Otra humillación del Gobierno

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Es triste tener que escribir sobre la injusta destitución de una funcionaria ejemplar. No conozco a Paz Esteban, por lo que resulta incluso más cómodo escribir sobre ella. Era una gran desconocida, en el mejor de los sentidos, y por ello una excelente directora del CNI.

Los servicios de inteligencia tienen que trabajar en la legalidad, como es exigible en el Estado de Derecho, pero en las sombras, porque su misión es fundamental para defendernos de los enemigos de España.

Lo que sabemos es que ha tenido una trayectoria ejemplar en los cargos que ha ocupado. Nada que empañe su labor. Lo único que tenemos es su imagen seria y elegante de una profesional que ha dedicado su vida profesional al servicio de España. Lo mismo que la ministra de Defensa, Margarita Robles, que ha mostrado desde que ingresó en la carrera judicial su feroz independencia en todos los sentidos.

En este caso sí que la conozco y, desde luego, no voy a esconder mi afecto y admiración, porque es una gran jurista y una excelente persona. Por ello, su papel no ha sido nada fácil. La destitución de la directora del CNI es incomprensible, porque nada de lo que sabemos justifica esta decisión.

Es cierto que es un cargo de confianza y que el Gobierno puede tomar esta decisión sin dar ninguna explicación, aunque lo razonable es que se sepa que fundamentos existen para su sustitución. A estas alturas todo indica que ha sido una cesión ante los independentistas para conseguir aplacarlos ante un escándalo que han organizado por intereses estrictamente partidistasEs triste que el Gobierno de España se humille ante aquellas formaciones que han conspirado contra el orden constitucional. 

Las escuchas se realizaron con todas las garantías previstas por la ley que regula el control judicial previo de las actuaciones del CNI. Fueron supervisadas, además, por el magistrado Pablo Lucas Murillo de la Cueva que es un excelente jurista, hijo de Pablo Lucas Verdú, uno de los grandes catedráticos españoles de Derecho Constitucional, y compañero de Robles en la Sala Tercera del Tribunal Supremo. Por tanto, si todo se hizo desde la más estricta legalidad y no le corresponde al CNI la seguridad de los teléfonos móviles, resulta inexplicable e incalificable la destitución de su directora. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]