Desde hace diez días, el gobierno nacional se lanzó a presionar al gobierno del vecino Haití con una de las peores formas que en política de Estado nunca deben darse y como lo es, mediante el nacionalismo sin sentido y que ahogado por la irracionalidad más enfermiza y llena de resentimientos de todo tipo desde las redes sociales de uno y otro país, prácticamente ha ido tomando cuerpo y al parecer, también y más estúpidamente, dejando en manos de analfabetos funcionales del sector mediático, que sean ellos los que decidan el destino inmediato de la escaramuza de ataques y agravios sin sentido y de los que al final y en ese tipo de situación, ningún gobierno puede controlar y menos, cuando la baja burguesía se decide por resolver aquellas disputas dormidas e hijas de historias pesimamente mal contadas y por “historiadores” prejuiciados de ambos lados.
Cómo se está viendo, el gobierno dominicano y por las razones que fuere, no ha querido o simplemente no quiere parar su inquietante iniciativa provocadora, mientras su par haitiano, sabedor de que al mismo nivel no puede ni debe competir, prefiere mejor hacer lo que todo país que ha jugado siempre a que se le vea como “el más indefenso” o peor, cómo “el más pobre del continente” y lo que en ambos casos no se ajusta a la verdad, sabe hacer: No presentar ningún tipo de reacción abierta y sí dejarle a sus masas ignaras, que sean ellas las que tomen la justicia en sus manos y para enfrentar “al odiado enemigo vecino que nos ha despojado de todo” y que es el meta mensaje abusivo y altamente desconsiderado, que al pueblo haitiano se le ha enseñado que siempre muestre frente a su igual dominicano y en tiempos de conflictos emocionales.
Ahora se tiene, que la construcción de un canal de riego, trasvase o toma de agua en el río fronterizo Masacre y en la parte haitiana, ha sido llevado a nivel de agresión insensata por parte de un gobierno dominicano, que todavía no quiere admitir, que todo ha ocurrido por la mala interpretación que ha hecho del artículo 10 del último acuerdo binacional entre ambos países y lo que taimadamente el gobierno provisional haitiano está sabiendo aprovechar y para lograr la legalidad y legitimidad que se hundió y desapareció con la sangre derramada del presidente mártir, Jovenal Moïse, el 07 de febrero de 2021.
Por lo que hemos visto, no ha habido razones ni alegatos suficientes para que el presidente Luis Abinader entienda, que, de continuar con su mala interpretación, llevará a la nación hacia una confrontación innecesaria y bélica entre los dos países y que, de suceder, no terminará en nada bueno para ninguno.
Simplemente, Abinader debió dejar que las comisiones técnicas que se habían reunido hace doce días en la cancillería dominicana para dilucidar todos los puntos respecto al impacto de la obra en construcción y lo más grande, cuando ya la mayoría de los puntos tratados habían resultado en puntos de avenencia y coincidencia para ambas partes y no cometer la torpeza de sabotear directa y personalmente los trabajos de los comisionistas y peor, mantener un agresivo discurso de violencia apenas mal enmascarada, que como debió de suponer, que si no la paraba y negociaba desde un nivel más sensato, generaría en el segmento de odio irracional latente que los nacionalismos ya desbordados están presagiando, una situación de violencia de todo y prácticamente animal, que de estallar, afectaría la gobernabilidad y en mayor caso para su gobierno, en situaciones devastadoras de ingobernabilidad más que tensa.
El pasado domingo, se vio a la vicepresidenta Raquel Peña, contestar las palabras del nuncio apostólico al final de la eucaristía celebrada para conmemorar la advocación mariana, toda esa que la historiografía mentirosa y falsa, dice que representa a la “patrona de la República”.
La vicepresidenta hizo un gesto de abrir puertas y abocarse a un diálogo constructivo, pero Abinader y lamentablemente, continuó en su soflama supuestamente reivindicadora y a lo que un día después, el primer ministro provisional haitiano, Ariel Henry, contestó reafirmando el derecho de su país a decidir sobre las aguas dentro de su territorio.
Hay que suponer, que el más beneficiado del contencioso, es Henry, pues haciéndose la víctima, saca réditos para tratar de mantenerse y legitimarse en el poder y dejar atrás cualquier tipo de proceso electoral y que se supone sería su objetivo al llegar al poder.
Ya la situación escénica está llegando al absurdo, de que los militares dominicanos y armados para fines de combate y hasta con barricadas y trincheras, se encuentran a menos de cien metros de la obra del conflicto y desde el otro lado, mostrándose, no con militares casi fuera de control, sino con una población de ignorantes y prisioneros de sus bajas pasiones, dispuestos a enfrentar al de repente, “odiado vecino dominicano opresor”.
Desde luego, que, si se llega a un estallido armado fuera de control, POR EL OJO DE LA CERRADURA y como le corresponde en su dominicanidad, estará al lado del gobierno nacional y rogando porque Dios reparta suerte y haciéndolo, sabiendo que la equivocación es nuestra.
Así las cosas y sabiéndose, al menos teóricamente, que en lo militar, este país es más fuerte que Haití, al menos se supone; no se podría dejar de entender, que cuando muertos y heridos se agolpen y propiedades enteras sean destruidas, que esa comunidad internacional a la que siempre Abinader apela, será la primera en señalar con dedo acusador a esta nación, no a Abinader y sí a la República.
Nosotros insistimos en nuestra prédica de hace cinco días, en cuanto a que hay que evitar una guerra insensata e innecesaria contra Haití, por la que y al final, el único que se va a quedar solo y aislado, sería Abinader y la República Dominicana afectada en su buen nombre y prestigio como país supuestamente agresor.
Abinader debe y tiene que declarar un cese en la escalada de cinco puntos que anunció nueve días atrás, coger aire y respirar hondo y negociar y sabiendo que el articulo 10 define exactamente límites y prerrogativas de ambos estados en materia de sus aguas territoriales. Haití quiere esa construcción como anteriormente los dominicanos hemos construido cinco parecidas y ahora se está rehabilitando el canal de La Vigía que está en territorio dominicano y más lejos de la franja fronteriza y repetimos, negociar, sí, pero exigiendo que la construcción se pare y condicionada al tiempo de negociación. Mientras y por lo que dijo ayer, de flexibilizar medidas, podría verse como un principio de buen comienzo.
Por último, las guerras modernas no son ya solo en base a efectivos y tanques o aviones, sino drones y no de los de juguete y sí de guerra y porque los gobiernos han entendido, que el costo de muertos se reduce al mínimo lanzando a esos mortíferos aparatos aéreos guiados desde tierra y sin exponer físicamente al personal militar. ¿Cuántos drones tienen las fuerzas armadas dominicanas?
Además, ¿creerá Abinader, que esas tropas de doce países que irán a Haití en plano interventor “humanitario” se quedarían de brazos cruzados y en el caso de que un conflicto binacional estalle e impulsado por los grupos seudos nacionalistas?
Insistimos: Para países limítrofes, lo peor que les puede ocurrir, es que por un acto de soberbia estupidez, estalle un contencioso hijo de ese tipo de brote seudo nacionalista y en el que, el sentido común se pierde y las pasiones ahogan los sentidos. ¡Presidente, pare esto y negocie! (DAG) 26.09.2023