¿No es acaso un contrasentido o descrédito que una artista de cabaret y al recibir una distinción, diga que si por ella fuera, querría a un poderoso político por veinte años en el poder?

0
213

Es realmente sorprendente como en el ejercicio de la política del poder y particularmente en momentos que las emociones están a flor de piel, de buenas a primeras se presentan situaciones que terminan por dejar perplejos a quienes son testigos de alguna ocurrencia y como son esas en el artitaje o farándula, donde personas que solo saben de oficio mentir con cierta displicencia, se atreven por invadir campos que no son suyos y por apoyarse indebidamente en su condición de ciudadano.

Cuando este tipo de situación se presenta y justo en el instante que hay como una especie de guerrilla de encuestas por parte de firmas e individuos absolutamente desconocidos y quienes como pequeños burgueses entienden que deben tratar de aprovechar el momento de desesperación y ansiedad que los políticos de oficio tienen cuando les pica el gusanillo de ganarle a cualquiera en el campo de la política preelectoral.

Por eso, desde que tal escenario se presenta, automáticamente, los apoyos que los políticos reciben y ni hablar del que está en el poder, es uno, que no necesariamente pudiera rendir frutos de muchos como adherentes de la idea o concepto que se pone a conocimiento público, cuando como se entiende, el artista que lo hace, de suyo y por el enorme margen de frivolidad que acompaña su profesión, es imposible que se pudiera creer que realmente está diciendo una verdad que fuera asimilada y comprobada por la mayor cantidad de audiencia.

Al contrario, pues aquello de zapatero a tú zapato se impone sobremanera y de paso, presenta un reflejo de esa “ubicuidad reflexiva” que muchos que saben que no tienen experiencia ni preparación para trazar normas y menos expectativas de corte político, por su artitaje y realmente abusando del mismo, quisieran y por algún instante y como si estuvieran filmando una película, creerse que tan fácilmente pueden engañar a tantos y asumir, que supuestamente tiene la suficiente experiencia publica de Estado para trazar pautas, que para nada, nadie medianamente cuerdo pudiera aceptar y menos valorar.

Y lo que hay que decir, desde que y abiertamente, la ciudadanía cae en la realidad criptica, de que el desorden de la política del poder es tal, que hasta gente que no pertenece al ejercicio y funcionalidad de la política como ordenamiento cívico de valer, se atreve a incursionar  en lo que parecería que se está en una campaña electoral a destiempo y en la que las más variopintas mascaradas y como si se estuviera en una fiesta de carnaval, pretende lograr que se le reconozca por lo que diametralmente no son.

Así las cosas, risa y pena, es lo que sucede cuando una artista aboga por un político y sonrojos de indignación termina causando, la muestra de lo que se entiende un gran interrogante respecto a la propia fortaleza en sí del que de ese modo alguien quiere elogiar.

Ante lo cual, por ello es que decimos, que si de ahora en adelante los políticos van a  aceptar que cualquier miembro del artitaje, no solo los elogie, sino que actúe como torpe simpatizante político azuzando seguidores, entonces la política debe de estar muy mal, que los politicos requieren que un artista sea su ficha de mejor promotor.

Recordemos, que son más de veinte años en los que todos hemos conocido, como faranduleros dan el salto a la política y como la mayoría fracasa y se muestra torpe ejerciendo la función administrativa para la que se le eligió o designó y que ha sido el factor, de que muchos ciudadanos entiendan que la política ya no es una ciencia esclarecedora y sí un recurso efectista y de gente que se desenvuelve en televisión o cine, farándula o el artitaje llano.

Además, estos no son tiempos para que los ciudadanos nos distraigamos tomando en serio esas opciones políticas y como sucedería si un cómico o cómica es tomado de propagandista y por su vía pretende ganar adeptos o simpatizantes para un político.

De ahí que consideremos de prudentes, aconsejar que los políticos no distorsionen su quehacer, que cuando es bien llevado siempre repercutirá a favor de la ciudadanía, aprovechando ahora a cualquier improvisado y el que por ser artista se le suponga con condiciones para saltar a la política y desde la propaganda.

Recién ha ocurrido una muestra lamentable de lo que decimos y ojalá que la frivolidad no se le preste atención y que ningún otro político entienda, que, disfrazando a un artista de propagandista político, ese político podría obtener mayores simpatías públicas o grandes adhesiones electoralistas.

Todo tiene su lugar y su momento y a un presidente en ejercicio no se le puede manipular para que acepte semejante tipo de relajo y mucho menos, cuando sus opositores más firmes tienen un discurso y una postura política, que entienden, es de estadista y que oculta todo cuanto de malo sus adversarios pudieran endilgarles.

Naturalmente, el libre albedrío es la característica principal de todo ser humano y ante el mismo, determinadas actuaciones frívolas de politicos en ejercicio, hasta pudieran ser entendidas y siempre como gesto desesperado de tratar de llegar a una mayor cantidad de público. Porque una cosa es, que un político aspirante presidencial se presente en un escenario de puro arte en el que un grupo de artistas y como ciudadanos, quieren demostrarle sus simpatías y otra, que esos mismos artistas e individualmente quisieran hacerlo y porque el efecto de lo que digan o muestren solo como persona, nunca tendrá la misma efectividad o mensaje que el de un grupo con exposición y marcada seriedad.

Si es público el acto y se ha pregonado a los cuatro vientos y la atrapada opinión pública sabe que el mismo tiene fecha para desarrollar, seguro que nadie extrañará que esos artistas y solo en ese momento, muestren sus simpatías personales al ejecutivo político con el que quieren solidarizarse, pero el efecto es distorsionante, si cada artista e individualmente y en un acto aislado, quisiera dar a entender que tiene una simpatía personal y que fue lo que realmente ocurrió ayer, a propósito de que un político de poder quiso reconocer a una artista ya pasada de años y de tiempo en escena, quien de buenas a primeras, entendió en su disminuido cerebro, que si se mostraba impúdicamente “imparcial” al favor de quien le reconocía, ayudaría en mucho las probabilidades electoralistas del mismo y lo que realmente no es así.

De todas maneras, quede la experiencia para que nadie más dentro de la política del poder quiera repetir y por una sola razón. Estos no son tiempos para que el poder se relaje y sí para que nuestros politicos muestren su mejor vitalidad y madurez y ante unos electores, que en estos momentos y por más que ciertas encuestas interesadas digan que fulano o mengano o zutano está arriba y muy por encima del otro, no pueden darse el lujo de que se les vea emocionalmente inestables o erráticos y peor, como si lo que tiene entre manos -la búsqueda del poder- no mereciera el mayor de los respetos.

Y de ahí, que, como corolario, hagamos la siguiente pregunta: ¿No es acaso un contrasentido o descrédito que una artista de cabaret y al recibir una distinción, diga, que, si por ella fuera, querría a un poderoso político por veinte años en el poder? (DAG)