Parecería que queremos que los haitianos nos compren, pero no los queremos aquí ¿y cómo sería eso?

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El terrible y grave problema de percepción equivocada que racistas y anti haitianos dentro del sector mediático como dentro de organizaciones ultranacionalistas como el Instituto Duartiano  le hacen creer y ver a la clase media y la que en base a esos criterios tan errados, parecería que esa clase media vive al puro brinco y aterrorizada, no favorece en lo absoluto para que pudiera darse un clima de tolerancia y aceptación de la existencia de vecinos haitianos como parte de nuestra propia convivencia.

Incluso, el terror mediático y social impuesto, es tan extremo, que mucha gente de esa clase media que tiene negocios de exportación de productos y mercancías criollos hacia Haití sorprendentemente tiene una visión equivocada del pueblo haitiano y al que entiende y solo por los distorsionados mensajes mediáticos, de uno de poblada y población negra dizque salvaje y ausente de absoluta ingobernabilidad y lo que rotundamente no es cierto.

Primero, porque la visión dominicana distorsionada sobre la problemática haitiana, en cierto modo, es una que no es tan extraña para su igual dominicana y segundo, porque los llamados dominicanos anti haitianos y por lo de la inmigración haitiana de los últimos 30 años y de solo negro y gente de pueblo supuestamente ignorante, pero que habla creole y también francés y lo más curioso en personas “analfabetas”. Que han aprendido con facilidad a hablar y hacerse entender en el español dominicano, mientras nosotros no somos capaces de alfabetizarnos en su lengua, por lo menos para tratar de aumentar los negocios con nuestros vecinos, solo por esta característica, esta desmiente plenamente que el haitiano de pueblo sea poco instruido.

Lo que ocurre, que la continua como perversa campaña mediática dominicana impulsada por los supuestos “progresistas e izquierdistas”  medios y periodistas, ciertamente que ha provocado una muy seria fisura de entendimiento y afectado una buena relación de vecindad entre los miembros de la clase media dominicana y cuyos miembros, dispénsesenos la grosería, solo aceptan mínimamente lo haitiano, si en alguna oportunidad uno que otro tiene relaciones sexuales y el dominicano descubre el llamado “cocomordan” (apriete de vagina tremendamente erótico) de las mujeres haitianas o el miembro sexual largo de sus varones.

Entonces, cuando venimos a ver. Sí que por lo menos existen dos puntos de coincidencia y entendimiento entre dominicanos y haitianos. El comercio y el sexo y de lo que increíblemente, los mismos dominicanos ni siquiera se les ocurre hablar entre amigos y para no decir, públicamente.

De este modo, hay otras dos realidades que la mayoría de los dominicanos de clase media para arriba y no entre los ciudadanos de a pie, también pretenden ignorar: El gran volumen de compras de productos dominicanos que la economía haitiana mantiene cada año y desde hace ya y concretamente, desde el 1966 y la existencia de más de un millón de dominicanos de origen haitiano y otro millón de haitianos viviendo -legalizados o no, en el territorio nacional.

Si nos atenemos al intercambio comercial, nos encontramos con la gran realidad y de acuerdo a estadísticas recientes de este año y el anterior, que en el 2022 le vendimos a Haití mil 40 millones de dólares y para este año se espera que cierre con compras de productos dominicanos por el orden de los mil 200 millones de dólares y pensar que aquí hay equivocados, que gritan y se dan golpes de pecho y porque en esos años, hubiésemos gastado cerca de 100 millones de dólares en el 2022 y para el 2023 subiendo a 150 millones de dólares aproximadamente, en asistencia sanitaria y básicamente con parturientas del vecino país transfronterizo y al extremo de escandalizar y como si realmente esos gastos fueran tales y no  la cuota de inversión que a la economía dominicana le corresponde ofrecer en compensación a la economía haitiana y ya que en los dos años, esta economía no le compró a la haitiana ni siquiera 250 millones de dólares.

Pero de lo anterior nada se habla y los condenados medios de comunicación dominicanos y en gran mayoría, solo difaman y esparcen esa necia política de odio irracional que les caracteriza cuando se trata de Haití, pero no así cuando el Tío San les grita y les llama a capitulo, que entonces se meten el rabo entre sus piernas.

Mientras tanto, la otra realidad de que hablamos y que a nuestro modo de ver es el factor clave, que impide que entre dominicanos y haitianos hubiese la guerra que los medios y periodistas quisieran, es el relativo a ese conjunto de más de un millón de haitianos de origen dominicano y dominicanos de origen haitiano, quienes, viviendo en los dos países, son las mejores muestras de sana convivencia familiar e irradiando directamente sus respectivos orígenes, a por lo menos diez millones de ciudadanos de los dos países y en sus respectivos territorios.

Es por ello, por lo que en POR EL OJO DE LA CERRADURA insistimos en buscar la parte común que nos une y nunca nos hacemos eco de las historietas tan falsas que esparcen los mass media y tan propia de estos tiempos de fake news en las redes sociales, que a cualquiera alocan y le hacen perder el equilibrio emocional.

Haití es nuestro primer socio comercial en el Caribe y el segundo en el mundo y ello le da un peso de influencia y opinión que para nada los grupos retrógrados, cavernarios y reaccionarios de la clase media de los dos países pueden ignorar y como no lo hace toda esa oligarquía haitiana, que, junto a la dominicana, a este día mantiene lazos comunicantes con el primer gobierno plutocrático de esta nación, al tiempo que muchos de sus negocios son mancomunados y binacionales.

Los reaccionarios ultranacionalistas anti haitianos no quieren que los haitianos vivan entre nosotros, pero y sí como suponemos, el gobierno de Abinader decide ir más allá que el anterior en materia de regularización de la población flotante haitiana y dispone que todos los haitianos con más de diez años viviendo en el territorio nacional se les otorgue de inmediato su residencia legal y comenzando por los hijos de estos nacidos en nuestro país y que sería una política de regularización lo más parecida a la que EEUU mantiene con los inmigrantes dominicanos y sus hijos nacidos allí, ¿qué harán, se mudaran para donde sus parientes en EEUU? ¡Necios e hipócritas eso es lo que son!

De ahí que digamos, que parecería que queremos que los haitianos nos compren, pero no los queremos aquí ¿y cómo sería eso? (DAG)