuestro presidente, las condiciones óptimas para repetir en el cargo y lo que nunca se dio con Fernández y Medina, que haya que recordarle a Abinader, que solo si él y hablando en criollo, metiera la pata o sus parciales en el PRM y en el gobierno se le fueran de las manos, es que existiría la probabilidad de que no repitiera como gobernante.

En consecuencia, debe cuidar las formas y su partido no continuar creando adversarios y sus correligionarios en el gobierno frenando las apetencias de cancelar empleados públicos a troche y moche, en tanto el mismo Abinader debe reforzar sus políticas económicas de cuido, prevención y paso firme y sin nada de discursos violentos que le alejen ciudadanos o que aterrorice a muchos y que sería un contrasentido, que luego le costaría caro para su propio futuro político como gobernante joven, audaz y con suerte y lo más importante, no dejar nunca de ganarse amigos y prosélitos.

De este modo, consideramos que el recordatorio es oportuno y al decir, que muchas veces, el discurso electoralista de presidentes, políticos y partidos es extremadamente desconcertante, embaucador e hiriente y lamentablemente, nuestros políticos no toman en cuenta ese aspecto y por eso de los resentimientos personales entre unos y otros. Con Dios. (DAG)